9. capítulo

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Éste es un capítulo extra, chicas. A lo largo del sábado subiré el habitual. Abrazos para todas.

-Despierta dormilona-la voz del odioso vampiro la sacó de la paz del sueño.

Abrió los ojos y allí estaba él, contemplándola con  expresión divertida.

-¿Qué quieres?-preguntó ella con sequedad.

-Que bajes a cenar conmigo. Y no discutas. No es una petición.

Bajó los ojos por su cuerpo hasta detenerse en los pechos. Breena bajó la vista y vio que la toalla se había movido y tenía uno al aire. Horrorizada, se cubrió de nuevo.

-Será mejor que te pongas algo de ropa encima. Aunque me gusta lo que llevas.

-Mi vestido está destrozado-informó ella- no tengo nada que ponerme.

-Te traeré algo.

André salió y volvió enseguida. Le dio una camiseta que, con toda seguridad, era de él.

-No voy a ponerme ropa tuya-aseguró ella mirándole indignada.

-A mí no me importa que bajes sin ropa, cariño-respondió el vampiro encogiéndose de hombros- Eso sí, quítate esa toalla mojada antes de que enfermes. O te la quitaré yo.

Se apoyó en la pared con tranquilidad, esperando que se cambiara. Breena resopló furiosa y se encerró en el baño. Allí se quitó la toalla y se puso la camiseta, que la llegaba por la mitad del muslo. No podía ponerse nada más. Su ropa interior estaba tan rota como el vestido. Se sentía desnuda vestida así.

-Bree, sal de una vez. Preferiría no tener que tirar la puerta para sacarte.

La voz del vampiro sonaba francamente amenazante, así que el hada, haciendo un esfuerzo, salió con la cabeza muy alta.

Él la miró de arriba abajo. La tela de la camiseta se pegaba a cada curva de su cuerpo y dejaba muy poco a la imaginación. Breena retrocedió un paso cuando vio como cambiaba la expresión de él.

-Ahora me resulta más difícil controlarme, hadita-aseguró él con voz ronca mientras la atraía contra él-si hubiera sabido cómo iba a ser, te habría tomado mucho antes.

Breena se retorció y le empujó. André rio con suavidad, bajó las manos hasta el culo de la chica y la apretó contra él, haciéndola notar su excitación.

-Vamos a cenar, Bree. Ahora nos ocuparemos de tu hambre y luego del mío.

La volvió hacia la puerta y le dio un azote en el trasero que la hizo lanzar un chillido de indignación. André, sonriendo la condujo por un pasillo hasta la cocina. Él señaló una banqueta alta cerca de la mesa.

-Siéntate, Breena. Sólo había ingredientes para una ensalada y un sándwich.

-No quiero nada.

André la miró y arqueó una ceja.

-Todavía puedo atarte a la cama y alimentarte a la fuerza, Bree.

La puso delante un plato con un sándwich y se sentó enfrente de ella.

-Come-ordenó.

Breena estuvo a punto de lanzarle el plato a la cara. O mejor aún, de hacer arder la mesa de madera. Pero algo en la expresión del vampiro la convenció de no hacerlo.

-¿Qué es lo que quieres, vampiro? ¿Qué plan ridículo se te ha ocurrido ahora?-preguntó mientras mordisqueaba el sándwich. ¡Vaya! No se había dado cuenta de lo hambrienta que estaba.

El vampiro se encogió de hombros mientras mordía su bocadillo.

-De momento, nos quedaremos aquí unos días. Ya que mi misión ha fracasado, voy a disfrutar de mi trofeo. Luego, ya veré cómo salimos de este lío.

-Probablemente tu hermano, mi padre y mi ex-prometido, tengan mucho que decir al respecto.

André hizo una mueca.

-Puedo lidiar con todos ellos. La parte más difícil son Elise y Alexia, créeme.

-¿Por qué estás haciendo esto?-preguntó la chica ahora con menos desafío en su voz.

-Ya te lo he dicho, Bree. He perdido el control. Y, en lo que a ti respecta, no quiero recuperarlo. Voy a tenerte aquí hasta que me canse de tu cuerpo y de tu sangre. Tienes el consuelo de saber que con Akop, probablemente, sería peor.

-¿Quieres decir que me habría violado?

André la miró muy serio.

-No me gusta ese tono irónico, Bree.

-Pues si piensas retenerme aquí, vampiro, será mejor que te acostumbres.

André estaba de pie a su lado en un momento. La  hizo girar para mirarla.

-Te he dicho antes que no toleraré desafíos ni insultos, hadita. Y hablaba en serio. Mientras estemos aquí, eres mía. Y vas a ser obediente y respetuosa. Te lo aseguro.

Metió las manos por debajo de la camiseta para acariciarla las piernas. Breena no se atrevió a quitárselas.

-Si quieres una demostración de cómo puede ser de malo, te la puedo ofrecer-aseguró él subiendo las manos y separándola las piernas.

Breena no pudo evitar sujetárselas, pero él, con suma facilidad, la cogió las dos muñecas y se las llevó a la espalda, donde la sujetó con una mano. Con la otra volvió entre sus piernas y le cubrió el sexo con la palma.

-¿Quieres, Bree?-preguntó él con voz ronca-¿quieres que te enseñe cómo puede ser de brutal y doloroso? ¿quieres hacerte una idea de cómo habría sido con el demonio?

Breena negó con los ojos llenos de lágrimas. El vampiro la soltó y se alejó un paso.

-Ve a la habitación-ordenó-yo iré cuando me haya calmado un poco.

Bree no se hizo de rogar esta vez. Salió corriendo y se encerró en la habitación.

Cuando consiguió controlar un poco el temblor de su cuerpo, decidió que no podía dejarse atemorizar por él. Estaba acostumbrado a salirse con la suya. Pero, esta vez, había dado con alguien más testaruda que él. Movió la cómoda con ayuda de un poco de magia para ponerla delante de la puerta. Sonrió con seguridad. Y si eso fallaba, tenía otra sorpresita para él.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora