『18』Sombras.

1.8K 152 10
                                    

Al llegar a la casa, lo primero que hago es correr a la habitación. ¡El hombre era hermano de Eduard! ¿Por qué Christopher no me lo había dicho?

—Nena, yo...—dijo él, pero me encerré en el baño de la habitación. —Princesa...—murmura del otro lado de la puerta.

—Déjame sola... por favor—es lo único que digo.

—Nena, necesito hablar contigo—dijo, y yo negué con la cabeza.

—No quiero hablar contigo, Chris—dije, colocando mis manos sobre el lavabo, mirando mi reflejo en el espejo.

—Sé que te sientes mal, lo entiendo. Pero, mi amor, abre la puerta.

—No quiero verte, Chris—murmuré.

—¿Y si quiero hacer mis necesidades?—pregunta.

—Ve a cagar al baño de abajo—bufé, y él rió.

—Nena, hablemos como adultos.

—Yo no soy adulta, apenas tengo dieciocho.

—Bueno, hablemos como adolescentes hormonados—bufa.

—No quiero sexo—gruñí.

—Yo tampoco, quiero hablar contigo—suspira.

Me acerqué a la puerta y la abrí. Christopher estaba de pie, observándome con una mezcla de preocupación y frustración. No dije nada, solo permanecí mirando sus ojos, buscando respuestas que no tenía.

—¿Estás molesta?—preguntó, frunciendo los labios. —Sé que no planeabas pasarlo de ese modo.

—Lo vi, Christopher. Él sigue ahí, como un maldito acosador. ¿Por qué mandaría a su hermano de no ser así?—pausé, recordando aquellos ojos verdes que me observaban desde el fondo. —Estaba sentado varias sillas atrás, quiere hacernos daño, lo sé, lo presiento.

—¿Crees que yo dejaría que se acercara a ti? Mujer, eres como una parte mía, te quiero, con todo y tus supuestos defectos. ¿Piensas que yo dejaría que ese hombre te dañase? ¡Ni de coña! Primero debe pasar sobre mi cadáver para tocarte un solo pelo —lo dice con sinceridad, y de repente, instintivamente, lo abracé, sintiendo su calor.

Su perfume llenó mis fosas nasales, y vaya que olía bien el condenado.

—¿Estás seguro que no lo dices solo porque gastaste dinero en mí?—pregunté, escéptica.

—¿Crees que es por eso?—pregunta, besando mi cabeza. —Eres lo más hermoso que tengo en mi puta vida. ¿Crees que no movería el cielo, el mar y la tierra por ti?—su mano acaricia mi cabello, y puedo oír su corazón latiendo con fuerza.

—Gracias—digo, apretando mis labios entre sí.

—Nunca agradezcas nada—levanto la mirada, y nuestros ojos se encuentran.

Uní nuestros labios en un beso suave, de una manera no sexual, pero cargada de emociones.

—¿Por qué tienes tantos tatuajes?—pregunté, alejándome de su boca mientras ambos comenzamos a caminar hacia la cama, aún abrazados.

—Me gustan—sonríe, pero su expresión cambia cuando me mira a los ojos.

—¿Tienen algún significado?—pregunté cuando llegamos a la cama.

Christopher se sienta y me obliga a sentarme en su regazo.

—Sí, algunos tienen significados importantes...—acaricia mis muslos, y una corriente de tensión atraviesa el aire.

—¿Te has hecho alguno por una persona?—pregunto, con una creciente curiosidad. Él permanece callado, pero su mirada revela más de lo que dice.

—The shadows were always on my side—dice, y yo frunzo el ceño. —Las sombras siempre estuvieron de mi lado, eso dice uno de mis tatuajes, uno de los que tengo en el brazo—suspira.

—¿En quién pensaste cuando te lo hiciste?—la pregunta pesa en el aire.

—Durante meses estuve vigilando a una mujer. Esta mujer me parecía única, me hacía querer hacer de todo por ella. No era un amor sano, no es un amor sano.—muerde sus labios, y mis latidos aumentan.

—¿Sigues con ella?—pregunté, la inquietud surgiendo en mi pecho.

—Sí—dice, abriendo mis ojos en grande.

—¿Le estás siendo infiel? ¿Conmigo? ¡Lo debí suponer! ¡Sam estaba mintiendo!—digo, cuando estaba por levantarme, Christopher sonríe y me sujeta por las caderas.

—Tú eres esa mujer, ¿no te das cuenta?—pregunta, y el aire se vuelve denso.

—¿Qué?—pregunto, sintiendo el nudo en mi estómago.

—Tú eres mi puto amor prohibido y te estuve siguiendo a ti, por mucho tiempo—dice, y su voz es una mezcla de deseo y posesión. —Hasta que al fin te tuve en mis brazos. Créeme, ya no te librarás de mí—sonríe, pero hay un destello oscuro en su mirada.

Me acerqué a sus labios para dejar un casto beso, y la tensión se disparó.

—Eres muy tierno—hago una mueca.—Y muy perturbante a la vez—me reí, pero mis palabras estaban teñidas de inquietud.

—Al menos logré mi cometido. Este tatuaje dice que estaba entre las sombras; salí y te conseguí. ¿No crees que valió la pena?—pregunta, su voz suave, pero con un matiz de firmeza.

—Salvaste mi trasero, así que sí, valió la pena—sonreí, pero mi mente no dejaba de dar vueltas.

—Levántate, fue un día largo y tengo ganas de dormir—murmura, haciendo una mueca que intentaba ocultar la tensión acumulada entre nosotros.

—Yo no quise—.

—Solo levántate.

—Sé que soné como una interesada, pero sabes mejor que nadie que no lo soy.

—Tranquila, lo sé, pero en verdad, tengo sueño—me dedica una sonrisa de boca cerrada, pero hay algo en su mirada que me hace dudar.

Mientras me levanto, la pregunta persiste en mi mente: ¿qué tan lejos estaría dispuesto a llegar por mí? La sombra de Eduard seguía acechando, y la incertidumbre nos rodeaba como un velo.

Subasta ||C.V. ||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora