XXI

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Violet

La ansiedad empieza a crecer dentro de mi, las manos me cosquillean y siento esa entera necesidad por destruir. Pero, jamás lo he hecho de esa manera, jamás he matado a alguien con mis propias manos, solo manipuló sus mentes para lograrlo, no se lo que se siente hacer algo así.

Pero el rostro de Jessie me invita a hacerlo, estira la mano con la navaja multiusos invitándome a hacer algo terrible, pero primero tengo que preguntar:

—¿Vamos a salir de aquí?

Él sonríe. Siento que nada puede detenernos si el sonríe de esa manera tan confiada.

—Te lo aseguro, Violet. Solo quiero ver lo que eres capaz de hacer solo por salvarte, si te salvas a ti misma, me salvas a mi. Nos salvamos juntos.

Tomo la navaja pero el es más hábil y me arrastra hasta pegar su cuerpo con el mío. La misma tensión sexual se eleva y de repente quiero estar con él en la habitación del último piso, pero no es momento para eso.

—Ponte esto.

Me extiende unos guantes de látex y me los coloco sin rechistar. Jessie sabe cómo hacer las cosas, supongo que tiene muy bien planeado todo y si está aquí sin ser descubierto es que lo ha hecho de maravilla.

Me toma de la mano como si fuéramos un par de novios en un sendero, me mira de reojo y sonríe con arrogancia. Caminamos unos cuantos pasos hasta una puerta en específico, vuelve a sacar las llaves y abre la puerta. Se hace detrás de mí y me toma de la cintura.

La puerta se abre lentamente y veo un bulto en la esquina más lejana, es Alexandra.

—Solo recuerda esto —me advierte hablando en susurros —: tú tienes un poder sobre ella, utiliza todo lo que sabes hacer, Violet. Y decide si quieres que sea lento o rápido, yo estaré ayudándote si lo necesitas.

Dejo escapar un jadeo cuando siento sus labios húmedos besar mi cuello y luego me empuja un poco para que entre por completo a la habitación.

Aún no estoy segura de hacer esto pero soy suaves pasos hacia la persona que está en el rincón, escuchó el sonido de la puerta que se cierra y todo se vuelve silencioso.

Trago grueso cuando el cuerpo se remueve un poco y noto que lleva camisa de fuerza. Me agacho a su altura y veo su espeso cabello negro caerle en la cara, levantó el brazo y le apartó el cabello en un gesto tierno, es allí cuando abre los ojos y cuando veo que está a punto de gritar, me le lanzó encima, le tapó la boca con una mano y me siento encima de su abdomen.

Me acerco a su oído para hablar.

—Shh. Te gusta molestar pero que no te molesten ¿eh? ¿Quien te crees para tener ese derecho?

Alexandra grita en mi mano y sacude su cuerpo en busca de liberación, pero mis rodillas la mantienen lo suficientemente quieta. Saco la navaja y abro la hoja más larga y grande que tiene, Alexandra abre los ojos de par en par y sacude la cabeza.

—Nunca había escuchado de ese... trastorno tan extraño —comento mientras elevó la cuchilla para detallarla —. Trastorno explosivo intermitente. Es una lastima; básicamente eres una chica guapa con un carácter de mierda.

Paso el filo de la cuchilla por su frente y delineó sus facciones con cuidado.

—¿Cómo han descubierto tus padres como eres? —me pregunté en voz alta —. ¿Acaso de pequeña te decían que no y matabas a alguien o que? Quiero saber, ¿puedes explicarme? ¿puedes?

La tome de las mejillas y puse la cuchilla muy cerca a la yugular, un mal movimiento haría de este lugar un charco enorme de sangre. Le apreté la cara esperando a que me respondiera.

Amar, Besar, Matar [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora