Extra 02

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1 año después

—¡Hoseok! ¿estás bien?

Young Ji corrió golpeando la puerta de la entrada del estudio de baile tan pronto vio desvanecido a su novio por el suelo. Sintió su sangre helarse y una enorme parte de ella había comenzado a rogar que no se tratara de nada serio.

Tomó sus mejillas y sintió que su cuerpo estaba lo suficientemente frío como para asustarla aún más. Movió su cuerpo por los costados y suspiro de alivio al escuchar el quejido suave que Hoseok dejó escapar por sus labios.

—Agh... Young Ji-ah

La chica rodó los ojos y aquel temor que había sentido paso a ser molestía. No podía oprimir esa reacción de su parte. Que le sucediera algo a Hoseok era una de sus más terribles pesadillas.

—¡Me asustaste! ¡Casi me muero al verte tendido aquí y con la piel completamente fría!

Hoseok se sentó entre pequeños quejidos y formó una sonrisa pequeña al notar la preocupación pura de su novia.
Él no dejaba de agradecer al universo por haberla conocido. Ella lo complementaba de formas a las que aún no conseguía darle nombre.

—Lo siento, Young Ji. Es solo cansancio, la presentación de inicio de curso me tiene como loco.

La castaña suspiró asintiendo. Conocía a la perfección lo entregado que había estado las últimas semanas con la práctica en el estudio. Quería decirle que dejara de hacerlo hasta tarde, pero ella sabía que eso simplemente no iba a ayudarlo, por lo que había optado por visitarlo cada que tenía tiempo para asegurarse de que no se quedara a dormir en las frías maderas y que sobretodo que no se saltara las comidas.

—¿Y cómo vas con los de primer año? 

Pregunto la chica ofreciéndole el café que había comprado para él. Ice Coffee y un Frapucchino de moka para ella. Él cogió la bebida y agradeció con una sonrisa de lado a lado. 

—Fatal—suspiró derrotado. —Nunca puedo hacer que terminen la coreografía sincronizados...a este paso reprobaran la evaluación inicial. 

Young Ji tomó la mano libre de Hoseok y entrelazó sus manos. Ella había aprendido que para poder reconfortarlo un poco necesitaba de alguna caricia o roce que le hiciera saber que ella estaba ahí para él, que todos los pequeños baches que se le presentaban podían solucionarse y que sobretodo nunca se encontraría solo. 

—Tu eres el mejor coreógrafo de Gwangju y claro que puedes enseñarles a esos niños a tener mejor sincronía... ya sabes, hiciste que aprendiera a bailar un poco y eso ya es demasiado sabiendo que tengo dos pies izquierdos. 

Hoseok soltó una carcajada que casi le cuesta el café, claro que sus buenos reflejos hicieron que no pasara ningún accidente. Apretó el agarre que los unía y le miró con una sonrisa completa. 

—Tienes razón, si hice bailar a la chica con menos ritmo de todo Corea, unos adolescentes de trece años no son nada. — bromeó mirando fijamente a la chica que golpeó levemente su hombro. 

—¿Y cómo le fue a la ilustradora más bonita de todo Gwangju? 

—¿Solo de Gwangju? — jugó Young Ji fingiendo molestia. 

Ella poco a poco había estado ganando más confianza en sí misma y en su trabajo. Parte de toda aquella evolución se la abogaba a aquel pelinegro que le recordaba a diario lo linda y talentosa que era, así que escuchar cumplidos por parte de Hoseok se había convertido en una especie de recordatorio que le robaba siempre el corazón. 

El chico dejó su bebida en el suelo y se acercó a la castaña rodeándola por la cintura con sus brazos y colocando sus piernas a cada lado de las suyas en una especie de caparazón para que ella no se moviera de su sitio. 

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