MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-

CAPÍTULO 22 - LA CONFESIÓN.-

Camino lo tenía claro, era hora de confesarle todo a su hermano. Ari le había abierto las puertas, y gracias a ella había tomado la decisión de cruzar y tomar la salida. Era el momento de enfrentar ese miedo al rechazo que se autoimponía. Las vacaciones de Navidad estaban a la vuelta de la esquina, y por lo tanto, su cumpleaños. ¿Qué mejor forma de iniciar un nuevo año que dejando atrás las indecisiones?. Si quería un cambio, tenía que poner de su parte. Así que, ese sería el día que lo cambiaría todo.

El camino del instituto al trabajo se le estaba haciendo más largo de lo normal. Era como si su mente y su cuerpo no le respondieran, alertados por lo que iba a pasar. Necesitaba armarse de valor, algo que le infundiera esa chispa de coraje que a veces le faltaba. Y que mejor forma de conseguirlo que escuchando una de sus canciones favoritas, "This is me", de la banda sonora del músical "El gran showman". Una canción que habla de aceptación, aceptar ser quien eres sin miedo a mostrarte de esa manera, del amor sin prejuicios, del respeto y el cariño que merecen las personas, sea como sean, sin importar el físico ni la clase a la que pertenezcan. Un tema de esos que al escucharlo te hace sentir capaz de todo.

Nada más llegar encontró a Emilio en la barra, esperando para servir a una pareja sentada en la terraza.

- Hola hermanita, ¿qué tal el día?

- Bien, como siempre... Oye, hay algo que quiero contarte...estaba buscando el momento oportuno, pero como siga esperando nunca lo haré - <<I am brave, I am bruised, I am who I’m meant to be, this is me. Look out ‘cause here I come. And I’m marching on to the beat I drum, I’m not scared to be seen, I make no apologies, this is me>> la letra de la canción resonaba en su cabeza.

- Vale - contestó con cara de preocupación - Dame un momento que sirva los platos, y estoy contigo - marchó a la cocina por ellos.

Camino se sentía inquieta, no iba a dar marcha atrás, pero eso no significaba que estuviera preparada. Iba a salir del armario con una parte importante de su familia, con su madre necesitaría algo más de tiempo. No le gustaba mucho esa expresión, pero era la que era, y sentía que no sería la única vez que tendría que hacerlo. Ser gay era tener que explicar una y otra vez quien eras, o más bien, a quien amabas. Sin lugar a dudas, era una de las decisiones más complicadas y a la vez más satisfactorias de su vida, y la de todo homosexual.

- Ya estoy, cuando quieras - dijo mientras se sentaban en un rincón, cerca de la puerta.

- Verás... - miraba de un lado a otro, como intentando encontrar las palabras adecuadas - Esto... - el vaso tintineaba en la mesa por los movimientos espasmódicos de sus piernas.

- Tranquila, cuéntamelo, sea lo que sea - levantó su cabeza para poder mirarla a los ojos. Como dándole ánimos.

- Vivo fingiendo ser otra persona y siento miedo a ser rechazada por ser como soy - comenzó -  Es como estar viviendo en un estado constante de alerta - paró unos segundos para intentar descifrar si entendía hacía donde iba - Y ese estado me genera mucha angustia... No solo eso... he construido un muro que me separa del mundo porque no quiero ser lastimada... - él la miraba con amor - Sé que ese muro me protege pero también me distancia de las personas que quiero - no pudo aguantar más y se echó a llorar. Emilio se levantó y se sentó a su lado, envolviéndola en un abrazo.