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Lunes. Horrible lunes.

Hoy no podría seguir escondiéndome de Cinco, papá volvió a casa y todo tenía que seguir su ritmo. Me estaba alistando para entrenar pero me sentía terriblemente mal y ¿como no? Si no había probado bocado ni había salido de mi habitación. Tenía unas ojeras asquerosas debajo de mis ojos hinchados que no podía ocultar con nada.

Salí de mi habitación en rumbo al jardín para comenzar el entrenamiento donde ya todos estaban al lado de papá, todos posaron su mirada en mí pero yo traté de aparentar que nada ocurría.

—Número Ocho ¿porque no haz bajado al desayuno?—Hablo papá con su voz fría y firme.

—No tenía hambre—Le dije sin mirarlo y tomando mi lugar.

—Bien, el día de hoy mediré su resistencia mental ante los poderes de Número Ocho.

—¿¡QUE!?—Grite exaltada por lo que oí. Yo no estaba en condiciones de manejar a todos al mismo tiempo.

—Así es Número Ocho, quiero ver hasta donde es capaz alguien de soportar tu habilidad—Me dijo papá poniendo sus manos en sus caderas y yo me comencé a alarmar.

—¡Pero sabes que no puedo controlar muy bien a varias personas a la vez!.

—Pues es momento de que vayas aprendiendo y basta de quejarte. Quiero que todos se dispersen delante de Número Ocho y traten de resistirse, no quiero que la ataquen, quiero que se resistan—Dijo papá y todos asintieron con la cabeza.

Tome aire y cerré mis ojos. Esto iba a terminar mal.

Puse mis manos en mis costados y comencé a mirar a cada uno de mis hermanos, ignorando a Cinco. Comencé con algo fácil, hacer que levantaran su brazo derecho, lo cual todos hicieron.

—Bien, ahora haz algo más fuerte—Me ordenó mi padre y yo obedecí.

Hice que entre ellos mismos comenzaran a atacarse. Seis se resistía mejor que los demás así que me enfoque más en el haciendo que se paralizara.

—Esto no se siente nada bien Ocho—Hablo Seis en forma de broma y yo sonreí levemente.

Hice que Cuatro golpeara a Dos, que Siete le diera una cachetada a Tres, que Uno y Cinco trataran de pelearse y así estuve por varios minutos logrando todo con éxito.

—Muy bien, haz perfeccionado la manipulación física pero ahora necesito que hagas lo que tú sabes—Dijo mi padre y yo trague saliva nerviosa.

—¿Lo que ella sabe?—Hablo con terror Uno y yo agaché la mirada.

Jamás había intentado esto con alguna persona, no sabía ni siquiera cómo hacerlo y tenía miedo de lastimarlos.

—No puedo—Dije mirando hacia abajo.

—¡Hazlo Número Ocho! ¡Es una orden!—Me gritó mi padre y yo cerré mis puños.

—No sabemos que pasará papá.

—Para eso estamos practicando ¡AHORA HAZLO! O será peor para ti—Me amenazo y yo suspire.

Note la mirada con miedo de todos mis hermanos haciendo que me sintiera como un monstruo.

Me concentre y después los miré, no sabía si estaba funcionado.

—¡Hey! ¿¡Porque diablos siento tanto miedo!?—Dijo exaltado Dos y note por el rabillo del ojo como papá sonreía.

—Sigue—Me dijo papá y yo asentí con la cabeza.

Comencé a hacer  que vieran cosas terribles. Número Tres veía como mataban frente a sus ojos a Número Uno sin que ella pudiera hacer algo y así con cada uno de ellos.

𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚́𝐧𝐝𝐨𝐭𝐞 | CINCO HARGREEVES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora