{Beautiful Maze}

{8}

Entré a la cocina con Chris y miré todas las cosas que habían sacado para cocinar.

—Menos mal que ganáis dinero suficiente porque alimentaros a vosotros es como dar de comer a un regimiento.

—Además tenemos buen apetito todos.

—No me digas—sonreí divertida encendiendo el fuego.

Aprendí a cocinar prácticamente por supervivencia; cuando cumplí dieciocho para estudiar lo que quería tuve que ir a otra ciudad, allí aprendí a cocinar la mayoría de cosas básicas casi por obligación, aunque he de decir que nunca se me quemó nada o tuve que pedir una pizza como segunda opción.
El tema es que me gustaba bastante, sobre todo experimentar con cosas diferentes, por eso todos los miércoles cocinaba para Lizzie y Alice algo coreano nuevo o algún experimento, me hacía ilusión además de que me encantaba oír cumplidos de mi cocina.

Chris cogió una patata y se puso a pelarla concentrado en ello. Me apoyé en la encimera mirándole trabajar y no pude evitar sonreír al ver su ceño levemente fruncido y sus labios apretarse demostrando su concentración.
Su expresión se aflojó cuando acabó y se dio cuenta entonces de que le había estado observando. Aparté la mirada algo avergonzada porque me hubiera pillado de lleno y cogí una bolsa de arroz intentando abrirla, pero o estaba demasiado bien cerrada o mis manos estaban nerviosas por mi vergüenza.

—Tranquila—me quitó de las manos la bolsa y la abrió con facilidad extendiéndola hacia mí—. ¿Qué ha sido eso?—sonrió ampliamente.

—No quería molestarte, solo...

—No lo has hecho, no te preocupes por eso—interrumpió mis palabras, pero cuando terminó me miró con una sonrisa dejándome continuar.

—Solo es que me gusta ver cocinar a la gente que...—callé antes de decir "que me gusta" y rectifiqué a tiempo—, a los hombres

—¿Y eso por qué?—dijo preparando los ingredientes para la salsa.

—Es un signo más de igualdad—eché la carne a una sartén para que comenzara a hacerse.

—Creo que vas a tener que desarrollar eso.

—Desde hace mucho las que cocinábamos éramos nosotras; teníamos que esperar en casa con una sonrisa en la cara y una comida rica para nuestros maridos. Ver que actualmente hay mujeres que no saben cocinar y hombres que prefieren encargarse de eso es un paso más para la igualdad. Obviamente es igual de válido ser mujer y que cocines para tu familia, pero siempre que sea lo que quieres hacer y no recaiga todo el trabajo doméstico sobre ti—dije tranquilamente mientras cocinaba la carne.

Escuché como Chris dejaba el cuchillo con el que troceaba las patatas sobre la tabla de cortar y le miré de reojo: estaba apoyado en la encimera con los brazos cruzados y una sonrisa en los labios.

—En mi familia mi padre y mi madre siempre han trabajado de forma equitativa; he sido educado así, pero además de eso me gusta ser autosuficiente, no me gustaría obligar a hacer cosas que yo mismo puedo hacer a mi futura pareja, sería desconsiderado de mi parte.

—Me encanta hablar con un hombre que no me llame radical.

—¿Radical por creer que tú y yo tenemos los mismos derechos en este mundo? Sería absurdo no pensarlo.

Sonreí inmediatamente al escuchar lo que decía con total sinceridad. No había nada que me gustara más que una buena conversación, de esas en las que te sientes a gusto, en las que sientes que estás donde quieres estar, no habría otro sitio mejor. Hablar con Chris de temas de ese tipo siempre era un alivio para una mujer acostumbrada a estar rodeada de hombres irrespetuosos durante su adolescencia, era bastante reconfortante.