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Advertencias: drama y angst.

Jungkook no llegó al día siguiente

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Jungkook no llegó al día siguiente.

Jeongsan tuvo que ayudarlo a llegar a la bañera para bañarse otra vez el día domingo, mientras un enmudecido Jisung preparaba el almuerzo apenas capaz de preguntar algo. Yejun no quería salir del cuarto de los mellizos.

El silencio en la casa era pesado, consumidor, cada pequeño ruido escuchándose desde el extremo más lejano. Ninguno de sus hijos hablaba, excepto para intercambiar algunas. palabras rápidas, pero sin ahondar demasiado en algún tema. Ni Jisung ni Yejun preguntaron qué ocurrió en el cuarto de sus padres horas atrás. Jimin se mantuvo en aterrado silencio todo el día.

Todos sabían qué algo se quebró allí, que ya nada volvería a ser igual, que las cosas parecieron romperse como un espejo, en cientos de pedazos desperdigados por el suelo. Y un espejo quebrado, por mucho que sus piezas fueran pegadas, no volvería a funcionar de la mísma manera. Peor aún: si las piezas de ese espejo no se recogían y botaban, entonces seguirían cortando a cualquiera que caminara por ahí.

Era una dolorosa verdad que nadie quería hablar porque cuando las verdades eran dichas en voz alta, eran más reales de lo que uno ya sabía. Más reales y, por lo tanto, más dolorosas.

Jimin no durmió en su habitación, porque estar ahí le provocaba vómitos. En cambio, fue al cuarto de los mellizos, recostándose junto a Yejun que estaba envuelto en una manta sobre la cama de Jeongsan.

Ninguno habló. No había palabras qué decir para tratar de mejorar lo que estaba ocurriendo.

Jungkook no apareció, tampoco, el lunes.

Los niños no fueron al colegio. Jeongsan durmió junto con Jisung, en la cama de arriba, y Yejun se acurrucó en el pecho de Jimin.

Jimin no durmió. Llevaba dos días sin dormir.

El dolor de su cuerpo disminuyó un poco, con el paso de las horas. Jeongsan sugirió, la mañana de ese día, hacerle curaciones, revisarle para saber si no tenía alguna herida. Pero Jimin tembló al escuchar la voz de su hijo, hablándole directamente. San no dijo otra cosa, aunque sus ojos parecieron romperse en dolor ante lo que significaba ese simple gesto por parte de su mamá: él le tenía miedo.

No sólo llevaba dos días sin dormir, sino que también, dos días sin pronunciar palabra alguna.

Jisung, otra vez, se encargó de cocinar. Jimin sintió más dolor en su interior al ver a sus cachorros mayores encargándose de la casa, como si ellos fueran dueños de ella. Como si Yejun y él fueran los hijos.

Pero no se movió. No podía salir de la cama.

Jungkook no dio indicios de vida el martes.

A Jimin no podía importarle. Una parte suya, esa pequeña parte que debia suprimir, murmuraba que era mejor eso, que, tal vez, Jungkook no iba a volver jamás a esa casa, y quiso sentirse alegre, pero no hubo emoción alguna. Jimin sentia sus emociones como si le fueran ajenas, como si no le pertenecieran, viéndose a sí mismo como un robot.

ᴬᴰᴬᴾᵀ | ƒσυя ѕєαѕσηѕ | ᵏᵒᵒᵏᵐⁱⁿDonde viven las historias. Descúbrelo ahora