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Ya había bailado dos canciones con Neizen y él no me dejaba tranquila. Parecía una chinche pegada a mi.

—¿Te pasa algo? Te ves algo incomoda—Me pregunta y me trago las ganas de decirle que ya me harto, él no tiene la culpa de nada.

—Estoy algo cansada.

—Eres muy bonita, tengo suerte de que el señor Hargreeves me haya elegido como tú novio—Dice logrando que voltee a verlo sorprendida por sus palabras.

—¿Que dices?—Me levantó de la banca en donde estábamos y lo miro asustada.

—Oh... Así que no lo sabes—Hace una mueca. Parece confundido—Mi padre y el tuyo nos han acomodado en parejas para el bien de nuestras familias.

No puede ser. Ese viejo sobre paso todos los límites. Mira que prostituirme con sus amigos ya era mucho.

Okay, okay...

No me estaba prostituyendo ¡Pero yo lo sentía casi así!.

—No te ofendas Neizen pero no tengo interés en ser tu novia—Estaba a punto de irme y dejarlo ahí pero él me tomo del brazo y me atrajo hasta el.

—A nadie nos gusta que nos ordenen que hacer pero no tenemos opción. Es mejor que te hagas la idea—Dijo tomándome de la cintura y comenzando a acercarse a mi.

—Oye, detente—Le dije empujándolo pero él era más fuerte que yo, me volvió a acercar—¡Hazte a un lado maldita sea!.

—¿No la escuchaste, estupido?—La voz tan fría de Cinco me erizo la piel.

—¿Porque no te metes en tus asuntos?—Le contesta Neizen a Cinco pasando uno de sus brazos por mi cintura.

—Suéltala—Hablo muy molesto Cinco.

—¿Y si no lo hago que?—Dijo con arrogancia Neizen y en un abrir y cerrar de ojos, Cinco ya se había teletransportado frente a nosotros y le metió un golpe a Neizen, yo caí al suelo.

—Más te vale no volver acercarte a ella pedazo de mierda—Le dijo Cinco tomándolo por el cuello de su camisa.

Yo me levante y jale a Cinco del brazo y camine hasta el jardín de la casa.
Estando ahí me quede callada, tenía vergüenza sin saber porque.

—¿Estas bien?—Me pregunto Cinco tomando mis manos.

—Gracias por ayudarme—Dije en voz baja.

—Papá es un maldito al hacerte estar con ese imbecil—Dice molesto y yo lo abrazo.

—Dijo que papá y el señor Jensen acordaron juntarnos para que seamos pareja.

—Antes muerto que dejar que otro chico se quede contigo, tú solo eres mi chica Ocho—Dijo aferrándome a él.

Estuvimos unos minutos así, solo abrazándonos o dándonos pequeños besos. Claro, vigilando que no hubiera nadie que nos viera.

—¿Bailamos?—Le dije y el asintió con su cabeza.

Colocó una de sus manos en mi cintura y la otra la entrelazó con la mía mientras que con mi mano restante, atrapé su cuello.

Nos movíamos suavemente, mientras nos mirábamos a los ojos.

***

Estaba molesta y llorando. Mientras veía como Cuatro jugaba con Seis y Dos.
Me había dejado sola, decía que yo no podía jugar con ellos porque era una niñita.

—Tonto, gran tonto—Dije mientras sollozaba y sorbía mi nariz.

—¿Que tienes Ocho?—Me pregunta Cinco sentándose a un lado de mi.

—Cuatro no me ha dejado jugar con él y los demás—Dije en un hilo de voz—Dice que no juegan con niñitas.

—Es un tonto. Yo jugaré contigo—Dice Cinco y yo me emociono bastante.

—¿Hablas en serio? Pero a ti no te gusta jugar con nadie—Le pregunté incrédula.

—No dejare que estés aquí sola llorando, anda, vamos—Tomo mi mano y ambos corrimos hasta su habitación.

Cinco no era tan malo como Tres y yo creíamos.

***

¿En que piensas?—Me pregunta Cinco haciendo que salga de mi mente.

—¡No siempre fuiste malo conmigo!—Suelto de la nada y el me mira sin entender. Yo me aparto de él y camino de un lado a otro recordando como solía jugar con el cuando teníamos cuatro años—Jugaste conmigo cuando Cuatro me abandonó.

—Así que lo recuerdas—Dijo con una ligera sonrisa.

—¡Ahora lo recuerdo!—Dije emocionada pero luego recordé todos los años que él me había tratado mal—¿Porque comenzaste a tratarme mal?

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—¡Ahora lo recuerdo!—Dije emocionada pero luego recordé todos los años que él me había tratado mal—¿Porque comenzaste a tratarme mal?.

Cinco se puso serio y me dio la espalda.

—Porque comencé a verte de una manera diferente y tenía miedo de todo lo que me hacías sentir—Dijo fríamente, noté que no era algo de lo que le gustara hablar, me acerqué a él y tome su mano.

—No hablaremos más de eso si te incomoda—Dije para tranquilizarlo pero él seguía igual de serio.

—Odio recordar lo cruel que era contigo, no merecías eso—Desvío su mirada de mi y yo me acerqué para besar su mejilla.

—Pero ahora eres más de lo que merezco—Abrace su cuello y él no tardo en rodear mi cintura con sus brazos—Me duelen las manos de tanto tocar el piano.

—Siempre te duele algo—Soltó una risa y yo hice un puchero.

—No es cierto.

—Hace dos días te dolía la pierna derecha, la otra vez te dolían los pies y anteriormente decías que tenías dolor de huesos—Dijo el contando con sus dedos—Te diré de ahora en adelante Dolores.

—¡Hey! No me digas Dolores—Dije fingiendo molestia y ambos reímos.

Nos tiramos en el césped y admire las estrellas, brillaban demasiado esta noche.

—Me gusta estar así—Dije y sentí como él apretaba mi mano.

—Te amo Número Ocho—Dijo Cinco en voz baja y yo de inmediato me giré a verlo. Sentía los latidos de mi corazón golpear contra mi pecho, el me amaba...

—Yo te amo—Me salió sin pensar pero no era mentira, yo también sentía que lo amaba.

Él se fuer acercando lentamente a mi hasta que nuestros labios se unieron.

Esta era la mejor noche de mi vida.

𝐁𝐮𝐬𝐜𝐚́𝐧𝐝𝐨𝐭𝐞 | CINCO HARGREEVES Donde viven las historias. Descúbrelo ahora