CAPÍTULO 27 - FELIZ CUMPLEAÑOS.-

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Nada más verla caer al suelo, Maite corrió en su ayuda, pero aquel chico de la barra estaba más cerca. Vio como la cogía en brazos y la llevaba a una habitación trasera del local que contaba con un sofá. Fue corriendo tras ellos con el corazón en un puño al no saber cómo se encontraba su pequeña. Toda esa rabia que nació al verla hablando con él desapareció, dando paso a un estado de preocupación que estaba consumiéndola por dentro. Se arrodilló a su lado justo en el momento en que abría los ojos. Su mirada estaba perdida, producto de la desorientación. Se enderezó a toda prisa al encontrarse con su mirada, y se arrojó a sus brazos. Sentía su cuerpo temblar, y como rompía en llanto, que se unió al de Maite. Un llanto que sacaba una angustia consecuencia de la impresión que le causó ver su cuerpo caer y golpearse contra el suelo. El miedo a no saber cómo podría estar, como se sentiría...provocó una reacción en todo su cuerpo. El chico había desaparecido, como queriendo dejarles un momento de intimidad, que no duró mucho tiempo, pues llegaron Aroa y Emilio. Todo quedó en un susto. Emilio y Maite querían llevarla a urgencias para quedarse tranquilos, pero Camino no quería ir. Ni Aroa con su poder de persuasión pudo conseguirlo. Decidieron no contarle nada a su madre para no preocuparla y para que no lo tomara en contra de Camino. Por suerte, solo quedaría en una anécdota que contar en el futuro. Maite sugirió que se quedara a dormir en su casa, sobre todo porque no podían estar separadas. Necesitaba sentir su cuerpo, aunque pasara la noche en vela intranquila pendiente de su respiración.

En cuanto llegaron a casa la ayudó a desvestirse, temía que se volviera a desmayar, a caer, o cualquier otra cosa; así que la trataba con total delicadeza. Le puso un pijama nuevo que le había comprado de Harry Potter, y la metió en la cama. La arropó con las sábanas, tapándola hasta los hombros, y se cambió a toda prisa para ponerse a su lado. No habían pasado ni dos minutos y ya se había quedado plácidamente dormida a causa del alcohol. Se recostó a su lado abrazándola por detrás, intentando mantenerse despierta. No pudo pegar ojo en toda la noche, en cuanto cerraba los ojos un sentimiento de alarma la despertaba. Se había asustado tanto al verla caer que pensó que se moriría si algo le pasaba.

Estaba amaneciendo y viendo que no iba a ser capaz de dormir más, decidió preparar el desayuno y llevárselo a la cama. Debían abandonar el estudio para ir al restaurante. Aroa y Emilio lo estarían decorando para el cumpleaños de su amada. Llevaban tiempo planificándolo, iba a tener su propia celebración de esa saga que tanto le apasionaba, Harry Potter. Había contactado con una empresa que le cedía material, desde varitas hasta disfraces, escobas, calderos, libros, y  un largo etcétera. Todo con tal de verla feliz en ese día tan especial. Pero antes de eso, la conversación. Aplazarla por ser su cumpleaños no era una excusa más, ya no. Le preparó un zumo de naranja con unas tostadas con tomate y aceite - sus favoritas - más una aspirina, pues estaba segura que tendría una resaca monumental. Fue a la habitación y puso la bandeja en la cómoda. Levantó las persianas para que entrara la luz y se refrescara el ambiente. La suave brisa mecía las cortinas que rozaron su cara de ángel.

- Buenos días princesa - le dio un beso en la frente.

- Ummm, buenos días - su voz sonaba ronca.

- ¿Cómo te encuentras?

- Como si me hubiera atropellado un camión. Mi cabeza parece que va a estallar. Oh, vaya - dijo mientras admiraba el pijama - Lo amo, esta frase me representa "Don't let muggles let you down" - se enderezó apoyando la espalda contra el respaldo de la cama.

MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora