XVIII

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LEXI

Max y yo regresamos del aeropuerto, mis padres partieron a Canadá en un viaje de negocios y su vuelo salió a las 7 de la mañana, así que tuvimos que levantarnos muy temprano. Mi hermano se desvío y me invitó a comer una hamburguesa, él me conocía perfectamente y sabía que algo me pasaba, pero yo no estaba lista para hablar con él de Dylan. Llegamos al restaurante y entramos, vimos una mesa y nos acomodamos en ella.

Una chica amable y sonriente se acercó a nosotros para tomar nuestro pedido, la mesera vio a Max y casi se cae de la impresión. Mi hermano es muy guapo, alto, tiene buen cuerpo y su sonrisa hace desvariar a las chicas. Después de que la mesera por fin tomó las órdenes, Max me miró.

–¿No crees que es muy temprano para hamburguesas?— dije intentando desviar su atención en mi.

—nunca es mala hora para las hamburguesas— sonrío —ademas eso nunca te ha importado ¿Por que ahora si?

—no se... creo que no tengo ganas.

Y esas fueron las palabras que hicieron que mi hermano confirmara que tenia algun problema, sabe perfectamente que me encanta estar con el y disfrutar una deliciosa hamburguesa, pero hoy no era asi, no podia evitar estar triste y aunque hace unos dias no lo queria admitir extrañaba a Dylan.

—tienes varios días muy rara, pareces triste… ¿Por qué?— tomó mis manos por encima de la mesa —sabes que puedes hablar conmigo.

—Estoy bien— de pronto empecé a toser, Max me miró preocupado.

Hace días que no como bien, he estado algo triste y la verdad ni hambre me da. Mis padres no lo han notado porque casi no han estado en casa, pero Gaby ya me había advertido que podría enfermarme, además hace varios días que el clima es frío y eso no ayuda a mí salud.

—Lexi ¿Estas bien?— amo a Max, pero en cuanto a mí enfermedad es igual que mi madre, se preocupa demasiado, mi hermano me escaneó de arriba abajo buscando alguna señal que le dijera que yo estaba mal.

—yo...— la tos me dificultaba un poco el habla.

—por dios— susurro mi hermano —mamá te dijo ayer que te abrigaras— parecía nervioso —se supone que estas a mí cargo...

—estoy bien…

Max se puso de pie, se quitó su chaqueta y me la colocó encima de los hombros. Una mesera se acercó con un vaso de agua y me lo dio, le agradecí con la cabeza y me la tomé. Esto era lo único que me faltaba, si me enfermaba de nuevo no podría recuperar la poca libertad que me estaba otorgando mí madre.

Nuestra comida llegó, pero Max solo estaba enfocado en mí, la tos aún no se iba y eso empezaba a ponerme nerviosa. Intenté tranquilizar a Max.

—oye— *tos* —si sigues mirándome así— *tos* —tendré que— *tos —llamar a la policía.

—Lexi— me miro molesto —no estoy para juegos, si mis padres se enteran de que te enfermaste a mí cuidado… yo no…

—Max— *tos* —no les digamos nada— *tos* —para cuando ellos— *tos* —vuelvan… estaré bien…

—no lo sé Lex, te vez mal— suspiro —¿Podrás comer?

La mirada de mí hermano me destrozaba, odio preocupar a los míos y odio mi enfermedad. Tome mi bolso y saqué mi inhalador, gracias a dios aun lo cargaba en la bolsa por órdenes de mi madre, me lo coloque en la boca y me di varios disparos. Moví la cabeza en forma afirmativa para responder la pregunta de mí hermano. De pronto el teléfono de Max sonó, contestó la llamada y vi su cara cambiar de preocupado a molesto, me quedé observando su conversación mientras la tos aun seguía molestándome.

—¿Tiene que ser ahorita?— Max golpeó la mesa despacio y cerró la mano en un puño —no puedo, estoy con mi hermana  y ella…

—hey— lo tome de la mano —estoy bien— *tos* —atiende tus problemas.

—no te dejaré sola— dijo mirándome a los ojos.

—Max, ve— *tos* —me iré a casa y me recosté un rato— *tos* —no puedes descuidar las joyerías… ve.

Max le dijo a su asistente que llegaría en una hora, iría a dejarme a casa y después de asegurarse que me acostara, se iría a la oficina. Comimos un poco y después nos fuimos a casa, Max parecía preocupado y me odiaba por mortificarlo así, a veces me sentía como una carga para mí familia y en estos momentos le daba la razón a mí madre, si yo tuviera alguien a mí lado, mi familia estaría más tranquila. Al llegar a casa Max me ayudó a bajar del auto, me guió hasta adentro y después a mí cama.

—le diré a Gaby que te prepare un té o algo…

—Max, Gaby tiene el dia libre— *tos* —no te preocupes, me dormiré y esperare a que llegues— *tos* —si me siento mal te marco…

—¿Lo prometes?— mi hermano me miró con dulzura y tristeza al mismo tiempo.

—si— trate de sonreír —vete tranquilo.

Max beso mi frente y salió de mí habitación, suspire cansada y me cubri con una manta. En realidad me sentía fatal, pero no podía permitir que Max faltara al trabajo, mi padre siempre nos ha dicho que la empresa es lo más importante y a veces hay que darle toda la prioridades posible, además no quería que Max se preocupara más. Cerré los ojos y poco a poco me fue invadiendo el sueño.

El sonido del timbre de la puerta me despertó, gruñí sin ganas de levantarme así que lo ignore, pero la persona que tocaba la puerta estaba muy insistente, me levanté de la cama molesta y me coloque mi suéter holgado que uso en casa. Salí de mi habitación y baje las escaleras, camine hacía la puerta principal y la abrí, un ataque de tos me tomó por sorpresa y no pude ver quien era la persona que tocaba, de pronto sentí unos brazos alzandome y dejandome en el sillón, trate de enfocar a la persona que me había cargado y era él… Dylan.

IncompatiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora