Capítulo 15: Encrucijada

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Un par de años atrás...

- ¿Esto es todo?- cuestionó un cansado y sudoroso  Zven  mientras se limpiaba el sudor de la frente a causa del esfuerzo. No había sido fácil sacar aquel enorme, mohoso y pesado baúl del sótano del viejo Werner. Zven no entendía porqué la insistencia del pelinegro en llevar arriba ese pesado armatoste si lo único que le interesaba era el contenido de este. De todas formas, prefirió guardárselo para él y sin más que decir se apresuró a despedirse. Till lo acompañó hasta la puerta- No olvides tus cosas. Cuando terminemos con Wittemberg te esperamos en el garage de Ollie. Mañana es nuestra última oportunidad, tenemos que ganar ese concurso sí o sí  viejo. No sabes cuanto deseo largarme de una vez de este lugar.  

Till asintió,- Cuenta con ello. Gracias, nos vemos mañana. 

- Cuídate viejo. - Tan pronto como el rubio salió, Till fue directo al baúl que se encontraba en la sala (si es que a eso se le podía llamar así) de su casa. No sabía que esperar ni tampoco sabía con qué clase de cosas se iba a encontrar. Nervioso y emocionado por encontrar respuestas respecto a su pasado, Till tomó un pico de metal y comenzó a romper el candado que cerraba el baúl. Este cayó de golpe contra las tablas de madera y Till se acercó para empujar la tapa. El baúl se abrió con un fuerte crujido. 

El olor a humedad era muy intenso pero a pesar de ello el joven se apresuró a sacar lo que había ahí dentro. Entre los objetos , se encontraban varias prendas de su madre. Como un vestido sencillo  bordado a mano por completo. En otro tiempo debió haber sido blanco, pero ahora tenía una tonalidad ambarina, se encontraba desgastado de las mangas y la falda y tenía restos de tierra y polvo. Encontró una fotografía de su madre cuando era niña y otra de cuando se casó con Werner. Por un segundo, se alegró de haber heredado un aspecto similar al de su madre. Eran idénticos. Los mismos rasgos, nariz, labios...

 Hubo un último objeto no menos importante que sin duda  se apresuró a sacar pues lo que tenía ante sus ojos era muy valioso.  Se trataba del diario de su madre. Limpió con la mano, la pasta que estaba cubierta de polvo. Las manos le temblaban de emoción. Consistía de un pequeño cuaderno color negro, semejante al suyo pero mucho más liviano. Estaba incompleto algunas de las hojas, parecían haber sido arrancadas. - Tal vez por su padre- mientras que otras, simplemente estaban en blanco. A la mitad de este, empezaba el primer escrito:

12/Marzo/1963

Constantemente me hago preguntas a mi misma acerca de todo. Me gustaría convertirme en periodista algún día. Werner  dice, que eso no nos dará de comer. Sé que suena cruel pero lo entiendo. Él es así, un hombre rudimentario. El cree en el trabajo duro en el campo y en su propio juicio. " La literatura no sirve para nada" me dice... a menos que sean las noticias  del periódico. Como sea, a Antja no le agrada. a Werner tampoco le agrada Antja. 

Till se detuvo ¿Quién era la misteriosa mujer de la que  se madre hablaba? Estaba intrigado por conocer a ese nuevo personaje. En vida, Werner jamás había pronunciado ese nombre delante suyo.  Su madre la mencionaba en casi todos sus escritos. Debía ser alguien muy cercano a ella. Pronto sabría el por qué. 

Ella dice que debería buscarme un hombre que apoye mis sueños y de paso, me saque de este agujero. Yo le digo que amo a Wer. Ella cree que soy una tonta pero no me importa. Ya tengo que dejarte es muy tarde y estoy cansada. 

- Sinceramente, Gitta.

El segundo escrito decía lo siguiente: 

10/Junio / 1963

Mi amiga no sabe lo que le conviene. Hoy se le ocurrió rechazar en plena plaza al hijo de los  Pfenning. Pobre Florian, lo dejó con el corazón roto, lleva enamorado de ella desde el jardín de infantes. Él podría darle una buena  vida. Trabaja en los viñedos con su padre, el señor Pfenning. 

 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora