『20』Presente y pasado.

1.7K 138 28
                                    

Me senté sobre el regazo de mi novio, observando su rostro iluminado por la pantalla del celular. Su sonrisa era contagiosa, pero algo en mi pecho se encogía al pensar en lo que podía venir.

—¿Qué haces, cariño?—le pregunté, sintiendo cómo abría sus brazos para que me recostara sobre su pecho.

—Hablaba con mi padre. Están emocionados por conocerte—me sonrió, su voz suave me envolvió en una calidez momentánea.

Su boca se unió a la mía en un beso delicado, como solo él sabía hacerlo, llenándome de tranquilidad, aunque el aire pesado de la sala me recordaba que no todo era perfecto.

—Señor Vélez—musitó Diana tras de mí, interrumpiendo nuestro momento.

Christopher se separó levemente, su mirada pasó de mí a Diana, y su expresión cambió.

—¿Qué pasa?—preguntó, su voz se tornó seria.

—El señor Colón lo necesita—informó Diana, y un escalofrío recorrió mi espalda.

—¿Cuál es su nombre?—inquirió Christopher, su tono firme.

—Eduard—respondió Diana, y en mi mente, su nombre resonó como una advertencia.

—Está aquí—murmuré, el miedo comenzaba a apoderarse de mí.

Christopher le hizo un gesto a Diana para que se alejara y, al levantarse de la silla, me atrajo hacia él, envolviéndome en su abrazo protector. Temblaba, no solo por la fragilidad de mi traje de baño, sino por el temor a lo que venía.

—Está en la puerta—susurró, acariciando mi espalda mientras sus labios buscaban mi frente.

—Ve a la habitación, no salgas de ahí, ¿okey?—me ordenó, fruncí el ceño.

—Cariño...—musité, resistiéndome a la idea de separarnos.

—Mi amor, ve a la habitación, ponte algo de ropa y quédate allí—insistió, su voz se tornó más firme.

—Déjala, probablemente me extraña—la voz de Eduard, llena de malicia, penetró el aire, haciendo que mi corazón se acelerara.

Comencé a temblar de nuevo, esta vez con más intensidad.

—Señor Vélez, tiene mucha falta de profesionalismo y moralidad. ¿Cómo se le ocurriría comprar a una joven de dieciocho años? ¿Es que sus padres no le enseñaron que eso es algo ilegal?—La burla en su tono me revolvió las tripas. —Y tú... pobre niña, has caído en su cama, ¿es...—.

—¿Qué quieres?—interrumpió Christopher, su voz cargada de ira. Me volví para ver a Eduard, quien sonreía, disfrutando de la escena.

—Hablar, Vélez, solo quiero hablar—respondió, riendo como si esto fuera un juego.

—Ve a la habitación, más tarde iré junto a ti—susurró Christopher, y yo asentí, aún temblorosa.

Comencé a caminar hacia la puerta, y al pasar junto a Eduard, sentí su mirada recorrer mi cuerpo, un escalofrío helado me atravesó. Cuando llegué junto al personal, todas me miraban con ojos expectantes; Diana, con una sonrisa burlona en sus labios.

Literalmente, corrí hacia el interior de la casa, y en un instante, ya estaba en mi habitación, ni siquiera me tomé el tiempo de cerrar la puerta. En ese momento, Lindsay, la supuesta novia de Sam, apareció en el umbral.

—Señorita Vélez...—comenzó, pero yo la interrumpí.

—No me llames así—susurré, con la voz temblorosa.

—Mereces ser tratada con respeto, aun así hayas sido comprada—me dijo con firmeza.

—¿Qué quieres, Lin?—pregunté, sentándome sobre la cama mientras ella cerraba la puerta detrás de ella.

—Freya, no sé quién es el hombre allá afuera, ni qué papel tuvo en tu vida, pero no dejes que te afecte. Christopher es tu presente, y creo que no dejará que nadie te trate mal—murmuró, sentándose a mi lado. —Conozco a Christopher desde que éramos niños. Él nunca dejaría que la mujer que ama sufra. Nunca había traído a una mujer a la casa, ¿sabes por qué?—me preguntó, tomando mi mano.

Negué con la cabeza.

—Porque nunca en su vida se había enamorado de alguien. Ha estado con muchas mujeres, fue un Don Juan por un tiempo, pero cuando tú llegaste a esta casa—Lindsay sonrió, acariciando mi rostro—, exigió que fueras tratada como su mujer. Él te ama, y tú lo amas a él. Y ese hombre de afuera solo busca arruinar tu vida. No te preocupes, ¿va?—asentí, sintiendo su apoyo.

Me recosté sobre su regazo, y ella comenzó a peinar mi cabello con sus dedos. Era la única que me trataba con respeto, como si fuera una amiga cercana. Me caía bien, y de hecho, comenzaba a considerarla como una verdadera amiga.

(***)

—¿Te gusta este?—preguntó Christopher, levantando un vestido de novia en sus manos.

—¿No te hemos echado de aquí tres veces?—interrogó nuevamente Lindsay, con un tono divertido.

—¡Vamos! Ustedes son las únicas que la ven. Yo también tengo una opinión—se quejó, pero su entusiasmo era contagioso.

Diana, mirando un vestido, suspiró y le lanzó una mirada a Christopher.

—Cariño, has escogido el atuendo que usaré en la luna de miel—bufé, con una sonrisa burlona.

Christopher hizo un puchero y luego desapareció de nuestra vista.

—¿Qué te parece este? Estilo sirena—dijo Lindsay, mostrando un vestido que claramente no era mi estilo. Negué con la cabeza.

Definitivamente no era mi tipo de vestido. Diana se quedó mirando otro, así que me acerqué a ella, sonriendo.

—Este es hermoso—musitó, admirando un vestido que capturó mi atención.

—¿Crees que me quedará?—pregunté, viéndola con curiosidad.

Ella hizo una mueca, pero asintió.

—Aunque me sigues cayendo mal... debo admitir que todo lo que te pongas te queda bien—confesó, y no pude evitar reír.

—¡En eso estoy totalmente de acuerdo!—exclamó Lindsay, y por un momento, sentí que todo iba a estar bien.

Este definitivamente era mi vestido.

Subasta ||C.V. ||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora