Las converse rojas de Cher tocaron el suelo de su habitación. La suerte le sonrió cuando vio su ventana abierta de par en par. Celia, la sirvienta, abría todas las noches las ventanas para airear las habitaciones. Su habitación estaba en la segunda planta por lo que tuvo que escalar un poco, pero aquello ya era trabajo fácil para Cher, llevaba escapándose y volviendo a entrar por esa ventana varios años. La habitación estaba a oscuras y deducía que no había sido lo suficientemente rápida como para llegar antes que su padre. Se cambió al pijama y bajó el segundo piso para comprobar sus sospechas. Silenciosamente se asomó al salón, pero no había nadie, el único rastro de movimiento era lo desordenada que se encontraba la sala.
-Pensaba que hoy vendrías antes- una voz por detrás la sobresaltó.
Respiro hondo a la vez que cerraba los ojos y reconoció la voz, cosa que la calmó. Se giró para encararla y observó a un Celia seria y cansada.
-Me entretuve un poco- se escusó.
-Ya veo- Celia pasó por su lado y entró al salón- Tu padre ha vuelto a venir cabreado del trabajo.
La mujer que llevaba escoba y recojedor empezó a recoger los trozos de un jarrón roto en el suelo.
-¿Trabajo? A eso yo no lo llamo trabajar- Se sinceró Cher.
-Si que lo es. No es muy honrado, pero lo es- defendió Celia a su jefe- Y además sino fuera por ello tu no vivirías así.
-Me estas diciendo que si no trabajara en eso me prestaría más atención- Cher cruzó sus brazos sobre el pecho y recostó su peso sobre el marco de la puerta doble que hacía de entrada al salón.
-No, te estoy diciendo que si no fuera por ese trabajo tú no tendrías esta vida tan lujosa- la corrigió.
Era verdad, Cher tenía una vida de multimillonaria. Su casa era una mansión de dos pisos en la que trabajaban sirvientes para todo. Había camareros, cocineros, de la limpieza, chofers, jardinero, fontanero...Un armario lleno de ropa de todo tipo, varios coches, cara electrónica como televisiones planas con gran cantidad de pulgadas...Casas en Paris, Londres, Miami, Barcelona, L.A... Su vida material era perfecta, envidiada.
Celia terminó de recoger los trozos del jarrón y colocó bien los cojines y todo lo que estaba desordenado.
-No lo entiendo- musitó la californiana.
-¿El qué no entiendes?- preguntó la sirvienta.
-Tu misma admites que no es un trabajo honrado y aun así trabajas para él. De todos los sirvientes de esta casa eres la más aplicada, podrías estar en cualquier otra casa de cualquier otro rico, un rico que se ganara su dinero honradamente y aun así sigues aquí. ¿Por que?
La celeste mirada de Celia se clavó en Cher dulcemente. Una mirada casi maternal. Le sonrió y se acercó a ella.
-Admito que me gustaría trabajar con alguien que fuera más honrado. Y admito que casi me voy cuando empecé pero- posó su mano sobre el hombro de la joven- me di cuenta que tenía que hacer algo aquí.
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Sorry, I'm bad
Teen FictionEn la mayoría de historias se habla de la típica chica tímida, dulce y solitaria. Marginada por los demás por pura envidia. Ponemos a las chicas populares como personas con la vida solucionada, sin ningún problema al que enfrentarse. Pero yo creo qu...