Sabor Cereza

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Narra Jotaro
Han pasado cuatro días desde que kakyoin ha faltado a clases, desconozco la razón, algunos dicen que es por trabajo pero estoy seguro que no es así. No ha respondido mis mensajes en todo este tiempo, tampoco las llamadas, así que tomé la decisión de visitarlo pero no logré encontrarlo en casa, así fue hasta que pronto llegó la época de estudiar para los exámenes y entonces volvió como si nada, con una sonrisa mientras saludaba a todos, de algún modo lograba frustrarme.

-Hey! Kak, hola.

-Hola Jotaro —con su sonrisa inflaba sus inexistentes mejillas mientras sus ojeras estaban más marcadas que de costumbre y una piel demasiado seca que ninguna crema serviría— ¿cómo estás?

-Bien, pero ¿por qué no venías? Estuve tratando de contactarte y no obtuve respuesta.

-Lo siento, estuve enfermo y tuve que faltar unas semanas, pero como ves, ya estoy mejor —dando una pequeña vuelta sobre si mismo— no te preocupes, solo fue un resfriado —sonaba bastante seguro—

-De acuerdo... —esa mañana decidí no indagar más sobre el tema, sabía que no obtendría otra respuesta. Al terminar logré verlo antes de que pudiera escapar—
¿Tienes planes para hoy?

-Solo estudiar hasta quedarme dormido —en tono de burla ya que todos debíamos hacer lo mismo—
¿Por?

-¿Te parece si estudiamos juntos? Faltaste por un buen tiempo y seguro habrá temas que necesitan más explicación que eso —señalé el montón de hojas en su mano—

-Hmm —con una risilla y un suave golpe de su codo en mi estómago indicó que sí—De acuerdo.

-Vayamos a mi casa

-Bien

Así había logrado una segunda visita del chico pelirrojo en mi hogar el cual no tardó en llenarse de gritos de emoción de mi mamá y en las mil pláticas que tuvo con kakyoin sobre plantas, porcelana, Japón y la escuela, cosa que no sabía que fuera posible, emocionarse por hablar de cosas tan aburridas.

-Bueno, iré a la tienda por algunas cosas, no tardo.
—no sé qué había entendido mi madre pero antes de salir de la habitación me guiño el ojo lo cual me causó un poco de gracia—

-Bueno, ¿empezamos? —se sentó frente a mi con su libro abierto—

-Sí

Sabía que Noriaki era un chico inteligente, pero en aquella ocasión le costaba demasiado retener las cosas, parecía morir del sueño y cansancio e incluso llegué a verlo frustrado por las letras que no entraban en su mente, cosa que me hacía reír, no pensaba que alguien como él me hiciera sentir de este modo con cosas tan triviales. Podía dejarlo en ese estado un rato más, pero la noche no era eterna y el sol ya se había ocultado así que me levanté y estiré mi cuerpo hasta oír mis huesos crujir para darle con un gran libro de álgebra en la cabeza sacándolo de sus pensamientos.

-¿Eh? ¿Ya terminamos?

-creo que por hoy es suficiente —veía como guardaba sus cosas con un rostro desanimado, no creí que unas malas calificaciones le causarán tanto conflicto—

-¿Seguimos mañana?

-Me parece bien

De este modo seguimos el ritmo hasta unos días antes de la dura batalla que se avecinaba, y no sólo aquellas preguntas escritas en una hoja, si no algo que nos llevaría a un abismo desconocido del cual solo nosotros seríamos capaces de salvarnos.

-Jotaro, tú madre es demasiado linda, mira, nos trajo té y galletas —ellos dos habían echo una amistad bastante peculiar, puedo decir con seguridad que no lo he visto disfrutar otras galletas que no sean las que cocina mi madre especialmente para él—

-Sí, seguro —el reloj marcaba el final de nuestra sesión pero esa ves le insistí en que se quedara un poco más, ni siquiera sé porque—

-No sé si esto sea suficiente... —unos ojos desanimados y con falta de confianza me hicieron fruncir el ceño y morder mis labios con fuerza, lo que menos quería era verlo de ese modo—

-Hemos repasado los apuntes por días, has aprendido todo, ahora descansa —lo veía caminar de un lado a otro algo paranoico mientras yo estaba recostado en mi cama—Basta Nori. —me dispuse a detenerlo por los hombros dándome cuenta de lo delgados que eran— no pienses de más, solo relajate, saldrás bien.

-Pero... —en ese momento puso una cara bastante linda, con unos ojos perdidos en mil futuros posibles dónde ninguno le mostraba lo que yo haría—

-Nori...

cerré mis ojos y me acerqué poco a poco hasta sentir unos fríos labios chocando con los míos, inmóviles por la sorpresa que después cedieron a los míos con un ligero olor a tabaco mientras que los suyos tenían un suave sabor a cerezas debido a la mermelada de las galletas, era como un dulce adictivo el cual no quería dejar de probar nunca, hasta que el aire hizo notar que lo necesitabamos y tuvimos que separarnos. Kakyoin no dijo nada, el leve sonrojo en su piel traslúcida me hizo saber que estaba bien. Acariciando su cabello volví a acercarme pero él me detuvo poniendo su mano entre nuestros rostros.

-Lo siento Jotaro

-Ah no, es culpa mía por hacerlo sin pensar. —me alejé unos centímetros sin despegar mis ojos de los suyos los cuales habían adquirido un lindo brillo haciendo que el corazón me latera tan rápido como pidiendo a gritos poder salir de mi y correr tan lejos como pudiera. Todo empeoró cuando él soltó una risilla mostrándome parte de su dentadura sin llegar a lo vulgar cubriéndose con la mitad de su mano, tal vez por vergüenza.—

-Nos vemos mañana, Jotaro. —tratando de entender lo que causó aquella reacción giré al espejo dónde me había dado cuenta que mi Moreno tono de piel no fue suficiente para ocultar el color rojo en mis mejillas y orejas, por primera vez, yo, kujo Jotaro, me había avergonzado por alho como un beso— gracias por lo de hoy. —salió de la habitación con una sonrisa, solo pude alcanzar a escuchar como se despedía de mi madre y ella corría a mi cuarto bastante emocionada—

-Al parecer lograron estudiar bastante, Noriaki se veía muy feliz —llevando la bandeja vacía de las galletas con ella— y tú también —me dio una sonrisa que no puedo describir, pero a pesar de siempre verse feliz, está era como un abrazo a mi corazón—

No podía creer lo que había sucedido en ese lapso de tiempo, salí al patio a fumar para calmarme pero era inútil, ni siquiera la fuerte nicotina de toda la cajetilla lograba recrear el éxtasis de hace un minuto. Lamia mis labios en busca de aquel sabor vibrante recordando cada detalle de su rostro, tacto y respiración. Dejé el cigarro de lado para entrar dispuesto a dormir pasando el resto de la noche con una sonrisa.

-kakyoin Noriaki... ¿Quién eres para lograr esto?

Fin del cap.

Un bocado más [Jotakak]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora