Desde que dejé mi tierra, mi hogar y mi nombre todo cambio para mi.
Mi destino comenzó siendo incierto, lo único que sabía era que tenía que luchar para poder sobrevivir en este mundo de hombres.
Cualquier copia o adaptación será denuncia.
Su pequeña Mihrimah cumplio dos años, era una niña de piel blanca, era muy traviesa. Le gustaba estar con las concubinas y jugar con ellas.
El cumpleaños de los mellizos llegó, ese año cumplian cinco años, ambos eran unos niños adorables. Aprenden muy rápido, sabían hablar correctamente el idioma otomano y griego, estaban aprendiendo frances e ingles. Su lala estaba encantado. Ambos eran los príncipes más queridos más queridos del harem. Con su frescura y encanto enamoraban a todos.
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Su padre los amaba y si bien es cierto a sus otros hijos también, sentía que amaba más a sus hijos con ella.
Hurrem y Enrique se comprometieron a finales del año, ambos tenían que ir a Inglaterra por el hecho de que el actual rey no tenía hijos, por lo que Enrique era el príncipe heredero. Se iban a quedar tres meses después de la boda, mientras que Hurrem aprendía a ser reina y lo que implicaba ello, saber sus costumbres y leyes.
