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015

Young Ji sostenía con ambas manos la bolsa de regalo que tanto tiempo le había tomado en encontrar. Miró una vez más en dirección al salón de Hoseok y tragó con esfuerzo. No había tenido ningún contacto con él en todo lo que restó del fin de semana, salvo por los mensajes que le había respondido a la mañana siguiente de la fiesta para asegurarle que se encontraba bien y que no se preocupara.

La chica sentía todas las miradas de los estudiantes que transitaban por los pasillos se dirigían únicamente a su figura y eso solo consiguió que aumentara su nerviosismo. Giró sobre sus talones en dirección contraria con la clara intención de rendirse, pero al ser llamada por la voz de Hoseok se quedó congelada en su sitio. No se creía lo suficientemente valiente como para verlo de frente después de saber solo un poco del espectáculo que había dado en la fiesta de cumpleaños de Jiwoo.

—¡Young Ji!

La nombrada respiro profundo y volteo su vista a la dirección a la que había sido mencionada.

—Hoseok —murmuro con la mirada fija en las manos que sostenían la bolsa de regalo.

—Intenté llamarte hace unos minutos, pero no tomaste la llamada e iba a intentar buscarte. Que coincidencia que ya estuvieras aquí.

—Quería verte —Sus mejillas se colorearon de un rosado suave que trato de ocultar con el cabello que le caía por los hombros.

— Si tienes tiempo podríamos ir al jardín en el que sueles dibujar.

Young Ji miro a su alrededor y varios pares de ojos se apuntaban directamente a ellos. Incluso había chicas que murmuraban entre ellas quizá cotilleando lo que veían. La castaña no quería sentirse incomoda, pero con la situación que los rodeaba hacía imposible que se encontrara completamente segura. Hoseok observó el semblante de Young Ji y comprendió su inquietud. A él tampoco le gustaba la atención que los demás le prestaban, incluso en algunas ocasiones se sentía asfixiado por el interés excesivo sobre él.

—Vamos— le indicó con una mirada a la chica que asintió siguiendo sus pasos de cerca.

Hoseok sentía su corazón agitado. Había estado fingiendo encontrarse completamente bien, pero estaba mintiendo. De los dos él era el que estaba más nervioso. Temía que Young Ji hubiera recordado lo que había sucedido en la fiesta. La confesión y el beso que ella había dejado sobre su mejilla habían sido suficientes motivos como para mantenerse ansioso todo el fin de semana.

Una vez llegaron al jardín del colegio Young Ji tomó todo el valor que había estado acumulando en el camino y le tendió la bolsa de regalo que traía consigo. Hoseok al verla inclinarse ocultando su mirada se tornó confundido.

—Lamento lo del fin de semana...no quería hacerlo. Acepta este regalo, por favor. S-sé que no es algo lujoso, pero en realidad no sabía qué más hacer. Lo siento.

El pelinegro percibió como cada músculo de su cuerpo se tensaba al escuchar la confesión de Young Ji y por más que quisiera convencerse de que estaba bien con la respuesta de la chica, no logro ocultar el semblante decaído y la mirada triste de su rostro.

—Ah...no te preocupes. Además, creo que yo soy el que debe de disculparse, Jiwoo no debió presionarte con las bebidas. —rascó su nuca en un intento por aligerar un poco su semblante, pero eso solo había provocado que Young Ji se sintiera más intranquila pues había podido notar el cambio de expresión de Hoseok. Este había pasado de tener una mirada curiosa a una ajena que solo le representó preocupación a la castaña.

—Estoy muy avergonzada contigo y con Namjoon...solo les di problemas, lo siento. Prometo que jamás volverá a suceder.

Hoseok finalmente tomó la bolsa que le ofrecía Young Ji y sintió como su cuerpo se encontraba completamente frío. No quería mentirse a sí mismo, pero con la declaración de Young Ji era más que claro que había recuperado sus recuerdos y ahora solo le estaba pidiendo perdón por aquella muestra de cariño que habían tenido ambos. Hoseok dedujo que en el corazón y mente de Young Ji no existía él más allá que como modelo de dibujo y un amigo.