XX

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Violet

—Esto es estúpido y usted es una zorra.

La mayoría de los que en serio estábamos locos soltamos una carcajada ante las palabras de Molly. Si, nuestra pequeña Molly estaba en su estado psicótico y no había alguien a quien no hubiera insultado a medio día. Hasta a mí que no le había hecho nada.

—Molly, se más humana por favor, trata de controlar tus emociones —le había dicho la terapeuta.

—Todos aquí son unos imbéciles inadaptados y ¿usted solo me pone atención a mi? ¿Que tal si va a hacerle una puta mamada a su esposo a ver si sirve de algo? —le escupió en los pies. La única que rió fui yo.

Jugaba con la estúpida muñeca que siempre nos daban en las terapias grupales.

—Ay, me rindo —suspiro a enfermera —¿Violet, quieres decirnos algo?

—Prefiero el suicidio — sonreí.

—¡No digas esa palabra aquí! —grito sin querer. Sonreí y Molly también.

—Pf, parece que la señorita Giggins no está de humor hoy...

Esa voz, la misma que había escuchado la noche anterior susurrándome cosas sexuales al oído mientras salía y entraba de mi con fuerza e ímpetu. Me hizo temblar por un segundo y deje de mirar a la muñeca para verlo a él.

Vestido como siempre de negro de pies a cabeza, caminaba como si todos nosotros fuéramos simples plebeyos a su lado, con una sonrisa de medio lado que atontaba a todo el mundo. Ahora me daba cuenta de por qué tenía a Alexandra y Molly tan enamoradas.

—Por fin te nos unes, Jessie —dijo la enfermera.

—Si, me gustaría saber que dicen estos fracasados.

Alexandra nos miró mal a cada uno y nosotros ya estábamos en nuestro mundo, un mundo libre, lleno de caricias desnudas y deseos pecaminosos con la mirada. Me perdí por un segundo en sus ojos oscuros y volví un poco en el tiempo, más concretamente a la noche anterior.

—¿Que sientes hoy, Jessie? —le pregunto la enfermera —¿Quisieras contarnos?

—Bueno, ya que no estaré aquí en unos días sería bueno decirles como me siento —dirigio una mirada a mi y sonrió, no como alguien enamorado, sino con maldad y admití que eso me gustaba —. Siento que estoy tocando el cielo libre, me siento capaz de hacer cualquier cosa pero también siento que no quiero hacerlo solo y solo ella puede acompañarme, solo quiero que ella me acompañe.

Sonreí de medio lado y baje la vista a la muñeca. La enfermera quedó sin palabras ya que Jessie nunca hablaba en estos encuentros.

—Vaya Jessie, parece que alguien está enamorado —comento y casi reí.

¿De verdad había dicho eso? ¿Acaso no sabe que alguien como él es incapaz de sentir algo así? Jessie la miró con sorna y burla.

—Es más que eso —fue lo que contesto.

Note que la mirada de Alexandra pasaba de Jessie a mi consecutivamente y empezaba a ponerse roja de ira.

—¿Pueden amarrar a esa desquiciada? —interrumpi —. Siento que se va a lanzar a matarme...

Eso desató lo que ahora llamo "bomba Alex" y está descargo su furia en mi. Se levantó de golpe y se lanzó empujando la silla en la que estaba hacia atrás, así que ambas caímos al suelo y ella tenía ventaja al estar encima de mi. Me agarró el cuello y empezó a estrangularme mientras yo le jalaba el cabello y rasguñaba su cara. Lograron separarla de mi cuando empezaba a quedarme sin aire y dos enfermeros me tomaron de los brazos al igual que ella.

Escuchaba a Molly gritar en furia, a Brian llorar en algún rincón y a algunos enfermos berriar y golpear cosas, era un caos idéntico al de la cafetería. Alexandra no paraba de patalear, de verdad era como ver a Hulk transformándose.

—¡A aislamiento! —anuncio Sam.

—¡No, no, no! —grite —¡Sueltenme!

Pero era demasiado tarde, empecé a sentir ese horrible vacío en todo mi ser cuando empezaron a arrastrarme a ese lugar. No me pregunten por qué, pero le tenía un pánico atroz.

—¡No, por favor, no me lleven a ese lugar! ¡Se lo suplico! —grite presa del llanto.

Abrieron la puerta y me metieron de un empujón, no me iban a inyectar nada, me iban a privar un poco de mis sentidos porque "eso me calmaría" pero me mantendría en un estado de vigilia asqueroso, era como estar muerto. Cerraron la puerta y la patee mil veces hasta que me dolió el pie derecho y los puños de golpearla, no me gustaba mirar hacia atrás en esa habitación, mucho menos quedarme en medio de ella. Era espantoso.

Pegue la frente a la puerta y me quede allí sin ser capaz de mirar la oscuridad... tal vez por miedo a que se confundiera con la mía.

[...]

—Violet...

Desperté acurrucada al lado de la puerta, sentí los ojos hinchados y pesados y recordé que estaba en este horrible lugar.

—¡Violet!

Alguien me llamada del otro lado de la puerta, una voz masculina y desesperada, una voz que reconocí muy bien.

—¿Jessie? —pregunte.

—¿Violet, estás bien?

Me entró el desespero.

—¡Jessie, sácame de aquí, por favor! —me puse en pie y pegue mi mejilla a la puerta —¡Sácame de aquí, no puedo más! ¡Por favor, por favor, por favor!

—Shh, Violet, cálmate ¿si?

—No puedo, odio este lugar, no quiero estar aquí.

—Recuerda lo que te dije anoche... Solo recuérdalo.

Trato de evocar sus palabras en la oscuridad pero es más difícil de lo que parece, siento que mis pensamientos hacen eco por todos lados y me aniquilan la mente, no puedo pensar con claridad, ni imaginar, es como si la oscuridad me impidiera ese tipo de acciones y hasta el cuerpo se me paraliza.

—No puedo —digo y temo a que se haya ido —¿Jessie?

—Estoy aquí. Solo cálmate.

Niego con la cabeza. Jamás lo voy a superar.

—Voy a matarla, es su culpa —digo después de un silencio —, por su culpa estoy aquí. Te juro que como la vea, voy a asesinarla.

—¿A que?

Sé que me ha escuchado, su voz cambio y tiene un tinte de malicia. Puede que yo esté bromeando pero Jessie no, Jessie podría en serio matar a Alexandra.

—Es su culpa, Jessie —digo —por ella estoy aquí.

—¿Y que es lo que quieres hacer? —su voz cambio y me hace dar algo de miedo.

—Quiero fastidiarla —digo —, quiero que no vuelva a molestarme nunca más.

El cerrojo de la puerta hace un click y doy unos pasos atrás para que se abra. Del otro lado está él, con las llaves en una mano y una pose muy natural pero su cara muestra todo lo contrario. Jessie tiene varias caras y está es la que más miedo me da, los ojos le brillan de emoción y tiene una sonrisa de medio lado.

Extiende una mano hacia mí y la tomo.

—Tus deseos órdenes para mí.

—¿Que harás?

—El encierro de ambas me ha dejado un campo libre y he hallado la forma de escapar, Violet, pero quiero que deshagas tu ira a quien te metió aquí...

—¿Como...?

De su bolsillo saca una navaja multiusos y la reconozco pues es un utensilio que tienen todos los enfermeros en casos de emergencia.

—¿De dónde...? —pregunto.

—Tu enfermera no es muy lista —dice jugando con ella aún sin soltar mi mano —pero ha tenido que pagar un precio algo caro.

—¿Que has hecho?

—Eso no importa ahora, lo que importa es —vuelve a sonreír —¿Harás lo que tanto quieres?

Amar, Besar, Matar [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora