2. Dance and smoke

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Vestida ahora de forma mas deportiva, mayas ajustadas y una camiseta que colgaba por el hombro, Cher caminaba por la calle con una pequeña mochila a la espalda. La coleta alta que se había hecho se columpiaba de un lado a otro con cada paso de Cher.

Por la carretera se acercaba un coche negro, brillante, un coche caro. La joven se dio cuenta del automóvil e intentó evitarlo aligerando el paso. Pero eso no sirvió de nada el coche paró a su lado y la ventanilla se bajó dejando ver a un hombre de pelo oscuro y ojos azules.

-¿A dónde vas?- dijo.

-A ti no te interesa- dijo Cher sin dejar de caminar.

El coche la seguía a baja velocidad.

-Soy tu padre, si que me interesa- el hombre la miró serio.

-Pues como padre que eres deberías saber que todo los martes y jueves hago baile- lo dijo sin mirarle siquiera.

-Yo no he sido en ningún momento informado de eso.

-Para poder apuntarme tuve que pedir permiso a un padre, desgraciadamente, y te lo pedí a ti, lógicamente, asique ahora no me digas que no lo sabías- esta vez Cher se paró delante de su padre y el coche paró.

-No me puedo acordar de todo- replicó.

La chica cogió aire y lo soltó delicadamente.

-Voy a llegar tarde, adiós- Y siguió su camino hacía su clase de baile.

Esta vez su padre no la siguió. Retomó su camino y dejo a su hija seguir el suyo.

Daban las cinco, cuando Cher llegó al gimnasio. Dentro, solo se encontró con la rubia profesora de hip hop y una de sus compañeras. Dejó su mochila a un lado y se acercó a su profesora.

-Hola Cher ¿Qué tal?

Enseguida se pusieron a calentar ella y la chica que estaba en la clase. No había nadie mas que ellas dos porque aun era pronto, Cher había mentido a su padre para poder quitárselo de encima y también porque le gustaba llegar pronto a las clases de baile. Era el único lugar en el que se sentía ella misma, sin necesidad de amenazar a alguien, sin necesidad de imponerse ante el resto. Bailar era su pequeña libertad ¿quién dice que las chicas malas son siempre libres? Si eso era verdad Cher no era como el resto.

Cher observaba los movimientos de su compañera. Era la única persona de la que tenía algo de envidia, o por los menos que lo admitiera. Esa chica se llamaba Camila. Tenías su misma edad y lucía un cuerpo muy...sexy, cosas de ser latina. Con una piel morena todo el año y un pelo negro precioso. Ser latina le daba ciertos dotes de baile que Cher no tenía al ser estadounidense (y algunos génes italianos) y por ello la envidiaba, no por su aspecto pues Cher no se quedaba atrás. Aún así, aunque no tuviera la condición latina de Camila lo intentaba día tras día y Camila no se negaba a ayudarla nunca.

Ellas dos eran las más eficientes de la clase por lo que siempre solían estar delante con la profesora y esta las adoraba. Aún así, Camila y Cher solamente eran compañeras de baile. Nunca se habían interesado por la vida de la otra. La estadounidense no le gustaba comentar su vida de rebeldía con otros a no ser que le preguntarán muy afondo o la conocieran en otros ámbitos (aunque su nombre solía ser bastante conocido en su zona) y Camila tampoco parecía estar nunca muy interesada en preguntarle cosas o en contar de su vida. Nombres, edad y pasos de baile, ahí se quedaba el conocimiento de sus vidas.

Sorry, I'm badDonde viven las historias. Descúbrelo ahora