CAPÍTULO 16 - LA LLAMADA.-

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Maite se levantó temprano como de costumbre, le encantaba ver el amanecer, así sentía que el día le pertenecía y podía hacer con él lo que quisiera. Esos paseos matutinos le ayudaban a mantenerse a raya, aunque delante de Camino se comportara como una persona que mantenía el control, en su interior libraba su propia lucha, que comenzó en el momento en que aceptó sus sentimientos. Durante una época pensó que no volvería a ser la misma, las emociones ocultas, su negación al amor, el cierre de su corazón, todo salió a la luz, pero esta vez no lo veía como algo negativo, todo lo contrario, por primera vez, desde que sufrió aquella horrible experiencia, se sentía viva. Una nueva versión estaba naciendo, la cual se reflejaba en su exterior; cada día se levantaba con una gran sonrisa en la cara solo por la mera presencia de Camino. No tenía miedo de sacar sus monstruos, incluso estaba aprendiendo a convivir con ellos, los podías imaginar sentados alrededor de una mesa, cada uno con una taza humeante de café, mientras ella los observaba manteniendo una conversación digna de una obra de teatro. Cada uno cumplía una función y representaba un papel, a veces se mezclaban entre ellos, y otras veces uno llevaba la voz cantante, pero nada de eso importaba ya, pues Maite los escuchaba pacíficamente sin gritos ni sobresaltos de por medio. Sus fantasmas del pasado habían vuelto para mostrarle como rehacer su vida, a base de fuerza e ilusión por un futuro mejor, consigo misma y con Camino. Todo se resume a confiar, primero en ti y después en los demás, ya que para dar lo mejor, antes debes asumir tus errores y tomarlos como una lección que te sirva para subir de nivel. Sus pasos le guiaron hasta el lugar secreto que le mostró Camino, no faltaba ni un día a su cita en ese puente, un lugar que se había convertido en parte principal de su historia, presente y pasada. No se sorprendió al encontrar allí a Camino.


- Buenos días pequeña - la saludó mientras subía y se sentaba su lado.


- Hola Maite - le contestó mientras le hacía un hueco en la manta. Podría parecer una tontería, pero le encantaba que le dijese "pequeña", era algo que la hacía sentir especial.


- ¿Cómo te encuentras? - su preocupación aumentó tras aquella confesión tan terrible. Le escribía más a menudo, y de alguna forma, percibía una leve mejoría, que le hacía sentir esperanza en su recuperación.


- Muy bien. Creo que me sirvió mucho hablar contigo de...de... lo de Valdeza - titubeó a la hora de hablar.


- Me alegro, y como ya te dije, hay que seguir adelante. No podemos dejar que este tipo de desgracias nos hundan - agarró su mano entrelazando los dedos.


- No sé como agradecértelo - su cara quedó absorta mirando sus manos unidas. Esa manera de agarrar las manos era la máxima representación de intimidad en una pareja, cosa que aún estaba por determinar entre ellas. Estaba claro que su conexión era muy profunda e iba más allá de lo físico, se sentían muy cómodas juntas. Solo faltaba dar el siguiente paso, ese que tanto miedo tenían de dar, pues significaba dejar su vulnerabilidad expuesta.


- No hace falta - le miraba sonriendo.


- Mucha gente, no me hubiera tomado en serio - se mantenía cabizbaja como abatida.


MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora