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Maggi

—Soy Mitchell —dice una voz por encima de mí, acompañada por un
fuerte olor a whisky y colonia de hombre barata mientras estoy apoyada contra la pared cerca de las escaleras.

Había buscado a Val por largos minutos y la mera idea de que pueda encontrarse en la planta alta con algunos de los hombres que rodean a JungKook, bastó para que me quedara en mi lugar.

El chico tiene una constitución media. Del tipo musculoso, aunque sin pasarse. Sus ojos están inyectados en sangre como los del rubio que está de pie, a su lado.

Le devuelvo la sonrisa delicadamente y le echo un vistazo a Valerie que
viene hacia aquí.

—Estoy con alguien —digo gentilmente.

El musculoso mira ambos lados y después a mí como intentando demostrar lo contrario.

—¿Maggi? —dice Val detrás de él—. ¿Estás bien?

—Sí, estoy bien —El musculoso se da la vuelta para ver a Val.

—Ella dijo que está bien —exclama y oigo el desafío en su voz.

No me refería a: «Estoy bien, déjame sola, Valerie» y Val también lo
sabe, pero al parecer estos tipos no.

—Maggi, creo que es hora de irnos—dice Val, tratando de mantener la calma, aunque probablemente sólo para mi beneficio, pues tiene un brillo inconfundible de violencia en sus ojos.

No me sorprende, vive rodeada de asesinos. Posiblemente sepa cómo defenderse.

El rubio se ríe.

El musculoso me mira otra vez, con una botella de Budweiser en una
mano.

—¿Es tu novia o algo?

—No, pero estamos...

El musculoso sonríe burlonamente y vuelve a mirar a Valerie,
interrumpiéndome.

—Puedes perderte, cariño. Ella estará bien.

La toma por el brazo, empujandola abruptamente a un lado. Val maldice antes de encontrar estabilidad en su lugar.

La violencia parece cambiar a un desbocado asesinato cuando veo a Jimin acercarse lentamente, la dura mirada que trae hace que un escalofrío recorra mi espalda.

—¿Estás bien?— le pregunta Jimin a Val inspeccionando su brazo. Ella asiente y al parecer eso también me tranquiliza.

La escena que tengo frente a mí resulta tan familiar cuando la mano del musculoso viaja a mi cintura. Tener a un hombre tocandome sin mi consentimiento no es nada nuevo.

—¡Oye! Ella dijo que...— exclama Val apoyando su pequeña mano en el ancho hombro del musculoso.

—Deja de joder o te tragarás los dientes.

El tipo se voltea encontrándose con el rostro de Jimin.

Jimin se acerca un poco más e inclina la cabeza a un lado, mirando al
tipo fijamente. Después me mira a mí:

—Rubia, ¿tú quieres hablar con ellos? —Jimin sabe que yo no quiero, pero
es su forma de añadir sal a la herida que va a provocarle a este chico.

—No.

Jimin gira la barbilla con una leve sonrisa que no llega a sus ojos.

—Ya la escuchaste. Largo.

Una pequeña multitud a nuestro alrededor está reuniéndose en la distancia.

El rubio, él más inteligente de los dos, coloca las manos en sus hombros.

—Mitch, vamonos. Sabes que aquí no. —Señala con la cabeza hacia los hombres de JungKook, dispersos entre las personas pero atentos a lo que sea que está sucediendo aquí.

El musculoso aparta su mano de mi cintura y da un paso más cerca de la cara de Jimin.

Jimin ni se inmuta, sus ojos clavados en los del tipo, fríos y calculadores.

Valerie se coloca a mi lado inmediatamente.

—Esta bien, tranquila. Ellos no harán un movimiento—me informa Val—, no pueden.

¿No pueden?

El musculoso lleva su mano al interior de su gabardina y coloca su arma al costado de su cuerpo para que todos lo vean. Sus dedos se mantienen en el gatillo. Jimin echa un vistazo a la pistola, solo una vez.

Puedo notar el arma de Jimin descansando en la parte delantera de su cintura, la mirilla hundida en sus pantalones, cubierta por su camiseta blanca. Sin embargo, no la toma tampoco descubre la tela para hacerla notar y eso me sorprende.

Empiezo a darme cuenta que aunque el tipo frente a él es quien tiene el arma, Jimin es quien realmente tiene esta situación bajo un mayor control.

Supongo que el tipo se da cuenta de eso mismo por qué finalmente  comienza a alejarse y su compañero lo sigue, pisando sus talones.

Jimin los persigue con la mirada casi hasta ver desaparecer sus figuras por la puerta de entrada. A continuación, aquellos ojos oscuros ahora se clavan en mí.

Hundo mis uñas en mis palmas, temerosa de haber originado una brecha más ancha de lo que posiblemente ya había entre ellos.

Val me toma por los hombros, girando mi rostro al de ella en un rapido movimento.

—Vete, Maggi. Ve con tus tíos, yo arreglaré esto.

Confundida, trago un nudo en la garganta, sin embargo otro se forma en su lugar.

—Me mentiste, Val. ¿Por qué?

Vacila antes de responder.

—No te mentí. No lo sabía, ¿de acuerdo? —responde. Sus ojos se mueven detrás de mí con desesperación— Ahora Maggi, vete, mañana te explicaré pero debes irte.

Sin saber qué decir a algo como eso, o incluso si debería, decido que es mejor  hacer lo que me pide.

No me despido, solo me giro y salgo al patio por la puerta trasera.

Siento lágrimas tratando de forzar su camino a la superficie, pero las retengo, no quiero llorar.

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Entré a mi habitación y azoté la puerta. Tirando de mi manta sobre mi cabeza, cerré mis ojos, deseando dormir. Ni siquiera me molesté en ponerme mi pijama, solamente me quité mi remera y mis zapatillas.

Quería que la noche terminara y para mañana tragaré por completo el recuerdo de ella.

Di vueltas y giros en la cama, sabiendo perfectamente que no me podría
dormir con toda la música y los gritos viniendo de afuera.

Solo dios sabía cómo mis tíos dormían tan tranquilamente durante estas fiestas.

Miré al techo y me miró de regreso.

Comencé a pensar en mi entrevista de trabajo que tenía, pero mis pensamientos rápidamente pasaron a Jungkook.

Intimidándome, echándome,
arrojándome en una zona oscura emocional. Mis ojos se agitaron en la oscuridad y suspiré.

La puerta rechinó.

Mi corazón se detuvo.

Sabía quién era.

Mi tía habría preguntado si podía entrar, al igual que mi tío.

No.

La única persona que nunca se molestaría en tocar, a pesar de que no era bienvenido en ningún lugar cerca de mí.

Había entrado en la casa de mis tíos como si le perteneciera, porque lo hacía.
En su mente, no tenía duda, también yo le pertenecía.

—Está mierda termina ahora. —Su voz hizo eco en mi pequeña habitación,
goteando con ira.

D A I M O N    | JJK LIBRO #1 ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora