XX

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LEXI

Cuando vi a Dylan me sentí feliz, emocionada, por un momento pensé que lo estaba soñando, pero no... es real, está aquí conmigo y hasta me preparo té. Dylan por fin me muestra el lado bueno que siempre supe que tenía, se que hay algo que le impide acercarse, pero quiero que se abra a mí.

La tos se calmó un poco y podía hablar más, tener a Dylan aquí me hacía sentir segura. Dylan salió al pasillo a contestar una llamada telefónica, seguí tomando mi té mientras escuchaba su voz a lo lejos pero no alcanzaba a entender lo que decía, pocos minutos después Dylan regresó, me miro fijamente, pero esta vez lo hacia diferente, habia calidez en su mirada. La muralla que el había construido entre los dos se estaba derrumbando, Dylan parecia frágil, era como si el Dylan duro y frio estuviera desapareciendo y yo no sabia si eso me gustaba o no...

—¿Todo bien?— le dije cuando volvió a mí lado, tratando de sonar mas tranquila, no quería mas gente preocupada por mi.

—si, no te preocupes– se subió las mangas de la camisa y volvió a sentarse a mi pies, muy lejos de mí alcance.

—si tienes que irte por mi no hay problema…— por dentro rogaba para que no se fuera.

—come por favor— me miró de nuevo fijamente a los ojos, como siempre lo hacía.

—no— dije de pronto —necesito que me digas si…— de pronto se me hizo un nudo en la garganta, queria que supiera que yo lo necesitaba, pero si se quedaba no iba a permitir que se fuera de nuevo... Nunca —Dylan… no quiero que vuelvas a…

—no lo haré— Dylan entendió perfectamente que quería decir, si él no iba a quedarse, prefería que me lo dijera de una vez —intente alejarme de ti, pero no puedo angel… yo no…

—Dylan— deje el té a un lado y me acerque a él —sé que yo no soy…— baje la mirada —estás acostumbrado a otro tipo de mujeres, no a una niña mimada que tiene que avisar cada movimiento que hace o que tiene que pedir permiso para salir, si esto es mucho para ti... entiendo si quieres alejarte, mi familia es muy complicada y tu no tienes porque soportar todo esto...

—hey— susurro —mírame— levante la cabeza —eres perfecta, soy yo el que no te merece angel…

—deja de llamarme así— una lagrima rodo por mi mejilla —no soy un ángel, jamás lo seré… Howard tenía razón, soy una zorra, si tu supieras lo que yo hice... yo misma me doy asco.

—no hables así, no eres una zorra, eres la mujer más hermosa que he conocido— Dylan tocó mi rostro —eres dulce, tierna… si ese idiota no ve todo eso en ti, es porque es un imbécil.

—no sabes lo que dices, si realmente supieras la verdad, no dirás esas cosas.

—nada me hará cambiar de parecer.

—lo dudo— limpie mis lagrimas —¿De dónde conoces a Howard?

—es socio minorista de mi empresa, hace dos años empezó a invertir poco— inclinó un poco la cabeza —¿Y tú de dónde lo conoces?

—fuimos juntos a la universidad… él… él— no quería hablar del tema, me incomodaba mucho.

—tranquila, cuando estés lista me dirás que fue él en tu vida…

—no creo que pueda, me avergüenzan mucho...

De la nada la tos me atacó nuevamente, cubrí mi boca con la palma de mi mano. Dylan parecía asustado, me acercó más a él y me subió a sus piernas, me hice un ovillo entre sus brazos y escondí mi rostro en su pecho mientras seguía tosiendo. Dylan acariciaba mi espalda mientras me mecía muy despacio, no se si era por su calor, sus tacto o sus ternura pero la tos empezó a disminuir.

—me gusta esto— dije en voz baja.

—a mí también— contestó Dylan.

No podía explicar lo bien que me sentía en los brazos de Dylan. Pero quería más, quería sentirlo más cerca, más íntimo. Moví mis manos a su camisa, muy despacio abrí algunos de sus botones y después metí mi mano bajo su camisa, coloque la palma sobre su pechos, Dylan se estremeció pero no dijo nada, me armé de valor y empecé a mover la mamo. Los músculos de Dylan se tensionaron y escuche que suspiraba.

—no lo hagas— me susurro.

—yo...— quite la mano y me alejé rápidamente, me baje de sus piernas colocándome frente a él de pie —lo siento…

—Angel…

—lo sé, lo siento, me sobrepase…apenas nos conocemos, es solo que...— baje la mirada avergonzada —¿Como pude imaginar que tu…?

—hey— se puso de pie y se acercó a mí —ni siquiera lo pienses— me tomo de la cintura y me pego a él —te deseo más de lo que imaginas, es solo que… si me tocas así, no podré controlarme y no quiero tentar a la suerte, recuerda que estamos en tu casa, en tu habitación.

—lo siento…

Dylan hizo que levantara la cabeza, me tomo de la nuca y pego sus labios a los míos. Una granada de sensaciones cayó sobre mí, los besos de Dylan era la gloria misma. Apenas empezaba a disfrutar el momento cuando tuve que alejarme de él, un ataque de tos arruinó el momento. Odiaba esto, odiaba estar enferma y odiaba no poder besar a Dylan.

IncompatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora