CAPÍTULO 10: LA FAMILIA PASAMAR.-

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Felicia no conseguía dormir, aún resonaba en su cabeza el sonido de aquel bofetón en la cara de su hija. Jamás pensó llegar a aquel extremo, pero su paciencia se estaba agotando. Entre las pérdidas del restaurante a raíz del Covid-19, las medidas para cumplir la nueva normativa, y la inversión en los productos de higiene y desinfección...el restaurante iba de mal en peor. Intentaba ser fuerte por ellos, pero sobre todo por ella. Camino seguía estando sobre un hilo muy fino que a la mínima de cambio podía romperse, y por nada del mundo quería ver sufrir a su hija de nuevo. Bastante había padecido ya. Y aunque su intención era protegerla, sentía que conseguía el efecto contrario, pues cada vez la notaba más alejada y distante. Más aún después del fatal encuentro de hace unos días. En el mismo instante que le abofeteó, supo que había sobrepasado el límite y se arrepentía muchísimo. Tenía que buscar la manera de pedirle disculpas, recuperar su confianza y reparar el daño que había causado. Cansada de dar vueltas en la cama y ver pasar las horas del reloj, decidió levantarse y darse una ducha antes de partir al restaurante.

Buenos días madre - le saludó Emilio desde la cocina.

Buenos días hijo, ¿qué haces despierto tan temprano?. ¿Tu tampoco puedes dormir? - le dio un beso en la mejilla.

La verdad, no. Demasiadas cosas en las que pensar - se le notaba en la mirada esa madurez precoz debida a una vida complicada.

Lo sé hijo. Desde que murió tu padre, has intentado cuidar de nosotras. Estoy muy orgullosa de ti - sus ojos cansados intentan mostrar todo el cariño posible. - ¿Y tú hermana?. No está en su habitación - se le notaba inquieta.

Se ha ido temprano al restaurante, dijo que no podía dormir y que mejor aprovechaba para limpiar -

¿Sabes si está bien? ¿Ha hablado contigo? - sus palabras denotaban preocupación.

Que va madre, últimamente está más callada de lo normal. ¿Cree que otra vez han vuelto los recuerdos de Valdeza? - temía perder a su hermana en pos del silencio una vez más.

No lo sé, pero tengo miedo hijo. No quiero que pase por eso otra vez. Debería ir a hablar con ella y pedirle perdón por mí comportamiento del otro día - los remordimientos no la dejaban tranquila.

Eso estaría bien madre. Pero por favor, con calma. No sabemos muy bien qué es lo que le pasa -

- Sí hijo, no quiero que estemos enfrentadas. Voy a darme una ducha y voy al restaurante -

Vale, allí nos vemos. Intentaré hablar con ella, a ver si consigo sonsacarle algo -

No la presiones, ya sabes qué se encierra en sí misma y no conseguimos nada -

No se preocupe, tendré tacto - y se marchó dejando a su madre más calmada.

MAITINO: UN AMOR MÁS ALLÁ DEL TIEMPO.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora