¿Se saben el refrán de de tal palo tal astilla cierto? Bien, téngalo muy presente porque en ésta historia la bendita descendencia de Abi Miller y Max Stone han venido a arrasar con todo lo que se les presente.
Ellas, Winter Stone y Summer Stone, est...
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Summer
Tras ver como la chica que había montado la fiesta, era nada más y nada menos, la chica que provocaba un ataque de rabia en mi anatomía gemela, decidí que sería el momento de escapar de allí.
—¡Hola!—salude en un modo pasota, alzando mi mano, agarré el brazo de mi hermana y me introduje al interior de la mansión.
Nos adentramos entre la personas emperifolladas, con sus rostros cubiertos ligando con a saber quién. No había música fiestera, había música elegante y clásica no bailable.
Un mesero llego a nosotros, con una bandeja llena de bebida alcoholica en finas copas. Agarré cuatro, dos para mi y otras dos para mi hermana. Las dos primeras las bebimos de una, las otras dos las dejamos en nuestras manos, asimilando el la irritación en nuestra garganta.
—¿Me explicas por qué estamos en el cumpleaños de Jenna?—cuestiona mi hermana bebiendo de una la siguiente copa, la deja en la bandeja de una mesera y agarra dos copas más. Está nerviosa, será mejor que la frene.
Bebí mi copa de una y agarré una de las que tenía entre sus manos, musitando un gracias sonriente. Pareció molestarle, pero tenía la mente en otra cosa para pelear por una fina y cara copa.
—No sé.—me encogí de hombros.
La habitación, fuera parte de globos decorativos, una tarta de tres pisos adornada en oro, en el centro, serpentina brillante y elegante, tenía multitud de cuadros de Jenna en diferentes poses y con diferentes vestidos, para colmo elegantes también.
Esta chica tenía que ser bastante egocentrica, es lo que mi mente asimiló al ver su rostro por toda la sala.
—¿Qué te parece si animamos esto un poquito?–cuestione a mi hermana.
Se encontraba bebiendo de la copa, alzo una ceja y lentamente despegó sus labios del cristal, mirandome curiosa.
—¿Cómo lo haremos?—cuestiona interesada.
—Vamos disfrazadas.—me autoseñalo.—nadie sabrá quién puso Anaconda a todos los decibelios posibles.—sonrío de manera maliciosa y ella me imita.
En cuestión de organización y minutos, Anaconda esta sonando por toda la mansión. Al principio las personas se quedaron sorprendidas por el cambio repentino de canción, pero poco a poco la gente empezó a encojerse de hombros y a bailar.
Mi hermana agarró mi mano y juntas nos dirigimos al interior de la pista a perrear y menear intensamente nuestros traseros.
Vimos el rostro desesperado de Jenna, viendo como gente disfrazada perreaban frenéticamente y bajando sus traseros hasta tocar el suelo. Reí, al ver el rostro de Bruno buscando el de mi hermana o el mío.
B&B sabían que habíamos sido nosotras, mi tío sabía que habíamos sido nosotras y nuestros amigos estarían orgullosos de saber que habíamos sido nosotras.