IX

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NARRADOR

Los días pasaban rápidamente, Dylan trataba de concentrarse más en el trabajo, aunque era difícil y el seguía sin entender porque ese angel le afectaba tanto. Lexi seguía lidiando con su madre, la amaba, de eso no habia duda, solo no entendia su afán de buscarle pareja. Ambos en sus mundos, pero recordando a cada minuto, aquel encuentro en el hospital.

Tristemente para Lexi, el sábado llegó, no tenía nada en contra de Shaun, pero con el hecho de que a su madre le gustaba perdía todo su encanto. Esa mañana Lexi salió de compras, no porque quisiera lucir linda en la cena, sino porque no quería lidiar todo el día con su madre. Ella y Evan aprovecharon para pasear un rato juntos, su amigo siempre la ponía de buen humor y eso era justo lo que necesitaba.

—¿A qué hora es la cena?– Evan tomaba un poco de soda mientras caminaban por el centro comercial.

—a las 8, en el restaurante "Blue Moon"— dijo Lexi desganada.

—¡¿Blue Moon?!— a Evan casi se le salieron los ojos cuando escuchó el nombre del restaurante —es uno de los más finos del país, creo que el presidente come ahí.

—Mi mamá quiere impresionar a los papás de Shaun— Lexi parecía triste —es como si me vendieran…

—no pienses eso Lex— su amigo trataba de consolarla —ya sabes que a tu madre le gusta lo mejor, no porque los lleven a ese restaurante quiere decir que los quiere impresionar para que vean que eres buen prospecto.

—no lo sé Evan…

—por favor Lexi, no creo que tu madre sea capaz de eso— Evan puso mala cara —es ridículo pensar que ella exhibe su dinero para que sepan que eres muy rica.

—a veces pienso que...— Lexi bajo la mirada triste —a veces pienso que ningún hombre me verá jamás hermosa, que solo me casare con alguien por mí dinero y no porque vea algo bueno o lindo en mí.

—por dios Lexi...— Evan se veía preocupado.

Ambos amigos se quedaron  en silencio, Evan tenía miedo de abrir la boca y decir algo que la hiciera hacer sentir más mal y Lexi se sentía tan triste por ese pensamiento que tenía clavado "un hombre jamás me amará por quien soy"

Ya en casa, Lexi se fue directo a la ducha. Se sentía fatal pero no tenía el valor de decirle "no"  a su madre. Pasar la tarde con Evan le había sentado bien a Lexi, pero desde que pisó su habitación se volvió a sentir sola y vacía. Terminó de bañarse y se enredó en una toalla blanca y suave, en el centro comercial había comprado un vestido sencillo, este estaba tendido en su cama listo para que ella lo usara. Lo miró por unos instantes, sin poder detenerla, una lagrima rodo por su mejilla. Era triste para ella sentirse como una mercancía en exhibición, ella añoraba una libertad que no conocía. Lexi se arrodillo frente al vestido y pasó sus manos por la tela deseando sentirse alegre por la cena, pero era imposible.

LEXI

Me coloque el vestido y me mire en el espejo, no deseaba verme ostentosa, de hecho lo odiaba. Por eso decidí escoger algo sencillo, el vestido color azul marino me llegaba a las rodillas, con un poco de vuelo y tenía lindas flores. Me puse unas zapatillas de piso, peine mi cabello dejándolo suelto y me maquillé poco, casi media hora después ya estaba lista, pero desanimada. Salí de mi habitación y bajé a la sala, mis padres bebían vino en sus copas de cristal.

—Lexi— mí madre me miró desilusionada —¿Eso vas a usar? Debiste comprar un vestido más elegante.

—dejala mujer— intervino mi padre —se ve hermosa— él se acercó a mí y beso mi mejilla —no importa lo que uses, siempre luces bellísima.

—gracias papá…

—ese vestido no queda para el lugar a donde vamos— insistió mi madre —ve cambiate amor.

—no hay tiempo mujer— mi padre se acercó a ella y beso su frente —debemos irnos.

Sin más remedio, mi madre aceptó mi vestido. Ya en la camioneta, rumbo al restaurante, mis padres platicaban sobre las tiendas de joyerías (de las que somos dueños) y demás. Yo miraba por la ventanilla, el chofer dio una vuelta y rápidamente ya estábamos en el centro de la ciudad. Mis padres se veían felices, pero yo no lo estaba, daría lo que fuera por irme a cualquier otro lugar. Me sentía denigrada, como una mercancía en venta que estaban ofreciendo, mostrando, exhibiendo. El chofer se detuvo y supe que ya habíamos llegado, mi padre fue el primero en bajar, Jose (el chófer) me ofreció su mano para que bajara de la camioneta, mientras mi padre ayudaba a mí madre.

—estoy muy emocionada Lexi— sonrió mi madre —ya verás que Shaun es un muchacho encantador.

No le conteste a mi madre, mi padre nos tomó del brazo a cada una de un lado y entramos al restaurante. Ya había venido mil veces a este lugar y cada vez lo odiaba más. Como todo buen empresario rico, mi padre ya tenía asignada una mesa en la segunda planta, zona VIP obviamente. Shaun y sus padres aun no llegaban, así que me sentí un poco tranquila, tenía la esperanza de que no fueran.

Mi padre pidió vino y mi madre miraba el menú, mientras yo solo los observaba. Suspiré en silencio mientras miraba a mí alrededor, las demás personas se veían felices, cómodas y sonrientes. Parecía que yo era la única que deseaba estar en cualquier otro lado menos aquí. Casi 20 minutos después, los Roden llegaron al restaurante. La pareja parecía muy elegante, la mujer no pasaba de los 40 años y su esposo casi de la misma edad. El chico que los acompañaba, en efecto era guapo, pero no tanto como… Dylan. Moví mi cabeza en forma negativa ¿Como llego Dylan a mis pensamientos? La familia se sentó y nosotros los saludamos, mí madre me presentó a Shaun con demasiado entusiasmo.

—tu madre tenía razón, eres hermosa— Shaun beso mi mejilla —¿Por qué no te vi en la gala?

—no lo sé— me encogí de hombros —debiste estar muy ocupado.

—ustedes platiquen, por nosotros no se preocupen— dijo mi madre —¿Pedimos?— se dirigió a mí padre y a los padres de Shaun.

Mis padres y los Roden se pusieron a platicar entre ellos, Shaun sonreía y yo fingía interés. Pasaron varios minutos hasta que sirvieron la comida, quería que la noche terminara pero parecía que nunca lo haría. Me puse a comer sin ganas, tratando de demorarme lo más posible para no tener que conversar con Shaun quien estaba más preocupado por su teléfono que por otra cosa. De pronto una voz conocida me sacó de mis pensamientos.

—buenas noches...

IncompatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora