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Jungkook




Escuché el estridente sonido de mi teléfono,que no dejaba de sonar una vez detrás de otra.

—Me cago en la puta… —Bufé.

A tientas comencé a dar manotazos encima de la mesita de noche, hasta que conseguí dar con él. Sin mirar la pantalla, descolgué gruñendo más que hablando como una persona normal, aunque eso, en realidad, yo no sabía lo que era. Ser una persona normal no entraba en el diccionario de mi vida.

—¿Quién mierda es?

Escuché una leve carcajada al otro lado que se me antojó molesta y me cabreó más de la cuenta. Arrugué los ojos un poco al sentarme en la cama y daba patadas para apartar la arrugada sábana de mi cuerpo.

—No sé por qué no me sorprende tu comportamiento tan temprano. Nunca te gustó madrugar.

—¿Lee?

Arrugué el entrecejo.

La misma, ¿cómo estás, muchacho?

—¿A qué viene tu llamada? —desconfié.

— Baja el tono. Tenemos problemas.

Lee nunca llamaba para nada, y esta era una de esas llamadas en las que algo no me olía bien.

—¿Que pasa?

Necesito que nos veamos en dos horas. ¿Te viene bien que quedemos en la casa vigilancia?

—Sí.—Contesté escuetamente. 

—Bien. No llegues tarde.

—Nunca lo hago.

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Quince minutos después, me encontraba caminando hacia una de las habitaciones que hacía un tiempo desalojé y convertí en un gimnasio. Estaba dispuesto a entrenar un rato, la puerta se encontraba entreabierta y se podía ver la sombra pequeña de alguien dentro.

Eché un vistazo para encontrar a Maggi, no sabía que ella estaría aquí. Según mis cálculos y gracias a la información que voy obteniendo de Gyeonghui — ya que no había estado en la mansión los días anteriores — a esta hora debería estar en el apartamento haciendo cualquier mierda menos estar aquí.

Pero allí estaba, agachada ligeramente, limpiando la cinta de la máquina de correr y, al parecer, no se había dado cuenta de mi presencia, porque ni se giró,acto que aproveché para poder contemplarla con tranquilidad desde el umbral.

Nos separaban apenas dos metros y medio. Lo primero que observé fue el
plano principal de su culo rellenando el short celeste más de lo habitual debido a la postura, y las piernas dobladas sobre el suelo. Más allá de aquello, solo podía ver el pelo recogido en un gran moño desordenado de mechones dorados que caían a su antojo. Pero me encantaba verla arrodillada,expuesta, aunque sin estarlo totalmente, y distraída.

Tragué saliva.

Me imaginé caminando muy despacio hasta que notara mi presencia, colocándome detrás de su espalda desde donde podría hablarle al oído y decirle todo lo que le haría mientras le subía su camisa holgada y, desde atrás, tocaría su coñito húmedo.

Maggi se movió un poco, dándome un buen bofetón de realidad con el que
conseguí volver a poner los pies en el suelo.

Descubrí por qué no me había escuchado al entrar; tenía en las orejas unos auriculares blancos y al parecer la música sonaba fuerte.

Ignorando el sucio pensamiento anterior, me apoyé cruzado de brazos y disfruté del espectáculo. La rubia continuó como si nada, meneando también sus hombros y la cabeza mientras daba pequeños saltitos sin mover los pies de la cinta parada. Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, contemplando cómo se esmeraba con su trabajo.

D A I M O N    | JJK LIBRO #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora