Por la tarde, Freya estaba nerviosa, demasiado nerviosa. Pasé mis manos por sus hombros, sintiendo cómo su cuerpo temblaba bajo el contacto.
—No estoy embarazada —repitió, su voz un susurro tembloroso que me llenó de inquietud.
—Vamos a saberlo. Si estás embarazada, no hay drama —murmuré, aunque sabía que eso sería un gran drama. La idea de ser padre me aterraba, especialmente si el niño era de él.
—No quiero tener un hijo. Soy muy joven y... —su voz se quebró, revelando la angustia que la consumía.
—Si estás embarazada, haremos lo que tú quieras. Si no lo quieres tener, no lo harás. Yo no puedo obligarte —le dije, intentando calmarla, aunque la ansiedad me apretaba el pecho.
—¿Pero eso no estaría mal?
La frustración empezaba a burbujear en mí. ¿Por qué tenía que cuestionar cada detalle?
—No, no está mal —murmuré, tratando de sonar más firme de lo que me sentía.
—¡Hermano! ¿Cómo estás? —dijo Zabdiel, saliendo de su oficina. Me levanté de la banca y le di un abrazo que intentó sacarme de mi torbellino.
—¡Zabdiluchi! —sonreí, aunque la tensión en mi pecho no se disipó.
—¿Y bien? ¿Por qué no pasan? Así le tomo la muestra de sangre y vemos qué está causando todo lo que me contaste —dijo él. Freya fue la primera en pasar. —¿Ya son pareja? —me preguntó, su mirada curiosa.
—Ya quisiera yo. Según Sam, soy su sugar daddy —bufé, pero la broma no me quitó la preocupación.
—Sam siendo Sam —respondió Zabdiel, mientras desaparecía en su oficina.
(•••)
Zabdiel me había prometido que mañana me enviaría los resultados de los análisis. Estaba nervioso, demasiado nervioso.
Miré a Freya; ella estaba tensa, su cuerpo temblando como si fuera a estallar en cualquier momento.
—¿No quieres un masaje? —le pregunté, la idea brotó de mis labios antes de que pudiera pensar en las consecuencias.
—¿Eh?
—Tengo un salón de masajes. La chica que me hace masajes es excelente. ¿Te gustaría? —la miré a los ojos, buscando su aprobación.
—No creo que...
Me levanté de la silla y tomé su mano, llevándola conmigo.
—Vamos —le dije, y finalmente ella asintió, aunque con dudas.
Caminamos hasta la sala de masajes. Abrí la puerta y entramos juntos, el aire estaba impregnado de un aroma relajante, pero la tensión entre nosotros era palpable.
—Puedes desnudarte y recostarte en la camilla. Pon esa toalla sobre tu trasero —le dije con voz suave, intentando que se sintiera cómoda.
Ella asintió, pero arqueó una ceja.
—¿Piensas que me desnudaré contigo aquí? —me preguntó, con una mezcla de sorpresa y desafío.
—Eh... Perdona —dije, sintiendo que el calor subía por mis mejillas.
Salí del lugar y justo vi a la encargada de los masajes, así que la detuve.
—Selor Vélez, ¿le apetece un masaje? —me preguntó con una sonrisa.
—No, Miranda. ¿Cómo puedo hacerle un masaje a Freya? —le pregunté, tratando de ocultar mi ansiedad.
—No hace falta que lo haga usted. Para eso estoy yo —dijo, frunciendo el ceño.
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Subasta ||C.V. ||TERMINADA
Fanfiction-¿Por qué haces esto? ¿Qué es lo que quieres de mí? ¡Déjame en paz! Esas eran las únicas palabras que lograban escapar de mis labios cada vez que lo veía. Sus ojos verdes, siempre tan seguros, solían hacerme sentir protegida... hasta que dejaron de...