~Experiencias~

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Narra kakyoin:

Habíamos vuelto a clases después de ese corto receso y en el cual, por primera vez logré disfrutar un frío diciembre.

Hoy al salir de la escuela me despedí de Jotaro y tomé un auto para ir con Avdol que al llegar parecía estar ansioso por la cita de hoy.

-¡Kakyoin! —siempre me recibía con una sonrisa y eso me ponía feliz— que gusto verte de nuevo, toma asiento por favor.

-También me alegro de verte —dejé mi maletín de lado y me senté frente a él— ¿qué tal tus vacaciones?

-Estuvieron bien, gracias. ¿Y las tuyas? —tomó su libreta, acomodó sus lentes y me miró en espera de las respuestas—

-Bien... Bastante frías como esperaba —di una sonrisa—

-Sí, a pesar de nevar solo un día... Cuéntame un poco más.

-Bueno, la navidad fue igual que siempre, mamá llegó con su novio y nos sentamos juntos... —recibí una mirada que claramente decía “sabes que no solo es eso” así que continúe hablando— la comida fue cuantiosa a pesar de ser solo 3.

-¿En serio? —escribía rápidamente en las hojas blancas—

-sí. Al final terminé comiendo solo un pequeño pedazo de pastel y algo de té.

-ya veo ¿Eso se mantuvo en tú estómago?

-... —sentí como un escalofrío me recorrió de pies a cabeza y solo pude dar una pequeña mentira— claro.

-Bien —su mano no paraba de deslizarse dejando un camino de tinta detrás— ¿Y en año nuevo?

-oh —una sonrisa se dibujó inconscientemente en mi rostro a lo cual él pareció darse cuenta— Bien... Salí con un amigo a ver los fuegos artificiales.

-Cuentame sobre eso

-Bueno... —terminé hablando sobre lo divertido que fue, incluso sobre la buena amistad que había hecho con Jotaro, cosa que le sorprendió pues para él mi único amigo era Polnareff. Incluso le conté sobre el abrazo al final del año lo cual causó una sonrisa en ambos— me gustaría volver a repetirlo —dije sin pensar a lo cual el parecía muy feliz—

-¿Y sabes que para eso debes mejorar, no?

-Sí... Lo sé.

-Kakyoin, me alegro por ti, encontrar una persona de tu misma edad y con varias cosas en común es algo maravilloso. Y si en verdad quieres seguir experimentado este tipo de cosas necesitas seguir tu tratamiento correctamente.

-...

Siendo sincero, sentí que era la primera vez que veía un avance en nuestra sesión de terapia y él también lo pensaba, al final pasé por los medicamentos y decidí volver caminando ya que debía comprar algunas cosas.

Avdol tenía razón, si quería seguir sintiéndome así debía poner de mi parte. Siempre tenía la misma motivación al salir de aquel departamento, sentía que podía encontrar esa esperanza, la forma de acabar con esto a cada paso que daba.

Comprando lo que necesitaba me di mi tiempo para comprar una bufanda que vi en el escaparate de una tienda de ropa, me sentía tan bien que incluso me arme de valor y entre a una pastelería dónde compré un pequeño muffin de cerezas. Hice una parada en el parque cercano a mi casa dónde pude descansar y retomé mi camino cuando vi que la noche comenzaba a tomar su preciado tono oscuro. Al llegar a casa me sorprendió ver los zapatos acomodados en el recibidor, sabía que eso significaba que estaban allí, esperándome.

-Estoy en casa —grité y tan rápido como pude intenté subir a mi cuarto cuando me detuvo la sería voz de mi madre proveniente de la cocina—

-Noriaki —me llamaba por mi nombre para que bajara—

-Buenas noches, mamá —mire como su novio estaba afuera fumando mientras hablaba por teléfono—

-Me dijeron que tuviste que ir hoy por tu médicamente, ¿lo hiciste?

-sí, saliendo de la escuela —trataba de hablar lo más formal posible—

-¿Vas a cenar? Pedimos sushi

-No tengo hambre, gracias —di la media vuelta para salir rápido del lugar pero de nuevo ella me detuvo—

-¿Piensas encerrarte a tragarte esa basura pero no quieres cenar con tus padres? —se había percatado de la pequeña caja color rosado dónde iba el postre—

-No es eso —dije en voz baja—

-Entonces toma asiento.

-En verdad no tengo hambre, comí antes de ir a la terapia.
—claramente era una mentira que ella no creería—

-¡No puedes hacerme esto Noriaki! —levantó la voz enojada— ¡Si piensas engordar y matarte al menos hazlo comiendo con nosotros!

-... —guardé silencio un momento— pero... —sentí un fuerte calor en mi mejilla izquierda, había recibido una buena cachetada de su parte—

-¿Quieres matarme a mi también haciendo todo esto?
Si tienes planes de morir hazlo solo —de sus ojos caían lágrimas mientras me miraba furiosa. Su pareja entró para intentar calmarla—

-Kakyoin, ¿por qué no subes a tu habitación? Yo te llevaré la cena —mientras la abrazaba—

No dije nada y solo asentí, como pude llegué a mi cuarto cerrando con llave mientras temblaba del pánico y ansiedad que me consumía en ese momento. Lloraba y daba pequeños sollozos mientras tapaba mis oídos para evitar escuchar los gritos y el llanto de mi madre, aún si era inútil, ya que podía oír perfectamente como algunas cosas se rompían o los pasos que se acercaban rápidamente sobre el pasillo pero que eran detenidos por el hombre afuera.

Desde pequeño a mi madre le molestó que comiera golosinas o cualquier cosa que fuera potencialmente azucarado o grasoso. Mi padre la engañó cuando yo apenas tenía 2 años, y aún si ella logró hacer que se quedara, él nunca pudo volver a amarla. Por su trabajo pasaba bastante tiempo fuera de casa, lo entendí una vez tenía más edad, pero durante mucho tiempo mi mente fue nublada por los deseos y comentarios egoístas de ella. Los rumores de mi familia se hicieron correr en todos los lugares a los que íbamos, el maltrato, los engaños, todo me hacía ver como un mal niño por lo que nunca pude hacer un amigo hasta preparatoria.
Ni siquiera sé cuando comenzó esto, estoy seguro que fue mucho antes de que pudiera darme cuenta del daño que estaba recibiendo.
Al final mi padre se terminó divorciando para irse a vivir a Italia, siempre que podía venía a verme hasta que ella se lo prohibió. No pasó mucho tiempo para que ella empezará a buscar consuelo en otros brazos, la mayoría de los hombres con los que salía solo la buscaban por su dinero o poder hacer lo que quisieran con ella y a pesar de todo yo siempre la defendí recibiendo golpizas que me mandaron al hospital más de una vez pero creo que ante sus ojos yo solo era un niño celoso y malcriado.

No podía escuchar nada, parecía que todo se había calmado, seguramente habrían salido. Me aseguré de que no hubiera nadie y pude calmarme poco a poco.

Recostado en mi cama miraba aquella caja rosa sobre mi escritorio por un buen rato hasta sentir como mi estómago ardía por querer devorarlo, mi salivación aumentaba y todo daba de vueltas.

Molesto conmigo mismo me levanté de golpe cayendo al suelo por el mareo, tomé esa caja y a punto de estallarla contra la pared me detuve en seco para después caer de rodillas llorando.

-No puedo hacerlo... Debo ser fuerte —me dije para darme ánimos mientras lloraba—

Perdí la noción del tiempo, eran las 3 de la mañana y mis ojos ardían con el simple hecho de mantenerlos abiertos. Dejé aquel antojo en un lugar dónde no pudiera verlo y bajé para tomar una mandarina de la canasta de frutas y subir nuevamente para comer poco a poco cada gajo mientras lloraba, hacía un esfuerzo para que todo quedara dentro y a pesar de sentirme miserable, logré acabarla, mi primera comida del día, había logrado pasar los 10 minutos sin devolver nada, creo que era el primer paso para volver a tener aquellas experiencias.

Fin del cap.

Un bocado más [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora