9. Be elegant

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Deslizó el lapiz de ojos sobre el párpado, cuidando no descarrilarse del borde. Cogió el rimel y enegreció sus pestañas. Para finalizar pintó sus labios de rojo.

Abrió la ventana de su habitación, se sacó los tacones de los pies y saltó como si nada. Cayó sobre sus pies descalzos y evitó una mala caida apoyando después su manos sobre la hierba seca por el fuerte sol. Al incorporarse tanteó su pelo recogido en un moño para comprobrar que no se había deshecho. Y aún descalza, sin querer colocarse los tacones de nuevo pues prefería llevarlos lo menos posible, fue hacía el coche el cual había dejado fuera la noche anterior, para evitar tener que entrar al garaje. Celia no sabía que se metía en los negocios de su padre y, por lo tanto,  no podía saber que se había saltado las dos clase finales del día solo para prepararse e ir a la reunión. 

Tiró los tacones por el suelo del coche y lo arrancó. El camino duró unos diez minutos hasta que llegó a un hotel de gran altura y rodeado de mercedes, ferraris, porsches y algún que otro lamborgini. Observó antes de salir a algunos de los invitados de los que reconoció a alguno de otras veces. Todos con los mejores vestidos y trajes, subidas en los mejores tacones, cada par más caro que el anterior, intentando superar en precio y marca a sus supuestas amigas. Se colocó la morena los suyos y salió del coche, intentando apartar todas sus costumbres...como decirlo...brutas y comportándose como una verdadera "dama". Se colocó mejor la falda de su vestido rojo y puso la mejor sonrisa que tenía. 

Empezó a caminar y se metió en la fiesta. Imitando la actitud de todos los presentes, cotilleaba quien estaba en la fiesta aunque le importara poco. 

-Un día espléndido ¿verdad, preciosa?- Un Thomas trajeado, pero sin corbata agarró el brazo de la joven.

-Marvilloso- dijo Cher conteniéndose la ganas de separarse de él y pegarle por haberla agarrado asi.

-Aún tenemos unos minutos para disfrutar un poco de la fiesta antes de subir- informó el chico dominando mejor que Cher la sonrisa falsa.

Paseaban por los jardienes y terrazas del hotel entre las miaradas de la gente. Algunos les sonreían reconociendolos de alguna otra vez y ellos respondían con otra sonrisa, aunque les importara una mierda la gente de allí. 

-Pero bueno si es la pequeña Cheryl Bukowski- dijo una mujer de buena anchura (por no decir gorda)- Bueno ya no tan pequeña- dijo con una breve risa final. 

-Señora Miller ¡que sorpresa!- dijo la joven con la sonrisa más falsa que podía poner.

La mujer se acercó a ella y le plantó dos besos en la mejillas. Llevaba relacionándose con todo este tipo de gente durante dieciseis años y Cher aun no se había acostumbrado, no lo sosportaba y le costaba mantener la buena compostura en esas situaciones. Aún asi era toda una experta.

-Oh y Thomas, querido- esta vez fue el mismo chico quien se acercó a la mujer a darle dos besos- He visto antes a tu padre tomándose algo con el señor Paket, esta encantador hace tiempo que no lo veía. Al tuyo Cheryl lo vi hace una semana cuando se ocupaba de negocios con mi marido. Tienes suerte de tener a un padre así. 

"si, claro" pensó sarcastica Cher deseando deshacerse de esa mujer. 

-Le pregunté por ti, me dijo que tus notas eran una maravilla y que querías hacer empresariales como él. Es encantador que un hijo quiera seguir los pasos de su padre.

-Si, el instituto me va de maravilla no me puedo quejar. Lo de estudiar empresariales aún está seguro la verdad, pero es mi idea principal- dijo continuando la mentira de su padre. 

El padre de Cher no solo se ocupaba del trafico ilegal, la mitad de sus ganancias provenían de negocios legales que compartía con otro empresarios como era el marido de la señora Miller. Una manera de cubrirse, porque si no se dedicara a otra cosa sería facil sospechar de donde procedían sus ingresos. 

Sorry, I'm badDonde viven las historias. Descúbrelo ahora