~Búsqueda~

222 41 8
                                    

Narrador omnisciente:
Habían pasado sólo tres días desde que kakyoin empezó a vivir con Polnareff, aquel día se retomarían las clases pero claramente él no asistiría.

-Volveré a las 4pm. No me esperen para comer —se despedía su amigo muy alegre con su uniforme negro mientras kakyoin queda atrás cargando a iggy en brazos hasta verlo desaparecer.

-parece que de nuevo sólo estamos tú y yo. —el perro pareció no darle atención y se fue dejándolo solo en la habitación— o tal vez solo yo, ja.

Como ya era costumbre se ocupó de arreglar aquel diminuto departamento hasta sacarle el mayor brillo posible mientras escuchaba las canciones antiguas de la radio. Aún con todo ese trabajo no podía evitar pensar en Jotaro y como sería el primer día en el que volvería al colegio para verlo tan distante que pareciera imposible imaginar que alguna vez fueron amigos. Más de una ocasión miró el teléfono de pol para llamar y hablar con él pero nunca tuvo el valor de hacerlo y ahora pensaba que era mejor así.

Con Jotaro la situación también era difícil. Desde aquella noche no ha dicho palabra alguna referente a kakyoin, su madre tampoco lo ha obligado, sólo le da su tiempo y espacio. Se sentía agradecido pero eso no disminuía su pesar. Camino a la escuela con la mañana tan ruidosa como de costumbre, todos hablando sobre sus vacaciones y sobre la universidad, eran los temas más importantes en boca de todos. No podía ignorar el hecho de que se sentía solo, una soledad muy peculiar pues a su alrededor había, como de costumbre, un grupo de chicas gritando su nombre  que lo siguió hasta el salón dónde aventó su mochila y sentó esperando que el tiempo pasar rápido. El por alguna razón esperaba que kakyoin lo visitará en aquel pupitre y poder hablar durante horas como siempre lo hacían. Seguramente no tendría ni ganas de verlo... Después de todo no había recibido ninguna señal suya durante todo ese tiempo.

Mirando sobre la ventana sus ojos lograron enfocar un bello y encantador cabello rojo, al momento se levantó de golpe de su asiento pensando que sería aquel chico pero al observar con mayor detenimiento logró darse cuenta de la vestimenta era lo que usaría una dama. Falda de tubo color pistache acompañada de una zapatillas de tacón de aguja y saco color lila complementados con unos grandes lentes negros, era más que obvio que se trataba de la señora kakyoin pues ese color de cabello no era tan común. Se encontraba acompañada de un hombre y el director de la escuela, se despidieron y subieron a un auto alejándose rápidamente.

Incluso si era una locura, pedía que kakyoin estuviera en su salón sentado junto a la ventana esperando el inicio de las clases. Su corazón se aceleró mientras corría por los pasillos rumbo al aula pasando de largo a los demás estudiantes hasta lograr llegar con falta de aire.

Todos le miraban extrañados y un poco tensos, murmuraban y hablaban entre ellos tanto como podían. Jotaro buscó en cada rincón con la mirada pero sólo encontró su lugar vacío. Se sentía bastante enojado consigo mismo, también como un idiota, sabía que era demasiado pedir que volviera a la misma escuela a la que asiste la persona que casi lo mata. Dio una media vuelta para salir de ahí pero se detuvo al ver al grupo de Dio llegar pero sí sin su jefe.

-Pero sí es Kujo Jotaro mira que tienes descaro para venir aquí después de lo que hiciste. —Pucci no era del tipo de personas que se guardaba algo y menos con aquel chico al que tanto odiaba.

Jotaro confuso se atrevió a preguntar lo que sucedía.

-¿De qué hablas?

-¿No te bastó con golpear a Dio una vez? ¿Para qué vienes a buscarlo? Nadie quiere verte aquí.

-Eso no te incumbe.

-¡Claro que sí! Kujo Jotaro es un maldito homofóbico que casi mata a su primo solo por gustarle un chico —hablaba en un tono bastante alto que los estudiantes comenzaron a juntarse a su alrededor mientras seguían murmurando y viendo al chico con angustia y terror.

Un bocado más [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora