Capítulo 08: Persiguiendo el sueño

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Aquellos jóvenes trabajaban mientras el sol de medio día caía sobre el taller del viejo Wittemberg.

De fondo, podía escucharse una canción instrumental que entraba en el top de "Die 100 besten Ost-songs" en la radio.

Pese a su característico temperamento alegre e irónico, a Till le pareció que aquél día, su amigo Zven , se mantenía bastante pensativo. Como si en su cabeza se estuviera gestando la próxima gran conspiración contra el régimen comunista.- ¡Hey! - ahora se tenían mucha más confianza,como si se conocieran desde siempre- ¿Qué te pasa,viejo? - preguntó chasqueando los dedos frente a su cara para que el joven saliera de trance-¿Estás pensando en la chica del granero?

Zven elevó una ceja por el comentario de Till. Luego,esbozó una amplia sonrisa que dejaba ver todos sus dientes. 

Hacía mucho que no pensaba en Martina.

Por el contrario,no pasaba un sólo día en que no recordara a  Charlotte. 

Se preguntaba ¿Qué aspecto tendría ahora? seguro que se estaba convirtiendo en una hermosa mujer. 

Zven tenía una fuerte corazonada o quizá era el deseo de escapar, que se mantenía latente en su pensamiento el que le hacía creer que  muy pronto tendría ese ansiado reencuentro con el que soñaba.Los  rumores que circulaban respecto al posible derribamiento del muro lo llenaban de esperanza y él se lo hizo saber a Till.

Eso no hizo más que despertar  su inquieto espíritu, porque todo comenzaba a marchar según sus planes. Por eso Zven se había mantenido pensativo,valía la pena convencerse de que aquellos rumores fueran ciertos.

-¡Hey!-intervino el señor Wittemberg con su caracteristico tono demandante- ¡les pago para que terminen esas malditas cestas,no para que socializen!

-¡Rélajate, Hans! ya casi terminamos-Zven alzó ambas manos en son de paz y el viejo lo escudriñó para hacerle saber que ese día, no estaba para juegos.-¡Una más Kruspe! -amenazó el anciano apuntándolo con el dedo índice.

Till ahogó una risilla nerviosa. Ahora se le veía más animado.-Está bien,señor Wittemberg-intervino Till- Terminaremos pronto.

El viejo pareció calmarse después de que el joven intercediera por su ahora amigo. Till no podía asegurarlo, pero el  viejo le tenía cierto cariño. Él, jamás le había llevado la contraria, era respetuoso y parecía no cruzar esa línea en la que Zven se mantenía tambaleante  -Estás advertido.-sentenció Hans dando una profunda calada al cigarrillo entre sus labios agrietados por el frío.

 -Parece que alguien se despertó de mal humor hoy.-  murmuró el rubio cuando Wittemberg se alejó a su despacho.

 Por un segundo Till pensó en hacerle saber a su  amigo que quizá se estaba aprovechando del hecho de que el anciano y su padre fueran amigos. Pero desde luego,no era su madre para enseñarle modales a aquél rebelde, así que,no dijo nada,sólamente se limitó a negar con la cabeza en desaprobación a su comentario- recuerdas- comenzó a hablar con cautela - recuerdas aquella vez en la que fuiste un completo imbécil y me dijiste que estabas dispuesto a hacerme un favor por haberme humillado ante Mielke...lo que fuera.

- ajá...-Zven se mantenía expectante respecto a la petición que este le haría. No se le olvidaba aquella promesa, de hecho, la tenía muy presente - y  bien ¿Qué quieres? - no tenía nada que perder y Till  tampoco. 

 𝐏𝐔𝐏𝐏𝐄   𝑻𝒊𝒍𝒍 𝑳𝒊𝒏𝒅𝒆𝒎𝒂𝒏𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora