Capítulo 32: Padres e hijos

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El teléfono sonó dos veces hasta que por fin la mujer al otro lado de la línea contestó.

-Hola?

-So...sophia?

-Nele, cariño! Intenté devolverte la llamada pero nunca contestaste. Tu teléfono estaba apagado.

-Lo sé...es que- por un segundo la joven se pensó en decirle a la mujer lo que realmente sucedía.- tuve algunos inconvenientes- por el momento guardaría silencio. Al menos hasta que ella le preguntara.

-Linda, quería saber si vas a venir o si necesitas que te dé unos días más para que lo pienses, aún estamos a tiempo de tomar otro vuelo.

-sobre eso quería hablarte.-sucedía que, la mujer trabajaba en conjunto con una agencia de modelos,que constantemente, estaba en busca de nuevos talentos.

Chicas jóvenes,que tuvieran ganas de trabajar y experiencia previa en el rubro. La hija de los Lindemann, recién empezaba a incursionar en ese mundo. De no ser por Sophia, se las habría más visto difíciles. Por ello, el haber faltado a la cita acordada le pesaba tanto. Había empezado todo con el pie izquierdo.

-está todo bien?- preguntó sacándola de trance- Tu papá está en casa?

-hmm no- la muchacha se giró hacia la puerta. Debía estar alerta en caso de que su padre llegara. Si descubría que había logrado salir de su habitación para hacer esa llamada se pondría como loco. Debía ser breve.- escucha,no tengo mucho tiempo. Papá salió hace como una hora.- Sophia siguió escuchando sin llegar a decir nada. - discúlpame por no llamarte pero estoy castigada. No podré llegar a la cita a tiempo ni tampoco creo que pueda acompañarte en tu viaje. De verdad siento que hayas perdido tu tiempo conmigo- las lágrimas brotaban cálidas por sus mejillas mojando el plástico del teléfono alámbrico.

Sophia se compadeció de los sollozos que aunque trataban de ser ahogados por la mano temblorosa de la joven, resultaba inevitable no escucharlos.

-Nele,linda no eres una pérdida de tiempo.-la consolaba.

-qué harás ahora? Dios,en verdad me interesa este trabajo -Sophia lo pensó unos segundos antes de contestar.

-Voy a hablar con él,de acuerdo? Pero ya no llores. Una chica tan joven como tú no debe amargarse la vida de esta forma. - Desde la muerte de su madre,Sophia era lo más parecido a tener algo similar. 

Cómo si de una hermana mayor se tratase. Se había ganado su cariño, era alguien que la escuchaba realmente.

Contrario a lo que había sido antes,ya no quedaba mucho del que alguna vez había sido un joven Lindemann. Till, se había vuelto terco y de difícil trato. Nele creía que aún podía soportarlo,sin embargo no deseaba que alguien más tuviera problemas por su culpa.- En serio no te habría contactado si no supiera que en verdad estamos pasando necesidades.- la culpa la hizo hablar de más. O tal vez con Sophia estaba desahogando todo lo que desde hacía años cargaba.

- Oye, sabes que puedes llamarme cuando sea.- la tranquilizó hablando suavemente. Cómo si se tratara de una niña pequeña- Siempre podrás contar conmigo para lo que necesites. Recuerdas lo que te dije cuando tu ma...- el crujido de un cerrojo al intentar ser abierto la sobresaltó de inmediato y soltó el aparato sin llegar a colgarlo. Su padre había llegado. Subió las escaleras  procurando ser silenciosa y volvió a encerrarse en la habitación. Acercó la oreja a la madera de la puerta para poder escuchar cuando Till entrara.

Pero este,no estaba solo.

A los pocos minutos lo escuchó reír. Reír como no lo había hecho antes.

Alguien más lo acompañaba,pero no sonaba como la voz de alguien que conociera.

(...)

-Hey! Hey tú!- Lindemann no le dió importancia y continúo bebiendo por enésima vez de aquella botella que prácticamente estaba a punto de acabarse. - Miren nada más, a quién tenemos aquí!- el hombre en cuestión, se encontraba en el mismo estado de ebriedad que él. De ahí que su actitud le resultara como una patada en culo. De inmediato el hombre se sintió incómodo. Lindemann odiaba que rebasaran su espacio personal. Peor aún era lo que estaba por venir.

 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora