{Beautiful Maze}

{31}

Últimamente cada vez me costaba más sacar a Chris del piso o el estudio. Interpretaba que no tardarían en haber un comeback, pero temía por su salud; era especialista en olvidarse de ella para que todo saliera bien. Por suerte ya llevaba dos veces seguidas que me hacía caso. Ese día en concreto terminamos comiendo en un bar cercano de la cafetería donde tenía que ir a trabajar, aunque eso él todavía no lo sabía.

—Enseguida me tengo que ir. —Dio dos golpecitos en la mesa con su palma.

—Un día de descanso no te vendría mal. —Cogí el último trozo de carne que quedaba. Lo miré para ver si lo quería y él negó dándome carta blanca—. Podemos volver a ir a la playa que te llevé la otra vez o buscar cualquier otro sitio. No es problema.

Chris conectó su mirada con la mía y sonrió mientras negaba con la cabeza.

—¿No te cansas de ser tan perfecta? Debe de ser taaan difícil.

—Se hace lo que se puede. Tengo que estar a tu altura.

—¿Puedes aceptar un cumplido sin devolvérmelo?

—¿Y tú? —Le saqué la lengua y escuché su risa en respuesta.

—Touché.

Me bebí lo poco que quedaba en mi vaso.

—Yo también tendré que irme enseguida. Empieza mi turno.

—¿Tu turno?

Lo miré y ladeé la cabeza, pero al instante caí en que al final no se lo conté.

—Hostia, cierto. Lo siento, no recordaba que no te lo había contado.

Chris se sentó bien y apoyó los codos sobre la mesa para escucharme de más cerca.

—Cuando Lizzie y Minho rompieron empecé a trabajar los turnos de Lizzie en la cafetería.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Lizzie necesita ese dinero para ser independiente de su familia y al mismo tiempo me servía para desconectar de toda la mierda que había allí.

Chris puso una mano sobre la mía, aunque al instante la separó al darse cuenta de que estábamos en público. A pesar de eso podía sentir el calor de su mano y lo que trataba de decirme con ese gesto.

—Lizzie tiene suerte de tenerte. Eres increíble, Marta.

Sonreí y me puse un mechón detrás de la oreja.

—Gracias...

—¿Y por qué vas a ir hoy? Lizzie ya está bien, ¿no?

—Sí, ya ha vuelto a la marcha, pero Lizzie hoy tenía algo que hacer y Yangmi me ha pedido como favor que fuera.

—¿Sobre qué hora terminas? Igual puedo pasar a por ti cuando salga de la empresa.

—No voy a terminar a las seis de la mañana. —Alcé una ceja.

—Ja ja ja qué graciosa. Puedo salir antes y así pasamos la noche juntos.

Cuando lo escuché me puse recta y alcé una ceja.

—¿He oído bien?

—Lo has hecho.

—¿Toda la noche?

—Enterita.

Sonreí sin mostrar los dientes.

—Salgo a las cinco. Ayudaré a Yangmi a dejar todo listo para mañana y fin.

—Entonces seré puntual.

Se agachó, cogió su mochila y se dispuso a sacar la cartera de ella. Yo me estiré y le di una palmada en la mano haciéndole soltarla.