XII

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Violet

Estoy sumamente estresada y de mal humor, había tenido que salir de la habitación una hora más tarde porque de un momento a otro me sentí con claustrofobia. Tenía que hacer algo, divertirme... a mi modo.

A la hora que salí de la habitación, todos los pacientes y algunos enfermeros estaban afuera en busca de algo de liberación. Lo único que podía hacer en mi caso era sentarme fuera y tratar de buscar alguna entretención.

Me senté en el banco de siempre, viendo uno a uno a los enfermeros buscando la cara de Simón que no aparecía por ningún lado. ¿Acaso mis tetas eran tan horribles? Naaah.

Respire profundamente y sentí unas manos masajeando mi espalda con cierta habilidad. Pasaba sus pulgares con fuerza por mi cuello haciendo que sonara y ladee la cabeza hacia los lados.

—Estas estresada —su voz.

Últimamente estaba muy cerca a mi todo el rato y no me molestaba, me gustaba tener compañía que me entendiera. Sentí sus labios cerca a mi oreja y sonreí.

—Te daré un regalito y espero ser muy bien compensado, cielo —susurro.

—Eso depende de que sea el regalito y que se supone que es lo que quieres...

Podía sentir que sonreía y frente a mi apareció una caja de cigarros que él sostenía. Eran mis favoritos y en estos momentos quería algo de nicotina para relajarme. Trate de tomarlos pero él los aparto sentándose a mi lado.

—Primero quiero saber qué me darás —sonrío.

—¿Que es lo que quieres? —fingí sonreír.

—Bueno, primero quiero que no lo dejes ver de Sam o de cualquier otro enfermero, te conozco y te dejas pillar fácilmente, si vas a fumar lo harás aquí cuando no haya nadie y lo otro... —se acercó a mi oído —, quiero un besito antes de irme a dormir.

—¿Prometes no llevarte mi labios esta vez?

—Lo prometo.

—Hecho —mentí. No iba a buscarlo en la noche para besarlo, solo quería los cigarrillos.

Me entrego la caja con una sonrisa.

—Disfrutalos —dicho eso, se fue.

Debo decir que me había timado pero por una buena razón: había solo la mitad de la caja completa porque el otro espacio lo ocupaba un mechero rojo; sonreí para mí misma y tome el mechero y uno de los cigarros, me lo puse en la boca y lo encendí. Deje que el humo invadiera mis pulmones para después expulsarlo por la nariz.

Mire el pitillo y sonreí, me sentí mejor pero había algo que necesitaba con desesperación.

Sentí pasos apresurados entre los arbustos, iba a apagar el cigarro pero note el negro cabello de Alexandra.

—¡Aléjate de mi! —grite cuando la vi.

Esta loca tenía la mirada que me había hecho la vez del cigarrillo. Había atado cabos y supe que estaba celosa de mis encuentros con Jessie. No sabía que clase de relación hayan tenido y me daba igual sólo que está demente era peligrosa cuando tenía esa clase de emociones fuertes y se notaba ser más tóxica que Chernobyl.

Sonrió de una forma macabra y por instinto empuñe el cigarrillo dispuesta a utilizarlo en su contra así como ella había hecho conmigo.

—Tranquila, no te haré nada —no le creí —, mi guarda esta cerca y no quiero que me aíslen.

—Largate o te aseguro que así no hagas nada, haré que te encierren.

—Calma, solo venía a decirte... más bien preguntarte ¿que tienes con Jessie?

—Ay por Dios, llegó la tóxica de turno.

—Yo solo...

Dio un paso adelante y entonces empecé:

—¡AUXILIÓ, ME VA A ATACAR DE NUEVO! —grite con lágrimas en mis ojos y le lance el cigarro a los pies —¡VA A QUEMARME, VA A QUEMARME!

Los enfermeros llegaron y ella miró confundida.

—Tenia el cigarro en los dedos, acaba de tirarlo —señale el cigarro en el suelo cuando un enfermero me abrazó por la espalda para que me retirará.

—¡Que yo no he hecho nada! —empezo a gritar Alexandra cuando la tomaron a la fuerza —¡Esta dando acusaciones falsas!

—Va a quemarme, ya lo hizo una vez —fingí llorar.

Alexandra siguió pataleando pero sonreí cuando supe a donde la llevarían, me miró asesinamente y disimuladamente le sonreí.

—Hündin —susurre.

«Hündin: Puta»

Después del desastre organizado y de saber que esa estúpida estaría encerrada por lo menos dos días en la habitación de aislamiento, me sentí más relajada, hasta le concedí a mi estómago algo de comida y las medicinas para poder dormir.

De nuevo en el comedor volví a ver a la chica que guardaba comida a escondidas en su suéter como en el desayuno y quise saber a qué se debía todo eso. Parecía solitaria y con un serio problema, pero a la hora de coger la comida era una persona normal... Bueno, normal dentro de lo que cabe.

La vi dirigirse hacia Sam que le dio las medicinas y se despedía. La seguí luego de que me dieran las mías.

—¿A dónde vas? —me pregunto Sam cuando iba por el pasillo.

—A mear ¿quieres un poco?

Sam me miró mal y seguí con mi camino a unos metros atrás de la chica. Entro al baño y se encerró en uno de los cubículos, me metí al retrete continuo y sigilosamente me pare en la baldosa para ver del otro lado. La chica escupía las pastillas en el inodoro y sacaba la comida del suéter y la engullía de una forma voraz, casi salvaje y allí entendí todo. ¿Que clase de anoréxica no está sobre los huesos? Supuestamente ella no come absolutamente nada durante el día y cuando "la obligan" pues se induce al vómito pero en este caso no creo que lo haga.

No está enferma, solo aparenta estarlo. Y todo lo confirma con la cara de satisfacción cuando termina de comer todo lo que escondió. Espero a ver si se induce el vómito pero el momento no llega, baja la palanca del retrete y se va como si nada metiendo las manos en su enorme suéter, el que supuestamente le dejé cubrir los huesos pero es una jodida persona normal en busca de atención.

¿Que tan mal hay que estar? Probablemente no tenga anorexia pero si un problema mental para hacer ese tipo de cosas.

Sonrió con cinismo y me voy de allí. Al menos ya encontré entretención para el día siguiente.

Amar, Besar, Matar [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora