Capítulo 18: Promesas rotas

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-¿Quieres ir a otra parte? No soy precisamente alguien a quién le gusten las fiestas y mi intuición me dice que a ti tampoco- lo que el chico buscaba de alguna forma,era enmendar la metida de pata que acababa de cometer,aunque en el fondo podía ser la excusa perfecta para al fin tener el espacio que ambos necesitaban.

-Se mejor que fingir que disfrutamos estar aquí.- de pronto sintió confianza y se acercó para acariciar su mano con la yema de los dedos.

Estaba helada.

Como a ella no pareció molestarle continuó con su acción.

Charlotte se mantenía dudosa.

No sabía si estaba haciendo lo correcto.

" Salir con un hombre a quién apenas conocía "

¡Ahí iba otra vez! contradiciendose a sí misma y saboteando sus verdaderos deseos.

Por el rabillo del ojo,notó que aún la observaba. Le gustaba tener su atención.

No podía negar que era muy apuesto.

Más de lo que recordaba.Ahora podía permitirse disfrutar de cada detalle.

Charlotte deseaba conocerlo.

Conocerlo realmente.

Grabarse en la memoria cada rasgo de su persona,cosa que no había podido hacer en su primer encuentro.

La mano del chico tomó su mentón,girándolo con cuidado hacia su dirección. Ahora estaban frente a frente. Esto le permitió a Charlotte observar con detenimiento las marcas en su mejilla izquierda, eran más cicatrices.- ¿Qué dices?-Charlotte advirtió la poca distancia que los separaba. Eran prácticamente unos centímetros.

Till no tenía ninguna intensión de apartarse.

Ahora,podía dejar que lo miraran sin sentir aversión por ello.No había porqué ocultarse,no era más el hijo de Werner Lindemann.

Por primera vez la gente lo notaba y tenía la atención que deseaba.

Aunque en ese momento sólo le importara la de ella. La muchacha representaba la esperanza a la que se había aferrado a partir de ese primer encuentro desafortunado, pensando que quizá,por primera vez, ese era el momento en el que realmente estaba siendo correspondido-Carlota- susurró cerrando los ojos cuando ella acunó su rostro con ambas manos.

Su toque era tan suave.

Podía sentir sus fríos y delicados dedos tanteando con confianza hasta llegar a la comisura de sus labios.

Esos que parecían tener vida propia cuando danzaban sutilmente contra las teclas del piano.

Entónces,abrió los ojos.

Ella disfrutaba en silencio. Observaba la sombra de la barba que comenzaba a crecerle después de tres o cuatro días sin afeitarse, esos ojos que ahora parecían ser verdosos a la luz de la luna y que la contemplaban esperando una respuesta.

"¡Al carajo lo correcto!"-pensó.

Pese a la larga lista de pretendientes y admiradores de quienes por ignorancia o por desinterés dejaba de lado, a Charlotte no se le había conocido algún romance en el pasado (olvidando el rumor de su supuesto amorío ) y es que,por primera vez,la joven tenía la cabeza fría para pensar en estar con alguien.Era precipitado decir que estaba frente al hombre de sus sueños o alguna cursilería de ese tipo,pero sentía una atracción muy particular que le resultaba inexplicable pero que a su vez,no podía pasar por alto.

 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora