Capítulo 01:Muñeca

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Alemania 1973


Otoño.

Wendisch Rambow era una pequeña localidad acentada en el norte de Alemania. Helene, había vivido allí prácticamente toda su existencia.En ella había conocido a su marido, muerto en combate hacia años atrás. Había pasado ya tanto tiempo...lo único bueno que había surgido de aquella relación,había sido su hija.

Ahora,la mujer trabajaba como cocinera para el burdel del pueblo hasta altas horas de la noche. Si bien la paga no era precisamente excelente,Helene no podía quejarse. Bastaba para mantenerse a sí misma. Hasta esa noche, las cosas hubiesen sido completamente rutinarias de no ser por aquellos golpes provenientes de la puerta trasera de la cocina,que la desconcertaron por completo. Helene,sintió un terror indescriptible,volvió a sus labores intentando vagamente,ignorar los ruidos. Sin embargo comprendió que en efecto,estos no se detendrían hasta obtener respuesta. Con clara desconfianza y por miedo a que se tratara de algún miembro de la policía alemana,la mujer se armó de valor tomando un cuchillo mondador,ocultándolo tras su espalda (Aquellos hombres tenían fama de ser capaces de cualquier clase de ultrajo por el simple hecho de sentirse intocables,gracias a su cargo) al mismo tiempo,que abría con cautela asomando la cabeza por la abertura de la puerta.

-Ho...hola ma...má-murmuró una voz familiar. Temblorosa por la lluvia que cubría su empapado cuerpo y por el inesperado reencuentro con su madre,Helene reconoció de inmediato la voz de aquella joven a quién dedicaba cada noche una plegaria. Aquella que había creído,jamás volvería a ver. la mujer no pudo evitar soltar un sollozo de alegría y asombro ante tal revelación al mismo tiempo que rodeaba aquél cuerpo con los brazos, en un efusivo abrazo, dejándo caer de golpe, el cuchillo contra el suelo. El súbito sonido que este provocó,hizo crecer un llanto muy agudo y repentino. Helene bajó la vista al regazo de su hija apenas perceptible entre la penumbra de la noche, encontrándose con un pequeño ser que se escondía tras las mantas en una pequeña cesta. -Yo...-vocalizó la joven con un hilo de voz, acercándo la cesta a la mujer mayor. Helene la tomó con sumo cuidado- Por favor mamá- gimoteó a manera de súplica. La señora Muller, se quedó a la espera de alguna excusa,alguna explicación.pero lo muchacha,no dijo nada más que un "perdóname" muy suave. Un susurro para sí misma.

Finalmente, se dio la vuelta. Volviendo a desaparecer como aquella última vez, dejando como único recuerdo, a la pequeña que volvía a dormir tranquilamente, dentro de la cesta.

El burdel, no era precisamente el lugar más adecuado para recibir a una niña. Helene, lo sabía de sobra.

(...)

Desde su inesperada llegada aquella noche, algunas de las mujeres que trabajaban para el burdel comenzaron a tomarle cariño a la pequeña niña de ahora siete años,casi como si fuera una hija propia.

- ¡Ya casi es hora de dormir, cariño!- con un beso en la frente, Elise Du'pont arropaba con cariño y cuidado a la pequeña niña. Había una bodega en el lugar,ubicada en la parte superior del recinto que también servía como habitación para la niña- ¡Apuesto a que la pasarás muy bien en tu primer día de clases,mañana!- Sería la primera vez que Charlotte pisaría una institución educativa, aunque ya contaba con ciertos conocimientos básicos y podía leer y escribir de una manera bastante decente - La abuela dice,que sólo los hombres gozan del privilegio de asistir a la escuela.- exclamó con poco interés mientras hacia un pequeño puchero-Yo quiero quedarme con ustedes,por siempre ¿Por qué tengo que ir a una escuela? -Hasta ese momento,nadie más formaba parte de su pequeño mundo,salvo la abuela y Elise.

-Tu abuela dice muchas cosas,mi niña. La escuela puede ser muy interesante ¡Conocerás muchos niños,tendrás la oportunidad de aprender sobre el mundo y todo lo que necesitas saber de él! ¡Te enseñarán a leer y harás nuevos amigos!-exclamó la rubia aprovechándo para hacerle cosquillas mientras le daba un ruidoso beso en la mejilla.

 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora