Un bocado más [Jotakak]

~Melancólia~

Narra Jotaro:

Cuando el doctor dijo aquellas palabras mis piernas temblaron y en un segundo me encontraba en el piso con todo dando vueltas a mi al rededor. Sentí como la vida me era arrebatada en un suspiro. No podía ser cierto, tenía que ser una mala broma del destino que todo terminará de esta manera, me niego a creer que ya no hay nada que pueda hacer, ¡sé que tú no eres así! Sé que eres fuerte así que no, por favor, no me dejes...

-Debido a su estado, seguirá en cuidados intensivos...—los sollozos y llanto de las mujeres resonaba en toda la sala, Polnareff lloraba en los brazos de Avdol quien aún reprendia todos sus sentimientos... Dio, él ni siquiera podía reaccionar, parecía que no creyera que todo eso estuviera sucediendo— Lo lamento mucho pero tengo que ser sincero con ustedes. El joven no tiene muchas posibilidades de sobrevivir la  noche —Aquella confesión sólo hizo que nuestros corazones se destrozaran aún más— Necesito hablar con los padres, sé que es difícil pero volveré una vez que se encuentren mejor.

Pidiendo lo imposible se alejó para hablar con otra doctora que nos miraba con cierta pena y no solo ella, todos ahí nos tenían cierta lástima. “Eran muy joven” “Dicen que era modelo, pobre chico” Todos decían lo mismo, se lamentaban en los que creían, eran los últimos respiros del pelirrojo, daban por echo que te irías pero yo no.

Nadie de nosotros dijo nada, no teníamos ánimos ni palabras para expresar algo que diera esperanza al otro porque cada uno de nosotros también lo necesitaba. Justo en ese momento llegaron Rohan y Reimi, se detuvieron al vernos devastados y no tuvieron que preguntar pues sabían lo que sucedía y aunque también lloraban trataron de consolarnos como podían. Incluso Avdol necesitaba un buen consejo y palabras de aliento. Dio estaba enojado, frustrado, daba golpes al aire y tiró algunas sillas antes de salir a quien sabe dónde. Sadao trataba de consolar a mi madre pero nunca la había visto más triste, ella realmente le había tomado un inmenso cariño, lo amaba como a otro hijo y estoy seguro que él la veía como su madre... Todo esto solo podía hacerme sentir peor. La progenitora de Nori estuvo a punto de desmayarse por la impresión y su padrastro no podía dejar de llorar. Un escenario tan triste y catastrófico acompañado de la peor sensación del mundo, algo que nunca podría borrar de mi mente.

El reloj ahora avanzaba con más rapidez y la mañana estaba a punto de mostrar sus primeros rayos de sol. El médico volvió por los padres de Nori y le ofreció a Holly ir con ellos, aunque mi padre la detuvo diciendo que eso solo la lastimaria más ella se armó de valor y aceptó. Desaparecieron por un buen rato, solo ellos podrían verlo a través de la ventana de su habitación. Estaba preocupado por ambos, ella vería el estado de su otro hijo en tan horribles condiciones mientras que él se debatía entre la vida y la muerte. Vamos Kakyoin, sé que la muerte puede ser hermosa, simple y tentativa, pero dime si a dónde vas tienes el hermoso mar, la arena entre tus dedos desnudos, el sol tostanto tu pálida piel, el otoño, esa hermosa estación dónde nos conocimos... Dime si a dónde vas tendrás la oportunidad de seguir pintando. Mira a tu alrededor, todos a los que les importas están aquí reunidos esperando que sigas luchando para quedarte con nosotros. Dijiste que necesitabas de Dio para no sentirte solo... ¡Pero es que ya no estarás solo nunca más! Creo que ambos nos dimos cuenta de nuestra soledad demasiado tarde.

Aún cuando lograba calmarme pronto mis ojos volvían a cristalizar se. Daba vueltas de un lado a otro mientras esperaba que mi madre saliera y siendo sincero, no que que esperaba obtener, tal vez que ella saliera feliz diciendo que todo estaba bien pero lo que vi fue todo lo contrario y mucho peor de lo que quería imaginar. Primero salió mi madre quien hacía su máximo esfuerzo por mantenerse de pie y fue corriendo a los brazos de mi padre.

-¡No es Justo! ¡No es justo! —Gritaba desde lo profundo de su alma con algo que eriza a mi piel, era como si tomarán mi corazón y lo aplastaran con una fuerza descomunal.