Capítulo 8

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Maka

Desperté, sobresaltada. 

¡Mierda, las encuestas!

Intenté levantarme de un salto, pero algo me lo impidió. Miré a mi izquierda y ahí pude ver la cabeza del mismísimo hijo del director, apoyada en mi hombro. Se había quedado dormido, como yo. Debatí entre despertarlo o dejarle dormir un poco más.

Pero antes de que tomase una decisión, él comenzó a abrir los ojos. Parpadeó unas cuantas veces y miró a los lados, como si intentase recordar donde estaba y qué había pasado. Luego, su mirada cambio a una más decidida e intuí que ya había dejado su estado de confusión post-siesta. Me miró fijamente, estábamos a escasos centímetros el uno del otro.

Por instinto, recordé la noche del baile, cuando nuestras caras también habían estado a escasos milímetros y me sonrojé. Me miró sin entender el porqué de mi sonrojo y entonces recordé que él no sabía que yo era aquella misteriosa chica.

Me preguntaba qué pasaría si se lo decía, ¿se decepcionaría?, ¿habría esperado que fuese otra persona?, ¿alguien mejor? 

La idea de decepcionarlo me carcomía por dentro y, por alguna razón, me aterrorizaba. Sabía que era pronto, sabía que no debía sentirme así, pero no quería dejar de ver a Kid. Menuda idiota, se suponía que esto no pasaría así. Yo no quería que pasase, no me quería sentir más atraída por el chico de ojos dorados de lo que ya estaba. No quería enamorarme de Kid.

Bueno, no quería enamorarme de nadie en general. Este cosquilleo en mi estómago no podía ser amor. No deseaba que lo fuese. Sabía que enamorarse era algo que no se podía decidir, pero siempre pensé que yo era la excepción. Mi padre me había demostrado que el amor era una farsa, se suponía que yo ya sabía que no debía enamorarme. Se suponía que yo jamás iba a sentirme atraída por alguien, menos por alguien como Kid: tan perfeccionista, misterioso y serio. Esto que sentía en mi estómago me hacía querer odiar al chico que tenía delante de mí. Pero querer no siempre es poder.

– Maka...– susurró Kid por lo bajo, la expresión de sus ojos había cambiado y ahora me miraba con mucha intensidad. Tragué fuerte, no sabía qué le pasaba. Levantó una de sus manos y me acarició la mejilla mientras se acercaba a mí lentamente. Cerré los ojos con fuerza, esperando lo peor mientras me ponía colorada. Estuve un buen rato con los ojos cerrados, y nada pasó. No los abrí hasta escuchar una carcajada que provenía de Kid.– ¡Tenías que haber visto tu cara! ¡¿Qué te pensabas que iba a hacer?!

Siguió riéndose en mi cara y cogí mi enciclopedia personal para atizarle en toda la cabeza.

– ¡Maka-Chop!

Kid hizo una mueca de dolor y dejó de reír, sonreí diabólicamente mientras me levantaba para dejar mi libro en una de las mesas de la sala del consejo estudiantil. 

– No esperaba que hicieses nada.– dije, dándome la vuelta para poder verlo. Aún seguía bastante colorada y cuando nuestros ojos chocaron, desvié los míos tímidamente. Por las ventanas se colaba la anaranjada luz del atardecer, que se proyectaba en Kid como un foco. El chico de las tres líneas blancas se llevo una mano al pelo y la pasó por su mejilla hasta apoyar su cabeza en ella. Ladeó su cara y sonrió pacíficamente mientras me miraba.

– Eres tan divertida...– susurró, al principio pensé que estaba siendo sarcástico, pero sus ojos me decían todo lo contrario. Nos quedamos parados, él sentado y yo de pie, mirándonos. Por un segundo, pensé que el tiempo se había parado. No logro recordar cuánto tiempo estuvimos mirándonos, callados, bajo la luz naranja.

Lo único que tengo claro, es que cuando salimos del aula, el atardecer se había convertido en un hermoso anochecer.

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Enchanted (KidxMaka)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora