III. Contraportada

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¿Cuando más debería
de esperarte, vida mía?
¿De soñarte, de pensarte
y de pensar en mi valia?

De meditar por madrugadas,
en las comidas y el ayuno.
¿Acaso era una temporada
que amar no era oportuno?

No soy mucho de estaciones,
pero en otoño me has dejado.
Y mis fuerzas, ni las menciones...
cómo tu presencia, se han esfumado.

Entonces, ¿que estoy haciendo?
pensando en ti y sonriendo,
sintiendo, la llama del infierno ardiendo
por dentro, mientras me estoy destruyendo.

Obsesionado con tu difusa silueta,
que a agujas de reloj jamás respeta.
Confundido, herido, semi dormido...
intentado leer una receta.

Una prescripción, un aviso
de que esta vela se apaga, agonizo
cómo moribundo; perdón, permiso:
la caída de vida de un suicida
desde el décimo piso.

Mientras flores caen, inconciente
eres de mis miedos, indiferente
causa de mis insomnios (incoherentes).
Nube gris por caer está impaciente...

Escribirte y esperar...
esperar dos años más.

Y que esto no te agrade
o te enfade, tú lo sabes;
ve y evade lo que a ti te invade,
que tu espíritu no se apiade
o la tinta se me acabe.
Olvida eso, que la muerte me degrade.

Impide que el orgullo ceda,
acorta la respiración en mí
y tú entierra lo que queda,
solo porque si.

𝑬𝒍 𝑨𝒓𝒄𝒉𝒊𝒗𝒐 𝒅𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒖𝒓𝒊𝒂𝒔 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora