XXXI

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Violet

Caminamos por horas, en silencio, no nos atrevemos a ir a la carretera o buscar ayuda, el hospital debió mandar una alerta y es mejor que nadie nos vea. Por lo pronto nos alejamos de la furgoneta por si aún la seguían.

No me siento exhausta, me siento eufórica, con deseos de tragarme el mundo de un bocado, ansiosa de ver a Jessie. Solo puedo pensar en eso.

Llegando al pueblo donde estuve con Jessie, hallo un teléfono público y empiezo a marcar con los dedos temblorosos. La voz chillona de Molly responde.

—¿Hola?

—Molly... soy Violet, Violet Meyer.

—¡¿Violet?! ¿Donde estas? ¿Tu cara está en todos los noticieros, todo el mundo los está buscando y es como si los fueran a matar, ¿Estás con Brian? Y tú qué lo odiabas, ahora son como Bonnie y Clyde.

Mierda. No se puede callar un mes.

—Molly —detengo su palabrería—. Necesito dinero, ropa y encontrar a Jessie.

—Eso es fácil, Jessie está a unos kilómetros del pueblo donde creo que estás, dentro del bosque, ya sabes, tiene que esconderse...

—¿Y lo otro?

—Mmm... nadie los puede ver, así que les sugiero que se escondan, no se dejen ver hasta que hallen a Zack Miller.

¿Zack Miller? Tiene que ser una broma...

—¿Lo conoces? —pregunto.

—Si y tú también. Pobre, perdió a toda su familia por dos asesinos, aún vive en la mansión y Jessie lo tiene amenazado, así que busquen con que cubrirse en su casa, consigan algo de dinero y luego le preguntan mi dirección. Los espero en mi casa ¡Bye!

Cuelga y solo suena el molesto pitido del teléfono. Suspiro y me vuelvo hacia Brian.

—¿Que ha dicho? —pregunta.

—Teufel noch mal... —susurro y comienzo a caminar.

«Teufel noch mal: Maldita sea»

Afortunadamente el pueblo está desértico, salvo por una par de veces que tuvimos que escondernos. Hasta podía escuchar las noticias.

«... Violet Meyer conocida por el asesinato de la familia pudiente Miller, ha escapado de nuevo del hospital Austin de Texas. Las autoridades hacen un barrido local para encontrarla. Si la ve, llame a los números que están en pantalla. Es peligrosa y debe hallarse inmediatamente junto con su compañero nuevo el joven Brian Morgan un paciente con un grave trastorno obsesivo compulsivo...»

Y blah blah. Al fin llegamos a la ferretería donde trabaja el imbécil de Zack.

Me aseguro de que no haya nadie en la tienda, tampoco hay nadie en la caja registradora y procedo a buscar por los pasillos. Lo hallo acomodando algunas cosas y me acerco un poco.

—Hola Zack... —saludo, tras de mí está Brian.

La cara de Zack palidece y parece que va a poner huevos, me señala y empieza a tartamudear.

—Si das aviso de que estoy aquí, te voy a matar y si no lo hago yo, ya sabes quién si —advierto.

—¡Mataste a mis padres! —dice con lágrimas en los ojos.

—Ay ya, esos son temas del pasado. Si me ayudas con esto te dejaremos en paz y llevaré flores a tu madre en su tumba —sonrío con cinismo.

Su mirada pasa de Brian a mi y luego a Brian, relaja el cuerpo y pone cara de rendición.

—¿Que necesitan?

Segundos después estamos Brian y yo en la parte de atrás del auto de Zack quien conduce a su mansión con nerviosismo, tiene música en un volumen bajo y tamborilea con los dedos temblorosos. Se pone nervioso cuando adelante se puede ver un puesto de policía.

Brian y yo nos escondemos cuánto podemos en el suelo del auto y escuchamos atentamente.

—Miller —dice un policía—, ¿que hace fuera de su casa? Debería tener más cuidado, Violet y otro chico están rondando por ahí...

—Lo sé, vi las noticias —contesta nervioso.

—La atraparemos y esta vez irá a la cárcel en un cuidado especial, señor Miller.

Brian me mira con preocupación.

—Gracias por la labor —dice Zack.

—Continúe por favor y tenga mucho cuidado.

—Lo haré.

El auto vuelve a estar en movimiento y esperamos unos metros para sentarnos de nuevo.

—Gracias por su labor —me burlo— ¿Que diría tu querida madre, Zack?

Me río fuertemente aún cuando ambos chicos permanecen callados.

Lo siguiente que pasa es llegar a la mansión que me trae recuerdos con Jessie, buscar algo de ropa y llamar a Molly para que nos de la dirección de su casa. Zack es nuestro conductor elegido y en una hora estamos en otro pueblo, más pequeño y con casas miniatura.

Zack toca el claxon y la rubia conocida como Molly sale disparada y le da señales a Zack para que aparque atrás de la casa.

Salgo del auto y Molly me salta encima en un abrazo que no devuelvo.

—¡Me alegra un montón verte bien! —dice y se dirige a Brian —. Sigues siendo un pillo, Morgan, algunas cosas no cambian.

—Llevame con Jessie —exijo.

—Calmate Correcaminos —dice Molly—, no quieren entrar a ver mi casa, la puse bien bonita por la visita, también hice algo de comer y le dije a mi madre que vendrían unos amigos rehabilitados, por suerte ella no ve las noticias así que no hay problema y...

—Molly, ya quisieras que estuviera rehabilitada o te juro que tú maldita voz no me estaría dando jaqueca y ganas de asfixiarte... —le digo rápidamente.

Ella suspiró y da un paso atrás.

—De acuerdo, los llevaré —dice.

Al fin, al fin podré verlo. Al fin subimos al auto de la madre de Molly. La rubia no deja de hablar de todo lo que ha hecho luego de su salida del hospital, al parecer su padre aún no confía en ella y le tiene miedo, o tal vez solo está exagerando.

Pasan varios minutos y como siempre me pican los dedos, su recuerdo me ha hecho querer tocarlo de nuevo y si pasa más tiempo me volveré más loca de lo que estoy.

Molly se desvía y entra en medio del bosque, nos pide que nos bajemos ya que el auto no alcanza a entrar en medio de los árboles. Me sorprende que aún falta un largo camino a pie pero al final, logramos ver una cabaña, muy parecida a la de la película de Mamá.

Casi corro, la puerta principal está abierta pero no se escucha que haya alguien por ahí y me preguntó si ya no vivirá allí por lo descuidado que está todo o si habrá ido a algún otro lado, pero depronto escucho un disparo.

Corro hacia el eco y al fin veo su silueta de espaldas, como siempre, vestido de negro pero elegante, fuma algún cigarro y al escuchar pisadas gira hacia nosotros.

—Jessie...

He añorado tanto verlo, lo único diferente es que tiene una cicatriz en la mejilla derecha pero nada más distinto. Me mira, no noto ninguna expresión, sigue poniendo balas en el cartucho sin dejar de mirarme. No esperaba más, estoy consciente de que sus emociones son nulas.

Luego de repasarme de arriba abajo, dirige su mirada a Brian, una mirada fría que va acompañada con el levantamiento del arma, apuntándole en la cabeza a mi compañero de viaje...

Amar, Besar, Matar [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora