23. capítulo

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Breena se despertó cuando André la cogió en brazos para llevarla a la casa.

-Puedo andar - aseguró la chica.

-No lo dudo. Pero prefiero asegurarme de que llegas a la cama y no te quedas dormida en las escaleras.

El vampiro la tumbó en la cama.

-No sé porqué estoy tan cansada-murmuró ella sin apenas poder abrir los ojos.

André la quitó el velo y la desabrochó el vestido de novia.

-Ha sido un día duro para ti, preciosa. Y ni siquiera estás bien recuperada de tu "aventura".

La quitó el vestido y la dejó en ropa interior. Luego, retiró la ropa de la cama y la metió dentro.

-Vuelvo en seguida, hadita-murmuró besándola.

Cuando volvió a la cama, después de ir al baño y desnudarse, Breena estaba profundamente dormida. André la miró y suspiró. No era lo que tenía planeado para su noche de bodas.

Se acostó a su lado y la abrazó. Maldita sea, iba a ser un infierno de noche. Tenía una erección de caballo. Y lo peor es que llevaba días así. Pensaba que hoy iba a poder resarcirse. Había planeado hacerla el amor  y luego, sonsacarla hasta que confesara porqué había cambiado de opinión acerca de la boda. Había asumido que iba a poner resistencia y se sorprendió cuando no fue así. Se dedicaría a ello por la mañana...después de follarla un par de veces, por lo menos.

-Despierta, preciosa. Tenemos un matrimonio que consumar.

La voz de André la sacó de la paz del sueño. La mano del chico se deslizaba ya por sus piernas. Breena abrió los ojos con dificultad. Luego, dio un manotazo en el brazo que el vampiro tenía por debajo de las sábanas.

-¿Sólo piensas en eso?-preguntó enfadada.

André sonrió y se movió para colocarse encima de ella.

-Sí, cariño. La verdad es que últimamente sólo pienso en esto-aseguró él.

Bajó la cabeza para apoderarse de su boca. Breena no pudo ni quiso evitar responder. La semana de abstinencia hacía que su deseo fuese tan intenso como el de él. Enseguida, sintió su mano buscando la zona sensible entre sus piernas y jadeó en cuanto la tocó. Estaba mojada e hinchada. André deslizó la boca por su cuello y bajó hasta sus senos.

-Déjame ver estas preciosidades-pidió soltándole el cierre central del sujetador.

Sin dejar de estimular su clítoris, lamió sus pezones y luego los mordisqueó hasta que estuvieron duros. Breena no podía aguantar mucho más. Le cogió de la cara y le besó, obligándole a subir y envolviéndole con las piernas. André rio antes de acomodarse entre ellas. Luego, la sujetó las manos a los lados de la cabeza.

-Estás impaciente ¿eh?-murmuró besándola despacio en la mejilla-debería hacerte esperar yo ahora.

Ella le miró con cara de pocos amigos y el vampiro volvió a reír.

-No voy a hacerlo, pequeña-aseguró hundiéndose despacio en ella-me muero de ganas de meterme en ese coñito delicioso que tienes.

El hada cerró los ojos cuando él empezó a moverse en su interior. El orgasmo les llegó tan rápido que la sorprendió. Tembló en una espiral de placer y apenas fue consciente de que el vampiro la mordía con suavidad en el cuello. Mucho más tarde, él salió de su interior y se tumbó a su lado.

-¿Por qué no te has resistido?-preguntó jugando con los mechones de su melena.

La chica le miró confundida.

-¿Por qué no me he resistido a follar?-preguntó.

André puso mala cara y la pellizcó un pezón, haciéndola lanzar una exclamación.

-No hables así. Te lo he dicho mil veces.

-¿Tú puedes hacerlo y yo no?-preguntó el hada burlona.

André se sentó en la cama, ahora enfadado.

-Efectivamente. Y sabes de lo qué estoy hablando, Bree. Me habías prometido que no aceptarías casarte de ninguna de las maneras. ¿Por qué has cambiado de opinión?

-¿Lo habrías preferido?

-Deja de contestarme con preguntas, Bree. ¿Qué ha hecho que cambiaras de opinión?

-Como tú dijiste, nadie me ha preguntado.

-Has bebido de la copa sin tener que obligarte-la mirada de él era fría ahora-¿por qué?

El hada se levantó de la cama y se envolvió en una sábana.

-Esa es una pregunta que no voy a contestar, vampiro. Tengo mis propios motivos. Y, de momento, no pienso compartirlos contigo.

La chica se metió en el baño y cerró la puerta. Tras recogerse el pelo en un moño, entró en la cabina de la ducha y abrió el grifo. La puerta del baño, al abrirse, la puso en alerta. André, completamente desnudo,  la miraba devorándola con los ojos, y ella se sonrojó al ver su polla nuevamente dispuesta.

-Sabes que acabarás diciéndomelo ¿verdad? –dijo él.

Ella sonrió.

-Tú sabes que no lo haré.

André entró en la ducha y la empujó contra la pared.

-André, tengo que ducharme-murmuró ella notando cómo el deseo se despertaba de nuevo.

-Creo que antes de dejar que te limpies, te ensuciaré un poco más, cariño.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora