3. Capítulo

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Breena se fue tranquilizando poco a poco. Todavía no estaba todo perdido. El vampiro había dicho que la llevaría con su prometido. Eso eran, al menos, dos o tres días de viaje. Encontraría la oportunidad de escapar si estaba atenta. Pero tenía que hacer que los vampiros se confiaran. Por eso, cuando el hermano del rey entró en la celda, ella no intentó nada. Se limitó a mirarle, intentando que él la viera como inofensiva.

-Vamos-ordenó el vampiro-tenemos mucho viaje por delante.

La chica se puso en pie y se dirigió despacio a la puerta. El vampiro la siguió por el pasillo y, al llegar a la entrada, la cogió de un brazo. Breena vio asustada cómo 5 ó 6 vampiros machos se arremolinaban a su alrededor. André les rugió y ellos se apartaron para permitirles la salida.

-Sube rápido-ordenó el vampiro señalándole un coche aparcado en la puerta.

La chica obedeció. Subió en el asiento del copiloto y el vampiro, haciendo gala de la velocidad típica en ellos, se sentó detrás del volante y arrancó el coche.

-Ponte el cinturón-ordenó con frialdad.

Breena hizo lo que le decía. Luego vio cómo André hacía un gesto con la mano y oyó el cierre automático en las puertas.

-Por si te sientes tentada-explicó él sin mirarla.

Ella no contestó. Se limitó a mirar hacia delante y pensar  cómo escapar.

-¿Sólo vamos a ir nosotros?-preguntó.

-No puedo arriesgarme a que algún vampiro se te meriende, hadita. Si piensas que eso te da más posibilidades de escapar, estás muy equivocada. No puedes ni intentarlo sin que yo me de cuenta.

-¿Por qué haces esto?

André, ahora sí, la miró.

-Por que es lo que hay que hacer. No hacer lo que debemos siempre tiene consecuencias, hada.

-Me llamo Breena.

-¿Qué?

-Que me llamo Breena. Deja de llamarme hada. Tengo un nombre.

-Muy bien…Breena. Ahora hazme un favor y quédate calladita ¿de acuerdo? Tenemos tres largos días de viaje por delante. Cuanto menos nos relacionemos mejor.

-¿Eso hará más fácil el dejarme con un demonio?

André la miró burlón.

-No. Hará más fácil que no meta mis colmillos y mi polla dentro de ti. Tengo más autocontrol que la mayoría de los vampiros pero…todo tiene un límite, cariño.

Ella le miró furiosa y se negó a contestarle. No hablaron en toda la tarde. André condujo a toda velocidad, sin separar la vista del frente y sin dirigirle ni una palabra. Breena trató de concentrarse y relajarse. Necesitaba que su magia se recuperara lo más rápido posible. La había agotado para escapar de su casa, pero había pasado tiempo suficiente. Si conseguía relajarse volvería. Las hadas no eran fuertes, ni tan rápidas como los vampiros. Ni siquiera tenían los dones que muchos de ellos tenían, pero sí eran seres mágicos. Podían encantar a otros seres, hacer que vieran lo que ellas querían, incluso las hadas más poderosas podían obligar a otros. Su mayor desventaja, sin embargo, era que no podían mentir. Un hada podía ocultar o disimular la verdad, pero nunca sería capaz de decir directamente, algo que fuese mentira. Se sorprendió cuando el vampiro detuvo el coche en una estación de servicio. Había anochecido hacía rato, y ella se había resignado a que iban a pasar la noche igual que la tarde.

Breena (Saga Saint-Croix 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora