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Cuando trabajaba en la biblioteca me daba mucha curiosidad ver lo que leía la gente. Siempre he sido el tipo de persona que trata de mirar la portada del libro de una persona que está leyendo en el tren. Me entretiene y me ayuda a conocer un poco más de esa persona, además de que a veces me sirve para hacerme recomendaciones futuras. Cuando me tocaba repartir todos los libros que habían devuelto en las diversas estanterías tardaba más de lo normal, leía de qué iba cada uno de ellos y me interesara o no el tema disfrutaba con ello, aunque solo conseguía hacerlo hasta que mi supervisora se daba cuenta y me metía prisa. ¿Qué ganas tenía de que acabara rápido? Tampoco se puede decir que una biblioteca sea un lugar súper dinámico que necesita velocidad. Así que después de quejarme por dentro, sonreía a la mujer y empujaba el carro hacia el siguiente pasillo.

Ese día me tuve que quedar un poco más tarde de lo normal porque uno de los ordenadores no funcionaba y Axel y yo tuvimos que utilizar el mismo durante todo el día, cosa que terminó mal porque fuimos con retraso hasta el final.

—Odio las máquinas. Las odio con todo mi corazón.

—Tranquila, no nos queda tanto.

—MENOS MAL.

—No seas quejica.

—Es parte de mi esencia. ¿A caso puedes pedirle a un gato que no maúlle? Pues igual.

Axel negó divertido y tecleó con rapidez los últimos títulos que nos quedaban por registrar. Al terminar alzó los brazos para estirarse y sonrió satisfecho.

—Fin.

—Mi héroe. Si mañana terminamos antes te invito a cenar.

—¿Cómo voy a rechazar esa oferta? —dijo mientras se levantaba y cogía su chaqueta del respaldo de la silla.

—Exacto. —Me puse la chaqueta y me la abroché hasta arriba; desde hacía unos días estaba haciendo un frío tremendo.

—Venga, que por fin podemos salir. —Me pasó un brazo por los hombros y caminamos hacia el ascensor. Axel y yo nos habíamos vuelto cercanos desde hacía un par de meses cuando presencié algo que en teoría no debería. Al salir de clase lo vi hablando con un chico, me acerqué para saludar, pero de repente se dieron un beso. No lo vi algo raro, pero al parecer ni la familia de Axel ni muchos amigos cercanos sabían que era bisexual. Yo le prometí que no diría nada y le dije que yo también lo era. Quizás fue el hecho de que comprendí y prometí guardar su secreto o simplemente el sentimiento de unión que existe entre las personas que se han sentido discriminadas o desvalorizadas en algún momento de su vida por lo que son, fuera lo que fuese Axel y yo nos hicimos grandes amigos. Se convirtió en alguien muy importante para mí en poco tiempo.
Al salir del ascensor nos dirigimos a la salida de la biblioteca, por el camino nos despedimos del guardia que se quedaba algunas noches y finalmente salimos.

—¿Has pensado ya qué hacer con...? —Empecé a decir, aunque antes de poder terminar la frase él me interrumpió:

—¿Ese encapuchado es amigo tuyo? —Señaló con la cabeza de forma disimulada hacia un banco. Miré hacia donde él había señalado, ladeé la cabeza confundida porque no estaba segura, pero cuando se bajó la mascarilla tuve claro que sí lo era.

—Sí, me da que hoy también tendremos que separarnos.

—Pues sí. Creo que ya me estoy acostumbrando a que vengan a verte encapuchados, pareces parte de una mafia.

—Esa ha sido buena. —Reí ante su ocurrencia y le di un abrazo antes de que se fuera sin mí. Empecé a caminar hacia el encapuchado y él hizo igual que yo, cuando estuvimos enfrente el uno de la otra él sonrió e hizo un gesto con la cabeza en saludo.

{Beautiful Maze}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora