~Niño Ingenuo~

298 57 13
                                    

Narra kakyoin:
Las clases habían terminado y yo solo miraba como todos salían encantados con el chico alto y piel morena sentado frente al salón. Solo pensaba que hacer tiempo guardando lentamente mis libros, tenía una gran ansiedad de salir, miedo, una mezcla de sensaciones que no podía describir. El cuarto comenzaba a quedar vacío, el tomó sus cosas y camino hasta la puerta dónde se detuvo, no supe porque hasta sentir un pequeño roce en mis mejillas, al alzar la mirada me encontré con la mirada de Dio.

-Espero que puedas aceptar mi invitación a salir.

En verdad, salir era lo último que quería, solo esperaba llegar a casa y encerrarme en mi habitación pero seguramente ella seguía ahí. No podía mirar a Jotaro pero sentía su mirada clavada en mi con un profundo enojo o confusión, tal vez ambas, era como la presa esperando a ser asesinada.

-Ah, aún tengo mucho que estudiar para los exámenes, ¿te parece si no nos alejamos mucho? —era perfecto, así una vez libre de él podía irme diciendo que surgió un problema—

-hmm quería presumir a un chico tan lindo como tú, pero de acuerdo, iremos a dónde quieras. —inconscientemente sonreí, Dio era ese tipo de persona que tiene el don de maravillarte con sus palabras—

-Bien. —cada paso que daba más cerca de Jot sentía como mi cuerpo tardaba en responder con un mareo y náuseas interminables. ¿Era eso lo que quería? ¿Si llegara a enterarse de quien soy, se alejaría o solo cavaria su tumba?—

-Kakyoin —su llamado me hizo girar a verle, sabía que era grosero de mi parte dejarlo así después de lo sucedido, pero primero debía aclarar lo que cruzaba por mi mente— ¿Tienes algo de tiempo? Solo un minuto

miré a Dio el cual con una sonrisa me indicó que no había problema, se alzó sobre mi y habló primero.

-Solo un minuto, Joestar —en un tono bastante serio—
te espero en la puerta —hasta que logré perderlo de vista me senté a un lado de Jot para evitar mirarlo—

-¿Y bien?

-¿me estás evitando? —preguntó sin rodeos poniéndome aún más nervioso—

-Claro que no —una obvia mentira— ¿por qué lo dices?

-Usas a Dio como escudo —se notaba que guardaba cierto rencor contra el rubio— si es por lo que pasó ayer...

-No!

-¿No?

-No... No es nada de lo que imaginas, pero admito que fue una sorpresa.

-Lo siento, no tuve en consideración lo que pensabas o tus sentimientos.

-Yo también siento mi actitud de hoy, sé que no fue lo mejor —traté de tomar la situación con madurez—
¿Ahora?

-No quiero que sea algo incómodo, en verdad quiero seguir contigo —sus palabras salían con cierto timbre en su voz que me hacía sentir feliz, olvidando lo temeroso que me encontraba—

-Yo también —ambos volteamos para chocar las miradas, yo veía un lindo color azul aperlado como el del mar que visitamos en fin de año, veía el océano entero en ellos. Me preguntaba que era lo que él miraba en los míos.—

-Me alegro de oír eso, gracias.
—compartió conmigo una tenue sonrisa llenandome de felicidad. En ese momento pensé que Jotaro podría entender lo que era, quizá mostrarle esa realidad no sería un problema—
¿Entonces, amigos? —se levantó estirando su mano hacía mi—

-... Claro, amigos —por un instante imaginaba que diría algo distinto a "amigos" pero está bien, solo había dejado que mi mente se elevará demasiado—

-Ve mañana a mi casa, tengo algo que mostrarte.

-De acuerdo. —así se alejó hasta la sala de maestros dónde el profesor kars ya tenía preparada una buena ronda de regaños, solo sonreí un poco más tranquilo—

Con Dio las cosas tampoco iban tan mal, a pesar de ser egocéntrico y hablar sobre lo maravilloso que es pero dijo algo que me sorprendió más de lo que debería.

-¿Dime Nori, qué quieres hacer? ¿Tienes algo en mente? No quiero que te sientas comprometido a eTar aquí, puedes irte si quieres, no me enojare.

-¿Por qué lo dices? —traté de no mostrar mi asombro—

-Oh Nori —tomándome la mano— no creas que no me doy cuenta, tal vez puedas engañar a los demás... Pero yo siempre miro más allá de lo suficiente. Por eso no quiero forzarte a nada.

-Lo siento, pero en verdad no entiendo de qué hablas —una medida de defensa era siempre hacerse el loco, quizás más de lo que ya estaba y negar todo—

-Entiendo si no quieres hablar de ello conmigo, solo quiero que sepas que puedes contar conmigo para todo... Incluso si necesitas esconder un cadáver —creo que ese cadáver era yo mismo, por aquella metáfora reí levemente a lo que él reaccionó con una idea— te gustan los video juegos ¿no? Vayamos al Árcade

-¿Seguro? —Dio no parecía ser de los chicos que desperdician su tiempo en un club de juegos—

-Bastante seguro

Me llevó a tirones nada forzados hasta el club dónde pasamos horas jugando, yo gané en casi todos pero él no parecía molestarse ni incomodar se por nada, fue la primera vez que disfrutaba una salida con alguien más aparte de Polnareff, Joot o Rohan. Pasado el tiempo volvimos por el camino de regreso y se ofreció a llevarme hasta mi casa.

-Es aquí, gracias por las partidas de hoy.

-si te divertites me conformó con eso

-hm sí, lo hice —de nuevo me encontraba indeciso sobre si invitarlo a pasar o no, sería descortés de mi parte no hacerlo después de todo y por más que me negara él sabía mi secreto— ¿Quieres pasar y beber algo?

-Aprecio la invitación, pero será en otra ocasión, que espero sea pronto —subió dos pequeños escalones que nos separaban en la puerta principal y acercó su rostro al mío que podía sentir su calor luchando con mi constante frío— nos vemos cherry boy —dijo en aquel acento británico tan adictivo mientras jugaba con mis pendientes para terminar dando un beso en mi frente sorprendiendome—

-Sí... Nos vemos —no sabía que fue aquello, sabía que a Dio poco le importaba el género siempre y cuando fuera humano, tenía esa reputación de tener al mundo entero a sus pies solo con su rostro y el universo de ser necesario solo con hablar—

Esa noche me fui feliz a la cama pensando en que había arreglado las cosas con Jotaro, pero aún rondaban esas palabras de madre en mi cabeza, con el tiempo la respuesta sería más que obvia. Así como recordando el gesto y palabras de Dio, algo que nunca pensé escuchar de alguien como él, quizá parte de mí felicidad se debía a eso, ¡oh¡ pequeño niño ingenuo, que con un corazón tan roto caía completamente en el encanto de un tirano en busca de ese amor que tanto deseaba. Poco importaba si era falso o verdadero, sólo necesitaba una palabra cursi después del "idiota" y un abrazo para amar todo de él. ¡Oh¡ pequeño niño ingenuo, las desgracias que traería consigo aquel deseo de no estar solo.

Fin del cap.

Un bocado más [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora