19. capítulo

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Breena despertó con un gemido de dolor. Estaba boca abajo en una cama, y alguien le hacía daño en el hombro.

-No te muevas, ésto te aliviará el dolor-ordenó la mujer.

Breena obedeció y esperó a que acabara y la ayudara a incorporarse.

-¿Cómo te encuentras?-la preguntó con dulzura.

-Mejor.Gracias. ¿Quién eres?

-Soy Zuria, una de tus compañeras. Estás en el templo.

Bree la miro un momento y luego bajó de la cama para ir hacia la puerta. Se asomó al pasillo.

-No puedes salir del templo, Breena. Sólo hay una puerta y está vigilada permanentemente.

-No voy a quedarme aquí-afirmó la chica.

-Por supuesto que lo harás.

La potente voz la sorprendió. Zuria salió de la habitación en silencio. Un hada anciana entró acompañada de dos guardias.

-Soy la encargada del templo. Empezarás hoy mismo a servir, Breena. Vendrán a prepararte enseguida.

-Yo no voy a...

La mujer no la dio tiempo a acabar. Se acercó y la abofeteó dos veces. Breena retrocedió asustada hasta chocar contra los guardias, que la sujetaron por los brazos.

-Harás lo que se te diga- aseguró la mujer sujetándola por la melena-te bañarás, vestirás y peinarás. Estarás preparada en 30 minutos para tu primer servicio. O te dejaré para que entretengas a la guardia.

La dejaron sola y Breena se dejó caer al suelo sin saber qué hacer.

-Será mejor que te prepares. No tenemos mucho tiempo. Berta no amenaza en balde.

Las voz de Zuria la hizo reaccionar.

-¿Quién es? -preguntó.

-La dueña aquí. Su palabra es ley, y nadie la discute. Es una mujer cruel. Es mejor que hagas lo que te dice.

Se dejó bañar y vestir. En realidad, no se podía llamar vestido a la túnica transparente que la pusieron. Además no llevaba ropa interior, así que estaba prácticamente desnuda. Luego, la dejaron sola en la habitación.

Breena se sentó en la cama, abrazándose las piernas. Estaba muy asustada. No creía poder soportar el que otro hombre la hiciera lo que André la hacía. A pesar de su brusquedad o de sus enfados, él no la había lastimado nunca. Le echaba de menos, echaba de menos su sonrisa burlona, sus brazos rodeándola y sus besos apasionados. Las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas. Ojalá no hubiera escapado, ojalá estuviera a salvo con él.

Una hora más tarde, uno de los hombres que la habían capturado entró en la habitación. Breena se puso en pie de inmediato, y se alejó de la cama. El hombre la miró de arriba a abajo y sonrió con lascivia.

-Te prometí que vendría, preciosa- la dijo mientras se soltaba el cinturón.

Breena retrocedió hasta el extremo más alejado de la habitación.

-Ven aquí, solo tienes que tumbarte y abrir las piernas. Será rápido. Pero, si me lo pones difícil... -amenazó el hombre avanzando hasta ella.

Cuando el hombre se acercó un poco más, Breena disparó su magia. Él rio con crueldad y la agarró de la melena con tanta fuerza que la chica gritó. La arrastró del pelo hasta la cama y la tiró encima de ella.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora