Capítulo 03: Fuego y agua

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Para Helene,todo parecía tan surrealista, casi como si se tratara de un sueño. Quería convencerse a sí misma de ello, un sueño en el que el fantasma de su hija le traía a la pequeña. La mujer suspiró. Ya no estaba en edad para criar a una niña por su cuenta, más en su situación: a veces, los niños de los orfanatos tenían más suerte que cualquiera porque, eran adoptados por familias ricas que fácilmente podrían solventarlos en todo lo que necesitaran. su pequeña nieta era una recién nacida perfectamente sana y no sólo eso sino que ¡era una bebé preciosa! Tenía una nariz pequeña y redonda como un botoncito, las mejillas coloradas y aterciopeladas por el fino lanugo en su rostro, como si fuera un durazno y el espeso cabello negro que cubría su cabecita formaba pequeños remolinos que enmarcaban sus delicadas facciones. No tendría problemas en encontrar una familia que la amara mucho.

Decidió que la conservaría.

-¿Helene? - murmuró con suavidad la joven rubia que asomaba la cabeza por la abertura de la puerta. -¡oh,Dios mío!-se llevó ambas manos a la boca en señal de sorpresa mientras se acercaba con cautela haciéndose espacio junto a Helene en la cama donde se encontraba sentada.-¡Es preciosa!- exclamó intentando contener la emoción por la pequeña.

-¿Quieres sostenerla?-ella asintió. Helene sonrió al ver la escena. Elise acunaba con cariño a la bebé entre sus brazos que temblaban contemplándola embelesada-¿Como vas a llamarla?-quizo saber.

-Aún no lo sé-dijo apenada.

-Sabes-Elise acomodó a la bebé entre sus brazos.Esta hizo un pequeño gesto, arrugando la nariz,como si estuviera a punto de romper en llanto. Elise la meció, siseando con suavidad para calmarla-He estado leyendo a las hermanas Brönte. Si me permites sugerirlo, Charlotte me parece un hermoso nombre para ella.

- Yo...creo que Charlotte, es un nombre,verdaderamente hermoso.

Ambas estaban felices de poder  conservarla con la esperanza de que algún día,aquella niña consiguiera algo mejor.

(...)

Nueve años después

Till Lindemann había dejado de ser un "estúpido enclenque" como comúnmente solía llamarlo su padre, para convertirse poco a poco en un adolescente alto y fornido de diecinueve años.

Con esfuerzo, el joven Till había conseguido un empleo como tejedor de canastas para un pequeño comercio en el pueblo. Había sido una tarea difícil, sabiendo que tendría que soportar la mala fama de su padre, contra la cual no podía hacer mucho...salvo dar lo mejor de sí para no ser despedido. Le gustaba la quietud que le brindaba el pequeño taller porque, no tenía que lidiar con las personas que normalmente lo aborrecían.

Es más, no tenía que hablar con nadie, salvo su jefe y dueño del lugar: el anciano Wittenberg. Simplemente debía centrarse en su trabajo y continuar, hasta que el sol se pusiera.

Till esperaba, que se tratara de un empleo simplemente provisional, pues no pensaba dedicarse a ello toda su vida.-¡Hey! ¡Kruspe! -la voz áspera del anciano se hizo escuchar desde su despacho.

Salió al cabo de unos segundos para saludar al recién llegado con un efusivo apretón de manos-¿Cómo va todo Hans?- contestó el rubio con evidente aire de confianza. Parecía ser de aquellos tipos que logran empatizar rápidamente con cualquier persona que se les cruce. A propósito el señor Wittenberg acababa de meter dos polos opuestos en el mismo taller, con la esperanza de tener no sólo más apoyo sino sacar de su burbuja ermitaña al joven Till-Tu padre me ha dicho que sólo vendrías unos días. Ya veremos si me gusta tu trabajo y si es así, tal vez te quedes de planta- comentó el anciano dándole una palmada al joven Kruspe

- ¡Así que, aquí es donde ocurre la magia!-acotó este, echando un vistazo al interior del taller. -Ya veremos, Hans, todo sea por complacer a mi viejo.

-Bien, entonces, porqué no vas y te presentas con tu compañero, ¿eh?...¡TILL!

(...)

En cuestión de minutos, los jóvenes lograron entablar una conversación o mejor dicho, Zven comenzó a hablar mientras el pelinegro lo escuchaba. Eran ellos dos, entre un montón de canastos, variados y polvorientos, con la música de una vieja radio de fondo y el olor a humedad por todas partes. De vez en cuando, Till levantaba la mirada para hacerle saber a su compañero que seguía el hilo de la conversación o asentía con la cabeza con aire desinhibido. A Zven, parecía no molestarle en lo absoluto- Honestamente creí que todo este rollo sería aburrido.-expresó encogiéndose de hombros- Después de todo no es la cosa a la que me quisiera dedicar toda mi vida pero ¡ya sabes!... la RDA no tolera mantenidos y mi padre tampoco. Además, es agradable tener a alguien con quien hablar. Entonces, ¿Qué te gusta hac...

-¡TEN CUIDADO! -le advirtió Till de manera inmediata al joven Kruspe- Si estiras demasiado, el mimbre podría deformarse.- Tenía que admitirlo, podría acostumbrarse a tolerar el ruido de otra persona siempre y cuando,esa persona hiciera bien su trabajo. No quería tener que lidiar con una carga extra.

-¡Oh, vamos! parece que alguien ha estado estresado últimamente.-el pelinegro pasó por alto el comentario socarrón por parte de su nuevo compañero.- ¡Solo bromeaba! Vaya que soy un asco...-Till sonrió de por medio

- ¡Qué va! Sólo te falta práctica.

- Soy bastante bueno en la práctica.- Zven continúo, mientras fingía entrelazar las hebras de su cesta- De hecho, se me da bastante bien pero no precisamente con este tipo de cosas. Tengo un grupo con unos amigos. Sabes,tocar en una banda es más que suficiente para atraer a las chicas.

Till arqueó una ceja- Chicas...

-¡Si, hombre! Bueno, sólo a una.

-¡Dame eso!-el pelinegro alargó el brazo para que Zven le entregara la cesta- lo estás estropeando.-Cuando este se inclinó para tomarla, no se percató de que había dejado caer de su bolsillo un pequeño cuaderno que calló justo a los pies de Zven Kruspe.

Este lo guardó.  aprovechando que su compañero se encontraba distraído para husmear entre sus páginas cada vez que tenía tiempo- Así que eres poeta.-pensaba para sus adentros.

Decidió que se lo quedaría.

Con el pasar de las semanas ambos jóvenes continuaron charlando acerca de sus intereses personales, sus problemas, hasta que inevitablemente llegaron al tema de sus intereses amorosos.- Cuando era más joven-comenzó Zven- recuerdo haber invitado a unas chicas a casa. En realidad sólo lo hice con la esperanza de que una de ellas accediera. De echo, eso es lo que he tratado de hacer durante doce años.-lanzó un suspiro de decepción, ella no parece estar interesada en mí.

-¿Y?

-Terminé besándome con una de ellas en el granero, entre vacas...

-Eso suena muy romántico,Kruspe-se burló Till,seguró que aquél lugar apestaba a estiércol.

-¡Si bueno! en realidad ,no era a ella a quién quería besar. -Zven animaba a Till para que fuera un poco más abierto aunque a juzgar por aquellas páginas Till si estaba interesado en alguien. Siempre describía a una joven que parecía encarnar lo que él llamaría un amor imposible : " Fuego y agua no se juntan, no encajan, en chispas me hundo. Soy su sombra, ella es la luz. No hay esperanza"

"la sangre, se cuece en mi cadera. Suave como pez,frío como hielo. No se gastará en mí...lo sé"...




 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora