XV

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Jessie

En estos aspectos era tan meticuloso, tan calculador y frío para que no me pillaran pero me cosquillean los dedos por el impulso de abrirle la garganta cada que lo veo cerca a ella, y ese es el problema, que no se le despega.

Y si no están cerca, las miradas coquetas de ella desde lejos no se dan a esperar. Desde lejos huelo la vergüenza y lo mal que se siente Parker pero también lo mucho que le ha gustado y lo mucho que quiere volver a hacerlo cuando se le acerca y le toca la cabeza o los hombros.

Pero ese es el problema Parker, no habrá próxima vez.

—¿Te ha gustado? —le pregunto en el oído cuando estamos en la cafetería. A su lado Molly me mira con obsesión.

—¿De qué hablas? —pregunta con desinterés y una sonrisa que me revuelve las entrañas.

—El sexo de anoche quemo tus neuronas.

Ella se ríe y oye a burla.

—Dejaras de reírte, Violet. Te lo aseguro.

—Ni se te ocurra intervenir en mis planes, Jessie. Ya lo tengo donde quiero, no me jodas.

Le sonrió con cinismo y la dejo allí. Maldito sea el impulso que me mueve pero la verdad es que quiero sentirme bien, quiero sentirme poderoso y Parker es un buen peón.

Por estar tanto tiempo en este jodido infierno, conozco de pies a cabeza los horarios de todos los enfermeros y aunque a veces intercambian ciertas cosas siempre mantienen su constancia. Conozco los ires y venires de Parker y se perfectamente como actuar. La ansiedad me gana y siento seca la garganta, quiero escupirle, quiero ver miedo y cada que lo pienso sonrió ampliamente para mí mismo.

A las siete y treinta todos los pacientes han de estar en sus habitaciones, en cuarenta y cinco minutos Sam empieza su ronda así que tengo algo de tiempo de sobra. A esa hora todos los enfermeros han de hacer reportes sobre sus pacientes pero quién no llegara a la cita de hoy será Parker.

Me pregunto qué excusa habrá montado la noche anterior, ¿habrá sido sincero? No, obvio no, follar con una paciente significaría la expulsión como también sería su salvación de mi.

Estoy consciente de que aquello que me mueve a hacer lo que voy a hacer (que por cierto lo voy a hacer por primera vez dentro del hospital) es la agonía, la rabia que siento y los celos al recordar sus manos y su cuerpo moviéndose con el de ella. La odio a ella por hacerme así de impulsivo y burlarse de mi, le voy a arruinar el plan y ese será el único castigo pues la quiero viva.

Me dirijo a la oficina de la directora al tiempo que Parker y me encantan las "coincidencias" de la vida: él sube por el flanco derecho y yo por el izquierdo.

—¡Parker! —le sonrió al acercarme —. ¿Que tal el descanso y el regreso?

—Bastante bien, White.

Ya me lo imagino.

—Si me disculpas tengo que entregar estos informes a tiempo y quiero descansar —dice.

—Por supuesto, has de estar cansado.

Me abro paso pero cuando pasa a mi lado, abro la mano recta y firme para que cuando lo golpee en la garganta caiga fulminado al levantarle la manzana de Adán con el hueso de mi mano. Siento un pequeño dolor pero me gusta el resultado.

—Estoy algo oxidado —murmuro chasqueando la lengua.

Recojo las carpetas de sus pacientes y lo arrastró hasta las escaleras de emergencia. Tengo exactamente dos minutos para llevarlo al sótano antes de que los demás enfermeros empiecen a subir.

Amar, Besar, Matar [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora