~Un Nuevo Día~

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Narra kakyoin:
Un nuevo día comienza, pero sigo siendo el mismo yo. Después del pequeño mareo diario al levantarme camino al baño dónde tomó una ducha lo más rápido posible. El espejo se ve empañado por el vapor del agua caliente así que para mí eso es suficiente para lavar mis amarillos dientes y arreglar mi cabello viendo como más de que debería se queda en el lavabo y en el cepillo. Colocó una pequeña dentadura sobre la original para mantener esa imagen de mis teclas color perla, trato de ocultar lo más posibles las ojeras y ese color pálido.

Tomó lo que necesito para la escuela y salgo de casa sin pasarme por la cocina. Como todos los días, visito la misma tienda de conveniencia y relleno mi botella de agua. Me detengo en el pasillo de los pastelillos apreciando todos sus colores y tamaños sintiendo su dulce sabor en mi boca pero entonces aparecen esos números marcados con “kcl” y me devuelvo para pagar lo que consumí. De vez en cuando una barra de chocolate con proteína terminaba en mi mochila, era mi pequeño pecado. Al llegar a la escuela después de sentir como mi corazón latía tan fuerte por lo cansado que estaba por caminar unos cuantos minutos, tomaba aire y sonreía a todo el que me saludara sin prestarles mucha atención, antes de que sonara la campana ya estaba en mi pupitre a espera de las clases, a pesar de poner toda mi atención, me costaba entender lo que él maestro decía, solo puedo pensar en el constante dolor que invade mi cuerpo por el frío aire que se clava como las agujas.

Al fin las clases terminan pero antes de volver a casa necesito regresar lo que no es mío, camino hasta el salón de junto en busca del corpulento chico el cual resalta entre todos.

-Oye, Jotaro, te buscan

-¿A mi? —giró su rostro hacía mi, parecía asombrado de verme. Rápido tomó sus cosas y salió del salón conmigo— hola

-Hola, solo quería entregarte tu uniforme —estiré una bolsa dónde iban lavadas, planchada y con un lindo aroma ambas prendas. Tardó un poco en tomarlo, fue como si dudará de hacerlo o no pero al final solo acomodó su gorra y las llevó hacía él— gracias por ayudarme ayer

-No fue nada —parecía no ser un tipo de muchas palabras así que decidí terminar lo más rápido posible—

-Bueno, eso era todo —antes de inclinarme para despedirme unas personas me interrumpieron—

-oh kakyoin, al fin te encontramos después de clases, ¿hoy estás libre? Iremos a la nueva cafetería que acaba de abrir, dicen que venden unos bocadillos encantadores

-Oh, lo siento pero no creo que pueda

-Oh vamos, nos haz rechazado miles de veces, ¿acaso es porque eres famoso y ya no te interesa salir con gente como nosotros? —un chico de cabello rubio y ojos rasgados hizo un comentario innecesario. Era mi compañero de clases al cual evité por mucho tiempo gracias a mi miedo por socializar con gente popular.

-Yo... —mire por un momento al chico a mi lado— ¿quieres ir? —veía como una falta de respeto ignorarlo aún cuando su presencia era tan imponente. Aparte que tal vez sospecharian algo después de negarme tantas veces—

-Amm —miró un momento el grupo de chicos y después a mí, más que aceptar por placer parecía que lo hizo por lástima de no querer dejarme solo con esa bola de engreídos— claro.

-¡Bien! Entonces vamos —ellos parecían muy felices, claro, cualquiera lo estaría por probar un delicioso bocado de un pastel con forma de conejito y colores brillantes pero yo solo podía pensar en todo lo que debería pasar después para desaserme de esa mordida—

Al llegar era un lugar bastante cómodo y lindo, con calefacción y frases motivadoras en las paredes, como cualquier local indie. Pedí lo que tenía menos calorías diciendo que debía cuidarme por mi trabajo, entre risas y charlas, aprovechaba cualquier descuido para escupir una bola de masa masticada en una servilleta desechable y seguir sonriendo de esos chistes malos. Si yo vivía un infierno ahí por una razón, Jotaro también, lo había arrastrado a esa Incómoda situación y me sentía culpable de que pasara un mal rato.

-Por cierto kakyoin, ¿crees que yo pueda entrar en el mundo del modelaje?

-Oh, sí, cualquier persona puede —dejando de lado mi plato— solo necesitas entrar a la agencia correcta, Dio.

-¿y podrías ayudarme? Siento que sería la sensación por ser extranjero

-Seguro que sí —la comida comenzaba a sentarme mal, esa era la señal que necesitaba para salir de ahí— debo irme ahora, pero gracias por invitarme a pasar el rato —sacando de la cartera lo que habíamos gastado Jotaro y yo que no pasaba de los 30 dólares—

-¿Tan rápido? Pero si apenas empieza la fiesta

-Necesito hacer unas cosas, nos vemos mañana —despidiendome con una sonrisa, salimos recibiendo la fuerte ola de aire frío en nuestro rostro— lamento arrastrate a esto, se nota que no es lo tuyo —poniéndome mi bufanda de nuevo y comenzando a caminar.

-Está bien, parece que tampoco es tu estilo este tipo de gente.

-Tienes razón, ni siquiera sé porque lo hago —escondía más mi rostro en esa capa de tela blanca para tener más calor— ¿vives muy lejos?

-como a 30 minutos

-Podemos pedir un auto si quieres

-Puedo caminar, no hay problema —así seguimos todo el camino sin cruzar más palabras hasta llegar al crucero dónde nos separabamos— aquí me quedó yo.

-Nos vemos y de nuevo, gracias por lo de ayer y esta tarde... —ahora que lo recuerdo, no sabía ni su nombre— disculpa, tal vez sea un poco tarde pero ¿cómo te llamas?

-Kujo Jotaro.

-Oh, un placer, soy kakyoin Noriaki

-Lo sé —fue lo último que dijo para dar la vuelta y seguir su camino despidiéndose con su mano derecha sin mirar atrás—

A pesar de ser de pocas palabras, parecía un buen tipo, después de todo había aprendido hace mucho tiempo que no se debe juzgar a las personas solo por su apariencia.

Llegando a mi casa, de nuevo no había nadie, solo una nota en la nevera

“Hemos dejado la comida preparada”

Me seguía preguntando el porqué dejaban comida para mi cuando ellos fueron los primeros en quitarme todo.

Al abrir la puerta del refrigerador pude ver frente a mi todo un banquete, entonces ahí, toda esa determinación y autocontrol se desvanecían.

Tomaba todo lo que mis manos podían como si una especie de moustro atacará la cocina. Dejando grandes mordidas en cada pieza, sin terminar un plato para saltar al otro sintiendo como entraba y lentamente bajaba por mi garganta hasta mi estómago. Mis manos sucias por olvidarme de la existencia de los cubiertos. De rodillas llenando mi boca hasta explotar y no poder masticar, sin importarme si mi uniforme es manchado, sin importar mi imagen, estaba solo en casa, nadie podía ver ese estado tan asqueroso en el que me encontraba. Logrando calmar todo ese dolor de estómago que cargue durante todo el día hasta caer de espaldas viendo al techo y después el desastre que había dejado en la cocina.

Después de unos minutos mi cuerpo no lo resistió más, corriendo subí hasta mi baño dónde de nuevo tendría una segunda cita de rodillas pero esta vez frente a mi único amigo, abrazándolo fuertemente con ambos brazos de mi boca salía lo que hace unos minutos comí si es que esa es la forma de decir que me atragante con todo lo que vi, escupiendo hasta la última gota, sintiendo como incluso mi alma me abandonaba mientras lloraba a causa de las arcadas, ahora ni siquiera necesitaba los dedos tan profundos en mi garganta, mi cuerpo se había acoplado a la rutina, era por reflejo, está dentro y luego fuera.

Debo bajar la palanca, lavar mis dientes y cara volviendo a mi realidad, viendo que no soy como esos modelos de revistas de los cuales formó parte, gritándole al espejo del porque me muestra ese reflejo tan distorsionado, porque a pesar de todo seguía viendo como aún no era aceptable mi aspecto.

Llevaba mi uniforme hasta la lavadora, ponía un poco de música en un volumen alto en mis audífonos y me dedicaba a limpiar lo que había sido mi culpa mientras hacía bailes raros por culpa de la música. La única luz que me daba visibilidad era la que provenía de la nevera. Después de terminar todos mis pendientes, miró el reloj marcando las 2 de la mañana, es momento de irse a la cama para dormir y empezar un nuevo día mañana esperando que al despertar, todo sea una pesadilla.

Fin del cap.

Un bocado más [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora