Capítulo 18 "Pizza desastrosa"

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Sigo siendo Winter putos

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Sigo siendo Winter putos

La señora, se marcha sonriente, tan sonriente que le hace competencia al mismísimo payaso Pennywise. No veas con el ambiente de los White.

—Bueno.—Bruno mete sus manos en sus bolsillos y me mira algo incómodo.—tendrás que pasar el día aquí hasta que Petunia venga con el huevo.

—¿Genial?—bufo y ruedo mis ojos.

—Si quieres te puedo hacer un tour de mi casa.—propone él pero yo ya me he adelantado a subir las escaleras y comienzo a abrir las puertas para descubrir su interior.

—Así me pillaste en plena acción con la hija de Dallas.—oígo su voz tras de mí y un escalofrío recorre mi cuerpo del asco que me provoca.

—Yo solo me meaba inútil.—le respondo de mala manera.—no quería ver tu cosita.

—Ya claro.—veo como rueda los ojos divertido, baboso.

Abro una habitación, contemplo una cama bien ordenada con una funda de pelotas de fútbol de fondo azul y estanterías llenas de trofeos, una canasta, una ps4, un puf en forma de balón de baloscento y... OH DIOS MIO, ¿UNA COLCHONETA?

Parece que estoy en casa de los Ross en la habitación de Luke, solo que más ordenada, simplemente está ordenada y la de Luke nunca lo estuvo.

Corro a ésta y comienzo a saltar como una loca mientras Bruno cierra la puerta tras de sí con la mirada puesta en mí.

—Te presento mi habitación.—comenta y se tira sobre su cama.

—¿Perdiste las neuronas saltando aquí y cayendote verdad?—le cuestiono en el aire y comienzo a grabarme a cámara lenta con mi teléfono para ver mis cachetes moverse de arriba a abajo, me causa demasiada risa. Pruébenlo.

—De hecho, nunca he vivido aquí.—comenta él haciendo que deje de grabar.

—¿Qué?—me siento en la colchoneta de un salto y me quedo viéndolo, como mira el techo y contemplo su perfecta nariz y su perfecto rostro con todo bien colocado en su lugar, sus mechones rubios se asoman un poco y respira hondo causando que salga del trance.

—Desde pequeño he estado en el internado, recuerdo que con tan solo cinco años me mandaron lejos de la presencia de mis padres.—comenta y me levanto de la colchoneta para tumbarme a su lado de lado y observarlo curiosa.—y como habrás observado mucha alegría no le ha dado de verme y mi padre ni aparece nunca en casa...—se queda en silencio por un infinito tiempo.

—¿Quién necesita a la gente que no sabe querernos?—le cuestiono y me mira por encima de su hombro, porque bueno, es mil veces más alto que yo y sonríe, sonrío junto a él.—no te tienes que dejar hundir porque un par de esqueletos con carne sean egoístas.—me encojo de hombros.

—Pero son mis padres copito.—acaricia mi mejilla suavemente.—es... dejalo.—se levanta de golpe y me quedo observando desde la cama aún tumbado.

Las mellizas de Abi Stone ® | Terminada ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora