2 » Leyes gatunas

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—¡Rubio! Rubio, ¿Hola?

Denki abrió los ojos con el corazón en la boca y lo primero que vio fue a la chica del pelo rosa ocupando todo su campo visual por estar demasiado cerca, y la mano de ésta agitándose frente a su rostro para ver si seguía vivo. Y no es que fuese una fea vista, pero la sorpresa le hizo perder el equilibrio y caer de trasero al piso dando un alarido de susto.

—¡W-woah!

—Estás bien, ¿Verdad?

—… Estoy bien, ¿Verdad?

—No te moriste, ¿Verdad?

—… No me morí, ¿Verdad?

La morena rió, pero Denki no estaba tratando de ser gracioso esta vez. No repetía las preguntas para burlarse de ella o algo por el estilo. Él realmente necesitaba confirmar esas respuestas. Se encontraba visiblemente confundido, tratando de ubicarse en tiempo y espacio observando a su alrededor con el entrecejo arrugado: el campus universitario al frente, el sol de las dos y algo de la tarde brillando entre los edificios, y una bicicleta toda estropeada a un costado de la calle. Todo estaba igual. Como si lo que acababa de pasar no hubiese pasado… ¿Había sido un sueño o algo así?

—Claro que no moriste, sólo estás siendo una perra dramática.— La fémina sonrió simpáticamente con los ojos formando dos líneas, las pulseras coloridas en su muñeca resonaron cuando esta extendió su mano para ofrecerse a ayudar al contrario a pararse. —Siento casi haberte atropellado. La verdad nunca había tenido que usar una bici, pero estoy en la facultad de veterinaria y no quería llegar tarde al exámen.

—Tampoco yo.— Denki aceptó su ayuda, y aunque le dolía un poco la cabeza y no entendía nada, actuó con normalidad poniéndose de pie. —Espera, ¿Estás en mi clase? No creo haberte visto antes.

—¡Oh! Bueno, ninguno de los dos nos vemos como si prestasemos atención a lo que hay más allá de nuestras narices.— dijo, y no se equivocaba del todo. Usualmente Kaminari vivía en su propio mundo, por lo que tenía sentido que no conociese a todos sus compañeros. —Soy Mina Ashido. Tú eres Denki Kaminari, ¿no? 

—Yo-

—¡Ahora seremos besties!— exclamó sin dejarlo contestar, y dándose la libertad de enrollar su brazo con el ajeno, tomando al rubio por sorpresa… de nuevo. —¡Vamos, estamos llegando tarde!

Girando la cabeza hacia la bicicleta que aún estaba tirada ahí y notando que Mina no parecía tener intenciones de ir a levantarla o siquiera sacarla de allí, Denki se concentró en tratar de seguirle el paso mientras era arrastrado dentro del edificio. 

—Momento… ¿Me llamaste perra dramática?

Antes de que la peli-rosa pudiese contestar, alguien chocó con el hombro de Kaminari a mitad de los pasillos. El desconocido iba tan apurado que no volteó a mirarlo ni se disculpó por casi tumbarlo al pasar. Llevaba la cabeza gacha y una capucha tapando la mayoría de sus mechones teñidos de rojo.

—Es Kirishima de la facultad de arte.— explicó Ashido mientras los dos veían al chico alejarse hasta perderse al subir por las escaleras con dirección al segundo piso. —Se la pasa mirando al suelo, a veces hasta trae lentes de sol. Pareciera querer ocultarse de todos... Es alguien bastante extraño.

Sin tomarle mucha importancia, se alzaron de hombros y continuaron su camino hasta la sala del exámen como si nada, pero todo sobre este chico sonaba muy Pumped Up Kicks, si les preguntabas.

Sin tomarle mucha importancia, se alzaron de hombros y continuaron su camino hasta la sala del exámen como si nada, pero todo sobre este chico sonaba muy Pumped Up Kicks, si les preguntabas

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